En primer lugar, el que existan 20 o 30 millones de drogadictos estadunidenses es un problema que atañe directamente al vecino país. Pero en segundo término esa situación conlleva otro problema: el de los países productores de droga. La situación ha llegado tan lejos, que Estados Unidos desea intervenir directamente en México, como juez implacable, y de modo tan grave que lesiona nuestra soberanía. Esto no podemos tolerarlo.
Debemos decir al gobierno de Estados Unidos que primero castigue a sus capos mafiosos, lo que nunca ha hecho, mientras nosotros hemos apresado a nuestros mayores jefes del narcotráfico.
Creo que una de las mayores desgracias de México es la de ser vecino de Estados Unidos. Qué lejos estamos de Jackson, el fundador de ese país; qué lejos también de Monroe, que prometió ayudar y defender a las ex colonias españolas en caso de peligro.
América para los americanos --dijo-- y Europa para los europeos. Pero ahora son los estadunidenses los que dominan todo el continente, con la excepción de Canadá. Frente a Estados Unidos hemos sufrido dos pérdidas territoriales: primero Texas y después más de la mitad de nuestro territorio. También hemos padecido dos invasiones militares.
Unámonos todos para evitar que nuestra soberanía sufra el menor daño. Ante el peligro de una intervención altanera y prepotente, debemos todos los mexicanos luchar porque no se vulneren nuestros derechos más sagrados.