La Jornada 10 de marzo de 1997

Montemayor: durante 500 años se ha pretendido cambiar al indígena

Arturo García Hernández Ť El levantamiento del EZLN ha puesto en la mesa de discusión nacional la presencia de la cultura y la historia indígenas y con ello ha abierto una ``oportunidad histórica para iniciar un giro diferente en la construcción del país''.

Durante 500 años --afirma en entrevista el escritor Carlos Montemayor-- ``se ha querido cambiar al indígena; nos hemos empeñado en que el indio deje de ser lo que es, o nos hemos empeñado en que el indio se convierta en lo que queremos que sea. Nunca habíamos tenido de manera tan clara la oportunidad de que México reconocciera al indio como es y lo acepte. El despertar a esta circunstancia vital la debemos a las armas de los zapatistas''.

El anterior es uno de los cuatro temas principales sobre los que Montemayor discurre en su nuevo libro Chiapas. La rebelión indígena de México, recientemente publicado por Joaquín Mortiz, el cual constituye una ``crónica de acontecimientos, crónica de ideas, crónica de reflexiones'' que muestra cómo Chiapas ``es escenario de una rebelión que se hunde en el milenario pensamiento indígena y en la evolución social de México''.

México --observa el escritor-- ``es un país muy racista, en ocasiones lo es abiertamente, como es ya lugar comúnn decir que ocurre en Chiapas. En otras regiones del país la discrimación es taimada, encubierta, pero siempre constante''.

Sin embargo --advierte-- ``las señales hasta este momento de parte del mundo oficial son ominosas. Creo que cada día es más clara la resistencia a entender y reconocer las necesidades de cambio educativo, social y jurídico de parte de los mexicanos no indígenas''.

Otro aspecto que Montemayor resalta en su libro para explicar las causas que originan el levantamiento zapatista, es ``la evolución de los conflictos agrarios y la sucesión de varios decretos presidenciales contradictorios que afectaron profundamente la conformación política de numerosas organizaciones agrarias, primero en las cañadas de Las Margaritas y después en las cañadas de Ocosingo y Altamirano. La considero una información necesaria para entender este proceso social que puede darnos luz sobre tres líneas políticorreligiosas. Una, propiamente la línea de lucha y organización agraria de las comunidades. Otra, la lucha agresiva y de despojo de gobernadores chiapanecos apoyados por decretos presidenciales y, otra más, la línea pastoral de la diócesis de San Cristóbal''.

Una dimensión más que ``me parece fundamental para entender la insurreción zapatista, es la que corresponde a la historia indígena de la región. Hago un recuento de cómo el mexicano ha distorsionado de manera permanente a las culturas indígenas y ha subestimado su vida política, jurídica, social, lingüística y religiosa. Y hago un estudio comparativo de algunos de los principales levantamientos indígenas durante la Colonia, particularmente una serie de pequeñas rebeliones que culminaron con la de 1712, en los Altos de Chiapas, con una estructura ideológica o religiosa muy fácil de comprender desde la perspectiva de la teología de la liberación''.

Investigador de diversos movimientos guerrilleros para efectuar su tarea como novelista, autor de Guerra en el Paraíso, libro donde narra los últimos momentos de la guerrilla de Lucio Cabañas y la brutal represión de que fue objeto, Carlos Montemayor deja ver que la insurrección zapatista no puede verse fuera del contexto guerrillero de México en el siglo XX, desde Rubén Jaramillo, en Morelos, hasta la aparición del EPR en Aguas Blancas, Guerrero:

``A menudo suele decirse que en México tomó 14 días llegar a una decisión de diálogo que en otros países centroamericanos tardó más de 10 o 12 años. Creo que es una falacia lo que decimos en México, aunque lo digamos de buena fe. Deberíamos decir que México tardó 40 años en reconocer oficialmente la guerrilla; tardó cuarenta años en sentarse a dialogar con la guerrilla, y tardó 40 años en enterarse de que había movimientos guerrilleros en el país''.

