La Jornada 11 de marzo de 1997

En San Cristóbal, ambiente de linchamiento moral hacia los presos

Hermann Bellinghausen, enviado, Tuxtla Gutiérrez, Chis., 10 de marzo Ť Iban a dar las 3 de la tarde. El hombre llegó apresuradamente a las puertas del moderno edificio de la Procuraduría General de Justicia y se detuvo donde estaban los guardias. Sin dirigirse a nadie en especial, preguntó intranquilo.

--¿Ya se los llevaron?

Minutos antes había corrido el rumor, en boca de los custodios y los guardias, de que a los detenidos ya los habían consignado e iban camino al penal de Cerro Hueco. Todo indicaba que era cierto.

El hombre, alto, robusto, de guayabera y pelo entrecano, apretó los puños con odio al escuchar la confirmación y dijo:

--Qué bueno. Que les partan la madre.

--Acto seguido, se dirigió a un teléfono público, marcó y dijo, todavía sofocado por las prisas:

--Ya estuvo.

Entre los periodistas que presenciaron la escena brotó un comentario:

--Tiene tipo de ganadero. Y por el gusto que le dio...

Culminaba una campaña local de linchamiento moral (o su equivalente en este caso) contra Ramón Parcero, Francisco González, dirigentes, indígenas chol y tzeltal, respectivamente, y los miembros de la Compañía de Jesús Gonzalo Rosas y Jerónimo Hernández, Xel.

Desde la mañana, la prensa tuxtleca se había deleitado con retratar en sus primeras planas a los cuatro reos, en su calidad de presentados. Sin camisa, para que se note que los encueraron, pero sin mostrar el cuerpo entero, para que no se vean los golpes en brazos, costillas y vientre, las fotos dan una idea de lo bueno que va a estar ese expediente.

Exhibidos con lujo de hamponería, los cuatro detenidos ya eran acusados en la prensa y la radio de lo que todavía no los acusaban las autoridades competentes: ``A bordo de la Camioneta Ford tal, el sacerdote Gonzalo Rosas dirigió el operativo de emboscada en contra de las compañías de policías, en la comunidad de San Martín Chamizal''. (Diario de Chiapas, primera página).

Los noticieros radiofónicos de las 2 de la tarde habían acudido a recoger opiniones sobre la detención de los jesuitas con líderes empresariales, comerciales y propietarios, así que las ondas hertzianas se llenaron de llamados a que se cumpla ley, se respete el Estado de derecho y se castigue a quienes resulten culpables.

En ese clima, después de las declaraciones tronantes del obispo Raúl Vera, que ha salido bastante respondón, y su permanencia en Tuxtla, junto con el representante jesuita y miembro de la Coseve Rafael Moreno Villa, aún después de la consignación de los ``probables responsables'' de la ``emboscada'', quedó desatado un choque de consecuencias imprevisibles entre la Iglesia católica y el Estado mexicano. Vera habló de ``fabricación de pruebas'', y de ``mentiras'' del gobierno, sin dar ejemplos.

Historia de una pistola

La pistola primero se la habían encontrado a Gonzalo Rosas en Palenque al momento de su detención. Por eso la trasladaron solo, en helicóptero, a la capital del estado. A los otros tres detenidos los llevaron por tierra (y así les fue, de cara al piso).

La versión cambió luego. Que la pistola se le había encontrado a Jerónimo Hernández, en su cangurera. Así se manejó durante la declaración ante el MP en la procuraduría, anoche. En presencia de los abogados y los acusados, el Ministerio Público sacó el arma de la cangurera y la manoseó lo suficiente como para que uno de los abogados dijera:

Con tantas huellas, no servirá de evidencia.

Pero no les intersaba demasiado la versimilitud de la evidencia. Ya antes el subprocurador estatal había dicho que se realizaran a los reos las pruebas para detectar si habían disparado y resultaron negativas.

No considera eso en su comunicado el procurador Jorge Enrique Hernández Aguilar. Sólo la pistola que apareció en la cangurera de Xel. Aunque nadie dice nada de su pequeña computadora, que ocupaba el lugar de la pistola antes de su detención cuando se dirigía al lugar de los hechos, no venía de allá.

En todo caso, desde anoche el subsecretario de Asuntos Religiosos de la Segob, Rafael Rodríguez Barrera, había recibido notificación de la aparición de esta pistola, de parte del gobernador Julio César Ruiz Ferro, o del que en el Distrito Federal dijo hablar de parte del gobernador, Eraclio Zepeda Ramos, secretario de Gobierno.

La mano que mece la cuna

Se mueven demasiados hilos en esta historia. Y muchas coincidencias: en Tapachula aparece el ex gobernador Patrocinio González Garrido, de vuelta de su destierro. Viejo enemigo de Xi Nich y Jerónimo Hernández, de acuerdo con el diario Cuarto Poder, el ex mandatario consideró que el alzamiento del EZLN ``es un problema que debe encontrar ya una solución terminal'', y anuncia su regreso para ``iniciar negocios agrícolas; concretamente quiero iniciar algunas plantaciones forestales, además de desear pasar mis últimos años siendo productivo en mi tierra y con mi gente''.

Entre ``su gente'', en términos políticos, es sabido que se cuenta la familia Setzer Marseille, al grado que uno de ellos fue su sucesor en la gubernatura. Otro, Carlos Setzer, un día antes de la detención de los dirigentes de Xi Nich en Palenque, mandó a dos de sus guardias, junto con dos miembros de Los chinchulines, para secuestrar al dirigente de Arriera Nocturna, organización independiente afín a Xi Nich, en Bachajón. Entregado por sus secuestradores a la Policía Judicial, César López Trejo se encuentra actualmente en Cerro Hueco. En su primer día allí, mientras los dirigentes de Xi Nich seguían ``en calidad de presentados'' en la PGJE, hubo un motín de presos, donde resultaron heridos el alcaide y un custodio, según la versión oficial. Aunque se cerró el acceso al penal durante dos días, se pudo saber que el muy violento motín fue iniciado por miembros del grupo Los chinchulines, que se encuentran presos.

Para cuando las puertas de Cerro Hueco, cuya entrada es como la de un rastro para reses, se cerraron a espaldas de Francisco González (hombre de autoridad en su pueblo, un tatic), Ramón Parcero, Jerónimo Hernández y Gonzalo Rosas, todo pareció ingresar al reino del absurdo.

Quizás por eso el procurador de Chiapas, al hablar con la prensa, lucía tan lejano y mecánico, abrumado. Como anunció su ventrilocuo Manuel Zepeda Ramos, coordinador de Comunicación Social del estado, no respondería a preguntas de la prensa: sólo leería el comunicado. Tenía tantas preguntas que responder. Por el mismo motivo se negó a recibir a los perredistas Mario Saucedo y Juan Guerra, quienes coincidieron con el obispo Vera en que las detenciones significaban una ``provocación'' que atentaba contra el proceso de paz.