La Jornada 10 de marzo de 1997

LA DIFICIL BUSQUEDA DE ALTERNATIVAS

El Presidente de la República está en gira por Japón, país que tiene un creciente interés por el continente latinoamericano y cuyas inversiones, tanto en éste como en nuestro país, no sólo crecen sino que, en muchas partes, han desplazado en importancia a las europeas. La importancia de las naciones asiáticas del Pacífico (cuya economía crece a un ritmo de casi 8 por ciento anual, en promedio) hace rato que ha despertado la atención del gobierno mexicano, pues es evidente que, siendo México un país ribereño de ese océano, el desarrollo de los gigantes asiáticos y de los ``tigres'' y ``tigrecitos'' de esa zona puede permitirle encontrar otros interlocutores y asociados y reducir así la presión enorme que resulta de la casi exclusiva dependencia de nuestros incómodos y exigentes vecinos del norte. Los viajes de los responsables gubernamentales al Asia y las visitas de importantes dirigentes de aquellos países a México revelan que se están tejiendo laboriosamente unas relaciones que parten de la nueva conciencia de los efectos -- pero también de las posibilidades-- de la mundialización sobre nuestra economía y nuestra propia independencia.

Al mismo tiempo, por debajo del manto aterciopelado de las declaraciones diplomáticas, es evidente que aumentan las contradicciones entre las grandes potencias económicas en un mundo en el cual la hegemonía estadunidense no consigue imponer un control unipolar. Testimonio de este hecho son las contradicciones entre Washington y Pekín, por un lado, y entre Estados Unidos y Japón, por el otro, así como la lucha sorda con la Unión Europea y, en particular, con Francia, que es el eje político de la misma, mientras Alemania es su locomotora económica.

Las actitudes del presidente francés, tanto en su apoyo a los palestinos en el problema de Jerusalén, mientras Washington, impertérrito, apoya a Israel, o en el papel de la OTAN, son elocuentes en este sentido. Pero aún más clara es la afirmación de Jacques Chirac, al iniciar su viaje al Mercosur, de que ``la vocación latinoamericana no es convertirse en una pieza más del TLC sino abrirse al mundo'', ya que sus intereses deben llevar a la región a establecer lazos privilegiados con Europa.

Estas diferencias entre los grandes dan cierto margen de maniobra a los países ``emergentes'' (como México), tanto en la obtención de tecnología y de inversiones como en el aumento de sus posibilidades de comerciar en condiciones no demasiado onerosas. En efecto, quien sólo compra y vende a uno depende éste y puede verse obligado a vender su alma...

Aunque es obvio que las relaciones con Japón están lejos de tener el peso de las que tenemos con Estados Unidos y que Europa pesa potencialmente más en el sur del continente que en nuestro país, la diversificación de los apoyos y la utilización inteligente de las divergencias (que tienden a aumentar) entre las grandes potencias, podrían aliviar nuestra dependencia si a la visión estratégica se uniesen la decisión política y la tenacidad. ¿Qué otra cosa hizo Juárez con el débil Estados Unidos de la época de la guerra contra el Imperio o qué hizo Lázaro Cárdenas cuando la expropiación del petróleo anglo-estadunidense y ante la amenaza de intervención?.