Aunque la sala estaba a oscuras y sólo se veían las imágenes proyectadas en la pantalla, el conferencista podía intuir que el público escuchaba con gran atención lo que decía. A lo largo de la plática había expuesto que él y muchos otros científicos piensan que debe haber vida extraterrestre, pues en el Universo hay millones de planetas que tienen condiciones similares a las de la Tierra.
Sin embargo afirmó, eso no quiere decir que aceptemos que existen ovnis. Miren ustedes esta fotografía. Cuando apareció publicada muchos creímos que era real. Como pueden observar, se ve un platillo volador con ventanillas y otros detalles. Sin embargo, pronto se descubrió la verdad, en realidad se trata del acercamiento fotográfico de un aparato que se utiliza en las granjas para mantener a los pollos a una temperatura constante. Y miren éstas. Aparecieron publicadas en los diarios como ovnis; observen ustedes que se trata solamente de globos.
El astrónomo sintió la expectación de los presentes. Se sintió halagado por el interés que había logrado despertar. Habló entonces de las grandes distancias que existen en el Universo, del tiempo que tardaría una nave en llegar de un lugar a otro y de las limitaciones en cuanto a velocidad y energéticos.
Y vamos a suponer dijo en tono de broma que un ovni lograra superar todos estos obstáculos, ¿por qué tendría que estar escabulléndose de nosotros?, ¿a qué estar dando vueltas por la Tierra, gastando su valiosa energía, sólo para que unos cuantos terrícolas tomen fotografías?
Pensó que iba a escuchar alguna risa, pero nada, sólo el silencio siguió a sus palabra. Cuando las luces se prendieron, invitó a los presentes a hacer preguntas. Un señor levantó la mano:
--¿Por qué quiere usted ocultarnos la verdad? Todos sabemos que los ovnis existen, hay pruebas contundentes que lo demuestran. ¿Por qué tratan ustedes de ocultarlo?
El astrónomo se asombró de la indignación del hombre.
--No, no tratamos de ocultar nada --respondió. No existen tales pruebas.
--Claro que las hay, pero ustedes las callan --dijo otra voz al fondo.
Si se descubriera la existencia de un sólo ovni --dijo él--, se daría un gran paso en el conocimiento del Universo, ¿por qué razón iba a ocultarse un descubrimiento así?
--¿Deveras nunca ha visto usted naves con su telescopio? --se escuchó una incrédula voz femenina.
--Jamás.
Un hombre se levantó:
--Existen miles de fotografías en las que los ovnis se ven claramente, ¿por qué usted trajo tan pocas?
El volvió a dar explicaciones, pero todo fue inútil. Las mismas preguntas y acusaciones se volvieron a repetir y la plática se dio por terminada. La gente se fue enojada y el astrónomo tuvo que aguantar varias miradas de reprobación a la salida del foro.
Durante varios días reflexionó en aquella experiencia. Primero pensó que tal vez no había sido lo suficientemente claro. Repasó una y otra vez lo dicho, vio sus fotografías de nuevo y, finalmente, llegó a la conclusión de que el problema no había radicado en él. La gente que había asistido a su conferencia creía en los ovnis y lo que quería escuchar es que existen. No querían argumentos científicos, sino falacias sin fundamento.
Cuando entendió esto se sintió un tanto aliviado, sin embargo, en el fondo comprendió con tristeza por qué en nuestro país pueden existir pacas videntes y mentiras inmundas.