Señor próximo gobernador del Distrito Federal: en medio de la barahúnda de narcos, lavados, corrupciones, certificaciones, robos, asaltos, afores, fraudes y más, que de manera continua vivimos en la ciudad, la expectación crece en sus conciudadanos: por primera vez viviremos una elección en serio. Vamos a elegirlo a usted.
Dicen que la democracia hace maravillas. Como ahora lo elegiremos, usted será responsable ante nosotros los electores y no más ante el presidente de la república. ¿Será por esa razón que ahora sí la vida se volverá civilizada? Seguramente esto nos lo ofrecerá usted durante su campaña política, y nos dirá cómo operará el milagro.
Una vez que ocupe usted la silla máxima de la ciudad, hallará que sus responsabilidades y su trabajo serán mucho mayores que el de los regentes. Tendrá que hacerse cargo de un gobierno completo; por ejemplo, entre otras cosas le será traslada desde la SEP la responsabilidad de conducir --y esperamos fervientemente que mejorar-- nada menos que el sistema educativo público del Distrito Federal: miles de maestros, secciones sindicales peleoneras, millones de niños, escuelas y más escuelas.
Pero lo más inquietante: tendrá que lidiar con un horripilante monstruo que tiene la mitad del cuerpo en un lado y la mitad en otro: la mitad de la Zona Metropolitana (ZM) en el DF, y la otra mitad en el estado de México (EM), y usted gobernará sólo en una de esas mitades, aunque el monstruo es un todo orgánico. De modo que si usted tiene una fórmula para combatir la contaminación ambiental, podrá aplicarla en su mitad, pero la otra mitad continuaría contaminando toda la ciudad. Vea lo que pasa con el transporte. Quienes vivimos en el DF decimos que es una pesadilla sin nombre. Pero la verdad es que es un paraíso comparado con el que existe en la mitad ubicada en el EM. Mire lo que hicimos con el metro: lo construimos sólo para la mitad que está en el DF, aunque los usuarios son los que viven a lo largo y ancho de toda la ZM y aún más allá, en los poblados periféricos, que se han vuelto dormitorios obreros. De modo que los habitantes del EM se trasladan en torturantes camiones contaminantes hasta la frontera con el DF, donde pueden abordar el metro. La racionalidad brilla por su ausencia, la pérdida de tiempo de horas hombre es inconmensurable, la tortura para las personas también. Se ha empezado a reconocer tamaño entuerto, pero sólo el Señor de los Cielos sabrá cuándo estará corregido.
La ciudad es un complejo de relaciones orgánicas en el que están imbricadas las comunicaciones, el abasto, el transporte, la organización de la vialidad, la red distribuidora de agua y electricidad, la recolección de basura, la policía, la vigilancia, la seguridad, el gobierno, la recaudación fiscal y la estructura del gasto público, la impartición de justicia, la persecución de los delitos, los sistemas de educación y de salud, la relaciones familiares y sociales en general. Todo ello habita al conjunto de la ZM.
Con recursos muy desiguales y planes distintos, se da lo que existe: infraestructura urbana ``de primera'' en el DF y ``de segunda'', en el EM. Una persona enferma pobre, habitante de la mitad de la ZM ubicada en el EM, por ejemplo, buscará por necesidad un hospital público del DF. En general los habitantes del EM procuran hacer el mayor uso posible de la infraestructura del DF.
Como usted ve, la ciudad será atendida por dos gobernadores: usted y el del EM. Mientras ladrones y asaltantes, violadores y estafadores, viven en cualquier parte de la ZM y operan en toda ella, el gobierno de la ciudad seguirá partido por mitad. Sí, sé que ``se han hecho múltiples esfuerzos de coordinación'' entre el DF y el EM. Pero si evalúa usted por los resultados y no por los esfuerzos realizados, la calificación es pobre.
Sólo me he referido a unos cuantos problemas que usted nos prometerá resolver. Piense a fondo en todo ello. Será necesario un gobierno real para el conjunto de la ZM, al tiempo que es indispensable una desconcentración y una descentralización máximas de todas o la mayor parte de sus funciones (de usted), a efecto de que el gobierno esté cerca, muy cerca, de los gobernados, tanto en el DF como en el EM, y de veras coordinadamente. Si no es así, no habrá participación ciudadana, y sin ésta las cosas seguirán como están, aunque el próximo gobernador del DF sea usted. Le agradezco la atención que el presente recado le merezca.