La Jornada 10 de marzo de 1997

Desnutridos, dos millones de niños mexicanos menores de cinco años

Fabiola Martínez Ť En México, cerca de 2 millones de niños menores de cinco años presentan algún grado de desnutrición. Este problema se agrava entre los grupos indígenas, en donde la carencia alimentaria se presenta en 35.8 por ciento de los pequeños, indica el diagnóstico para el Programa de Cooperación con México 1996-2001, del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

El organismo precisa que en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, la población que vive en pobreza, principalmente en comunidades indígenas y zonas marginadas, sobrepasa el 75 por ciento, situación en la que ``niños, niñas y mujeres son quienes más sufren los efectos de este rezago''.

El Instituto Nacional Indigenista (INI) calcula que en México habitan aproximadamente 2 millones 900 mil niños indígenas (de 0 a 14 años), asentados en 542 comunidades o ``focos'' que registran altos índices de desnutrición y mortalidad.

Al respecto, el director de Investigación del INI, Carlos Zolla, señala que los indicadores referidos y la explotación de este sector de la población ``continúan con una tendencia negativa difícil de revertir''.

Por ello, aumentar el presupuesto o realizar ``intervenciones esporádicas, poco articuladas y hasta caprichosas no producen efectos mágicos ante la cadena de desgracias'' que padece la niñez indígena. ``El futuro será complejo y muy probablemente dramático'', alerta el funcionario.

``Incrementar el presupuesto no dará resultados espectaculares. Se requiere una coordinación efectiva entre las instituciones y sociedad civil para alentar la participación efectiva de los pueblos indios, ya que de lo contrario abriremos el año 2000 con la continuación de las muy precarias condiciones de vida de este sector'', dijo.

Zolla reconoció que no existe ningún estudio que informe cabalmente de la situación de la niñez indígena, toda vez que sólo se han elaborado análisis auxiliares o complementarios. Sin embargo, ``no ha habido cambio fundamental respecto a los últimos indicadores'', señaló.

Por ejemplo, en 1993 el análisis de la salud en los niños indios en México concluye con ``una realidad incontrovertible'': la población indígena vive en condiciones notablemente más precarias que el resto de la sociedad nacional, esto es, alto analfabetismo, fuerte inasistencia escolar y condiciones sanitarias en las viviendas sumamente adversas, entre otros rezagos.

En desnutrición, de acuerdo con el último reporte oficial (1995), el problema continúa ``muy consolidado'' en el centro, sur y sureste del país. La deficiencia refiere bajo peso al nacer, alimentación escasa en yodo, hierro y vitamina A, y poca o nula vigilancia médica.

Los municipios más afectados, con índices de mortalidad por arriba de la media nacional (35 por cada mil), fueron San Juan Chamula, San Andrés Larráinzar y Tololapa, Chiapas, así como Atilac y Chilapa, Guerrero; mientras que en 1990 los niños huicholes (Jalisco), tarahumaras (Chihuahua) y coras (Nayarit) presentaron los indicadores más ``dramáticos''.

El director de Investigación del INI advierte que el problema de la desnutrición y mortalidad infantil, relacionados estrechamente, es complejo y cíclico.

La asociación entre altas tasas de natalidad y de mortalidad continúa. El mayor número de decesos se registra después de los seis meses y hasta los dos años.

Además, indica Zolla, el bajo peso al nacer, ``pérdida histórica'', producto de la desnutrición generacional y de las precarias condiciones de salud de las madres, no es el punto más endeble, sino las deficiencias que esta situación lleva, como peso y talla menor a la normal, desnutrición irreversible y repetición de circunstancias ``dramáticas'' de enfermedad-mortalidad.

A las condiciones precarias de salud se añade el analfabetismo, la deserción escolar y explotación infantil. En este caso, son las niñas quienes más padecen las circunstancias adversas, toda vez que son ellas quienes en mayor número abandonan las aulas, ``comen peor'' y se incorporan a edad más temprana al trabajo doméstico.

El funcionario del INI agrega que estudios de migración estacional o definitiva de los indígenas y sus pequeños hijos hacia los campos de agricultura desarrollada, como San Quintín, Baja California, o Culiacán, Sinaloa, muestran que un importante porcentaje de la población infantil indígena (más de 20 por ciento) ``está trabajando en edades por debajo de las permitidas por la ley, presionados por las condiciones de miseria de sus familias''.

Pese al contexto anterior, opina Zolla, existen indicadores positivos de cara al futuro, tales como ``el renovado interés, en términos de discusión social, en torno a los rezagos y conflictos indígenas; las iniciativas de reformas constitucionales, y el apoyo de múltiples instancias hacia las comunidades, junto con el aprecio a mejorar la calidad de vida de la infancia.

En este sentido, el INI, en coordinación con otros organismos gubernamentales, iniciará en las próximas semanas la Encuesta Nacional de Empleo de Zonas Indígenas, y presentará una propuesta para todo el Sistema Nacional de Salud que permita captar información referida a la atención a la población indígena, particularmente en la consulta médica.

El INI pretende publicar un anuario que dé un retrato de la situación de los pueblos indios, incluyendo informes técnicos por región y edad. Propondrá además nuevas modalidades de atención a la salud, adecuadas a las características demográficas, económicas, sociales, culturales y epidemiológicas predominantes en los 56 pueblos indios que habitan el territorio nacional.