Aunque en términos historiográficos resulte difícil, dice el escritor, ``sí se puede hablar en México de una historia de la guerrilla. Por su propia naturaleza, las guerrillas son clandestinas; por su propia naturaleza, la información guerrillera y contraguerrillera han sido secretas también a lo largo de décadas. No era fácil para los mexicanos de los 60, 70 u 80 hablar con certidumbre de los acontecimientops armados y contrainsurgentes de México.

``Ahora, los acontecimientos, aunque son más lejanos, siguen estando encubiertos por un silencio o un veto informativo. Nuestro país negó oficialmente la existencia de la guerrilla durante mucho tiempo y no sólo durante el régimen de (Luis) Echeverría, sino en los regímenes posteriores. Pero ya hay un material suficiente para hablar de esta historia de los movimientos armados en México. En ocasiones es oral y en ocasiones es documental. Y lentamente están aflorando memorias, documentos, que irán descubriendo un proceso político más profundo de lo que imaginábamos; más completo y extenso de lo que las versiones oficiales querían dejar entrever. Y, sobre todo, que nos dejará descubrir el México que seguimos siendo. Esta transformación de la imagen de México, de la imagen de estabilidad que el país ostentaba como dato singularísimo de nuestra sociedad, permitirá descubrir que gran parte de la página roja de los diarios mexicanos daba las señales de una profunda lucha social en casi todo el territorio''.

En términos generales, Carlos Montemayor distingue dos tipos de guerrillas: las urbanas y las rurales. La mayoría de ambas han sido ``libertarias, socialistas o de resistencia a ocupaciones e invasiones extranjeras'', aunque con diferentes modos de operar.

Tanto la de Lucio Cabañas como la zapatista son expresión de guerrillas rurales: ``Podríamos decir que uno de los rasgos generales, aunque no siempre necesarios de la guerrilla rural, es que sus causas no suelen provenir de una radicalización ideológica por ideas o lecturas, sino de una radicalización por represión e injusticia social aparejadas al hambre. Los funcionarios y analistas políticos del gobierno mexicano tienen razón al decir que la pobreza y la marginación no son causa suficiente para el nacimiento de movimientos armados, de lo cual también podemos colegir que las políticas asistenciales tampoco son suficientes para desactivar los movimientos armados. Para que la marginación o la miseria sean causas suficentes de una insurrección armada se necesita agregar la injusticia, la represión policiaca o el acoso de una rapacidad desmedida de parte de grupos económica y políticamente poderosos. En cuanto estos dos aspectos concurren, estamos ante la mejor de las causas posibles para crear o seguir produciendo levantamientos armados en México''.

Toda guerrilla --abunda el escritor-- es ``una señal indiscutible de que una sociedad está padeciendo un intenso desequllibrio. La guerrilla no inicia la violencia en una soiedad. Se nos hace creer que con los guerrilleros se abre la violencia en el país. No es así. Las guerrillas son la fase final de un largo proceso de violencia social de políticos, políticas gubernamentales, grupos de poder, cúpulas económicas nacionales o extranjeras, hasta un grado tal de exasperación, de empobrecimiento y de violencia, que provoca de manera natural la insurreción armada (...) Y esta óptica es la que nos convendría tomar para entender que es posible sofocar, impedir o prevenir los levantamientos armados. La solución es un sistema político justo, un sistema político equilibrado''.

Finalmente --recapitula Carlos Montemayor-- Chiapas. La rebelión indígena de México ``es un intento por compartir con los lectores estos temas que son importantes y actuales para muchas esferas del país y no solamente en el aspecto estrictamente militar. Insisto: la guerrilla no se puede reducir a sus aspectos militares, porque los guerrilleros no nacen por amor a las armas ni por amor a enfrentarse al Ejército. Tienen razones sociales; tienen causas sociales y la mejor manera de combatir o de frenar los movimientos guerrilleros es através de la transformación social a traves del análisis social que va a revelar los cambios políticos económicos que debe emprender el país. El libro se propone explicar estas facetas de la guerrilla, para comprenderla más como un proceso histórico y social de México, que como un seguimiento policiaco nada más de un grupo de enmascarados que se poroponen desestabilizar a un país al que ha desestabilizado mucho más la corrupción política, los políticos ineficientes y las órdenes del Banco Mundial, que los marginados empobrecidos o desesperados de las tierras mexicanas''.