Lo sabemos bien: la mujer ha debido cargar en el transcurso de los siglos, con el peso de una cultura discriminatoria, cruel, opresiva.
En la antigüedad, muchas de las prohibiciones más atroces de origen mágico o religioso, tenían por víctima a la mujer. En la Edad Media, época oscurantista, se llegó a considerar un ``defecto'' el que un individuo naciese mujer, porque la mujer era ``un hombre frustrado''.
Mucho camino hemos andado desde entonces... Una dura y valiente batalla que aún no termina, ha removido obstáculos, vencido resistencias y ha impuesto transformaciones enormes. Hemos avanzado... Mucho, en términos de esos referentes históricos; poco y lento, si tomamos en cuenta el tiempo transcurrido y lo que queda pendiente.
En el umbral del nuevo siglo, la situación de la mujer presenta un perfil complejo, contradictorio, pero también, esperanzador: En casi todas las sociedades hemos logrado la igualdad ante la ley y, sin embargo, en la vida real siguen prevaleciendo las prácticas discriminatorias.
En el mercado laboral, la creciente participación de la mujer ha coincidido con tiempos de globalización y competencia, en los que los patrones han impuesto, como supuesta condición de competitividad, la reducción de los salarios y de derechos laborales. En todos los ámbitos --servicios, maquila, trabajo agrícola--, las mujeres somos ubicadas, al margen de nuestras competencias, en puestos inferiores... Abuso y hostigamiento sexual son parte del precio que pagan cotidianamente muchas mujeres por mantener su empleo...
Para la mayoría de mujeres de los sectores populares, las medidas de ajuste y austeridad significan una carga de trabajo creciente que se refleja en mayores cargas de trabajo doméstico; desde conseguir el agua cuando se carece de ella en la vivienda, hasta inventar formas para distribuir la escasez en la familia.
Pero si las condiciones son duras para la plena participación de la mujer, qué decir de más de medio millón de mujeres indígenas que viven en precarias condiciones de salud, analfabetismo, y carencia de servicios públicos indispensables.
Este panorama, apenas bosquejado, muestra una condición femenina caracterizada por las contradicciones: avances que se revierten en sobrecargas; brechas que separan responsabilidades y poder de decisión; sesgos que mutilan o limitan las oportunidades para las mujeres; condiciones que todavía hoy ubican a la mujer en una especie de minoría de edad...
No podemos esperar a que otros nos abran los espacios de expresión, participación y realización que merecemos, ni que otros defiendan nuestros derechos. Somos nosotras las que tenemos que construir nuestro presente y futuro.
Las mujeres debemos seguir alentando la imaginación colectiva, la creatividad social... Desarrollando desde nuestros propios espacios, diagnósticos y elaboraciones que ofrezcan, desde nuestra visión, las líneas estratégicas y los cursos de acción que reclaman estos tiempos. Para hacerlo necesitamos compartir experiencias; dejar atrás el individualismo y tejer extensas redes sociales; privilegiar el trabajo organizado y alentar nuestra integración a grupos y organizaciones.
Pero si bien tenemos que hacerlo nosotras, no podemos caer en ingenuidades; no vamos a hacerlo solas. Los objetivos más altos sólo podrán alcanzarse con el esfuerzo compartido de hombres y mujeres. Es preciso decir ``no'' a la sociedad a medias que heredamos. Las mejores luchas: por la libertad, por la soberanía, por el bien de las próximas generaciones, requieren el entero que dan mujer y hombre.
Las tareas están identificadas: Nos toca impulsar visiones y políticas desde la perspectiva de género... Mostrar que el contrato social está sustentado en el contrato sexual y que, por ello, sólo cuando haya una sociedad y una política construidas sobre las diferencias, la igualdad podrá ser una realidad... Impulsar políticas y acciones en materia de empleo y de mercado de trabajo que terminen con la segregación de las mujeres y establezcan la igualdad laboral... Eliminar el hostigamiento sexual... Favorecer la participación equitativa de mujeres y hombres en los procesos educativos...
Impulsar programas para mejorar la salud reproductora y protección de la maternidad para las mujeres trabajadoras... Favorecer y apoyar programas de educación sexual para hombres y mujeres, y desarrollar acciones de lucha contra el sida... Abrir espacios de generación de propuestas que promuevan la igualdad de oportunidades... Incursionar, cada vez más, en las temáticas sociales o de la familia, sin abandonar los grandes temas --predominantemente ocupados por los hombres-- de la economía, los presupuestos, la distribución de poder, la paz, la soberanía...
No habrá fortalecimiento democrático de las instituciones sin la plena participación de la mujer, ni habrá una sociedad más justa y equitativa sin nuestra presencia activa, responsable en todas las expresiones sociales: economía, política, cultura y ciencia.