La Jornada 12 de marzo de 1997

El perredista rindió protesta y registró su candidatura

Alberto Nájar y Rosa Icela Rodríguez Ť Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano convocó a la sociedad capitalina para que ``se mueva y se conmueva desde sus cimientos'' y enfrente al poder basado en las complicidades del entreguismo y la corrupción, que no está dispuesto a ceder ante las demandas sociales legítimas.

Sabiéndose con un margen de ventaja en las encuestas, y ante los golpes del gobierno y del PRI instó a ``no hacerle el juego al partido oficial con actitudes equivocadas''.

Al rendir protesta como candidato del PRD a jefe de gobierno del Distrito Federal, Cárdenas invitó a tejer, desde ahora, los acuerdos necesarios con los distintos actores sociales y políticos que garanticen el triunfo en los próximos comicios. Con la autoridad moral del partido ``no habrá nada ni nadie que nos detenga, seguiremos con paso de vencedores hasta la victoria del 6 de julio'', sostuvo en el Palacio Mundial de las Ferias.

En un acto que reflejó unidad interna, Cárdenas exhortó a los consejeros y delegados estatales perredistas para que, ``sin asomo alguno de mezquindad'', elijan a los mejores candidatos a la Asamblea de Representantes, así como a reservar algunos distritos para aspirantes externos que permitan ``anudar alianzas y atraer más votos''.

Primero rindió protesta en un salón abarrotado con más de mil 500 perredistas, flanqueado por Porfirio Muñoz Ledo. Más tarde registró su candidatura ante la Junta Local Electoral donde reiteró su confianza en que ``las autoridades actuarán con imparcialidad''. Afirmó que el voto a su favor ``constituye el aval a una propuesta política clara, y es un mandato, primero, para el desempeño a seguir durante la campaña, y después, durante el próximo gobierno democrático''.

De hecho, subrayó, los más de 92 mil votos captados durante los comicios internos otorgaron al PRD ``una sólida base política muy superior a la que tienen PRI y PAN, y que representa una fuerte responsabilidad para mantenerla y acrecentarla en la campaña''. Advirtió: ``Golpes para dividirnos vendrán de todas partes. El partido oficial nunca ha dudado en echar mano de cualquier recurso, por bajo que sea, cuando se siente perdido; no vayamos a hacer su juego con actitudes equivocadas''.

Cárdenas invitó a los consejeros y convencionistas estatales a poner el ejemplo y reservar algunos distritos para candidatos externos para anudar alianzas, atraer votos. ``Decidan, compañeros, con altura de miras, sin asomo alguno de mezquindad'', demandó el candidato al proponer para los aspirantes internos ``limpieza en su trayectoria política, solidez ideológica y capacidad legislativa''.

Puta madre, e' la unidá

En su primera aparición al lado de su contendiente, después de las elecciones internas, Muñoz Ledo dijo en entrevista: ``El partido se enfrenta muy unido a lo que viene. Estoy al servicio del partido para seguir ampliando los espacios democráticos''.

Antes, el candidato triunfador le había echado un cebollazo: ``Haber contendido con Muñoz Ledo es una de las distinciones de las que me enorgulleceré siempre en mi vida pública'' y habló de sus valores y cualidades.

Una hora antes de la ceremonia, Porfirio se reunió con el dirigente estatal Armando Quintero, en el Sanborns de Lafragua. Ahí la charla amistosa. El quinético líder dio a conocer sus posturas al dirigente perredista capitalino, quien atento escuchaba. De vez en cuando fueron interrumpidos por alguna admiradora de Muñoz Ledo.

Una vez que le vieron el fondo a la taza de café miraron sus relojes y se dirigieron al vestíbulo del Hotel Casa Blanca; lo recibió Jesús Ortega. Muñoz Ledo con buen semblante después de tres días en Acapulco. Bromista, tolerante y saludador con los reporteros. Atrás quedó la campaña. Dos minutos después arribó Cárdenas al lado de Muñoz Ledo. Un fuerte abrazo fue el finiquito de la pelea interna por la candidatura.

Enseguida Andrés Manuel López Obrador se abrió paso entre el gentío que llegó en marcha al Palacio de las Ferias de Lafragua. Cárdenas un paso adelante. Atrás, el tabasqueño, con una mano en la espalda de Muñoz Ledo, cual si fuera mánager de un boxeador, mientras a su paso la gente le decía: ``Bien, Porfirio'', ``muy bien, senador''.

Quintero y su equipo de trabajo se lucieron. Se notó la diferencia: organización en el templete --``sólo los necesarios'', decían los que impedían el paso--; pantallas gigantes (signo de la modernidad), el sonido --ahora sí-- no falló; inicio a tiempo, discursos breves... hasta los girasoles y edecanes estaban en su lugar. Pero, sobre todo, resultó notorio que los grupos contrarios se mantuvieron institucionales, asumieron el resultado la votación. El equipo de campaña de Porfirio Muñoz Ledo en primera fila: Amalia García, Raymundo Cárdenas, Cuauhtémoc Sandoval. Del otro lado del ring hasta La Tigresa Irma Serrano, toda enjoyada, estuvo seriecita. Sólo gritó poquito.

Al final un diputado preguntó a una reportera sobre las declaraciones de Muñoz Ledo. Esta le respondió en tono muy casual, revisando sus apuntes: ``No dijo nada, sólo habló de la unidad''. A lo que contestó con acento tabasqueño: `¡Puta madre, como dice' que nada! Habló de lo má' importante que e' para el partido: la unidá''.