Con este número alcanzamos dos años de la Nueva Época de La Jornada Semanal. Una de las primeras interrogantes que enfrentamos fue el de las columnas. ƑDebe haber espacios fijos en una publicación semanal, cuántos deben ser, qué firmas merecen ampararlos? Como en todas las cosas, las columnas tienen virtudes y defectos. Garantizan una calidad determinada, crean un tono definido, ahorran el problema de buscar textos para la página 14. También limitan las sorpresas, la necesaria rotación de colaboradores y pueden destruir al más dotado (no todo mundo tiene oxígeno para llenar cuartillas 52 veces al año). En nuestro primer número, de 16 páginas, presentamos a cuatro columnistas: Carlos Monsiváis, Bruce Swansey, Tomás Segovia y Hugo Hiriart. Al solicitar estas colaboraciones recordamos un consejo de Ruy Pérez Tamayo: "pídanle artículos a la gente que está muy ocupada". Después de dos años hemos comprobado que es inútil perturbar a los colegas que pasan por una fase de divino reposo (las musas no tienen fecha de cierre). En cambio, los que no tienen tiempo de nada, son los que más pueden colaborar. El caso paradigmático del escritor omnipresente al que le sobra el tiempo es, por supuesto, el de Carlos Monsiváis. Abundan las teorías sobre las pocas horas que duerme, los supuestos secretarios que lo ayudan, los dobles que lo representan en funciones sociales y las vitaminas experimentales que ingiere. Si la actividad de su máquina de escribir se transformara en electricidad, Monsiváis podría iluminar una ciudad de buen tamaño. Obviamente la columna le quedó chica y no nos costó trabajo entender el mensaje que se cifraba en el retraso de sus entregas. Una obra alimentada por la variedad reclamaba espacios movedizos. En dos años, La Jornada Semanal se ha beneficiado con ensayos sobre literatura, fotografía y pintura, cuentos, una entrevista con Salvador Novo, cartas cruzadas con el subcomandante Marcos, notas de libros, un fragmento de autobiografía y crónicas de Carlos Monsiváis. Tomás Segovia continuó con nosotros la serie "Cartas cabales", iniciada en la etapa de Roger Bartra y recientemente recogida en una hermosa edición de Ediciones sin Nombre. Segovia vivía entonces en Murcia, en una casa sin teléfono, y no es un milagro menor que el correo, o los amigos provistos de Internet, nos trajeran sus colaboraciones. Como es de suponerse, este método no estuvo libre de fallas y en ocasiones publicamos la columna con algún desorden. Las últimas "Cartas cabales" no llegaron a esta redacción y lamentamos no haberlas podido publicar. Durante un año, Bruce Swansey tuvo a su cargo nuestra única columna "especializada": "La corte de los milagros", dedicada al teatro. Swansey fungió como un solitario y heroico crítico de lo que ocurría en la cartelera hasta que creamos la sección "Aproximaciones", donde ahora podemos leer sus comentarios de primera fila. "Configuraciones", de Hugo Hiriart, continúa como sección estable e imprescindible. Los periódicos están sujetos a la tiranía del tiempo y del espacio y a un efecto prodigioso: una vez impresos, revelan todos sus errores. Cada domingo, nuestra sincera neurosis, y la superstición nunca comprobada de que así evitaremos fallas futuras, hace que sólo busquemos defectos en el suplemento. Sin embargo, hay al menos un timbre de honor seguro: la columna de Hugo Hiriart. Durante 32 semanas publicamos una saltarina "Página impar" donde el español Enrique Vila-Matas compartía espacio con los dibujos de El Fisgón y las navegaciones del cibernauta Naief Yehya. El enorme interés por la fábrica de ingenios de la realidad virtual convirtió a Yehya en nuestro piloto permanente en las redes del ciberespacio. La Jornada Semanal se propone mantener viva la conversación de la cultura y uno de sus principales cometidos es el de formar lectores y colaboradores. Nabokov solía decir que los principales personajes de un escritor eran los lectores que inventaba. Ganar a un nuevo público y crear otra forma de lectura son metas lejanas pero irrenunciables. Hacia ahí pretendemos avanzar. Hemos pedido a dos colaboradores del suplemento que suban a bordo como columnistas. Enrique Serna (México, 1959), autor de las novelas Uno soñaba que era rey, Señorita México y El miedo a los animales, del libro de crónicas Las caricaturas me hacen llorar y de los relatos Amores de segunda mano, escribirá "Traspatio". Fabrizio Mejía Madrid (México, 1968), autor de las crónicas Pequeños actos de desobediencia civil y de la novela Erótica nacional, estará a cargo de "Tiempo fuera". Damos la bienvenida a estas nuevas voces, y continuamos nuestra agitada travesía. |
Una revindicación Puede haber una ostra con forma de pera, pero Ƒpuede haber una pera con forma de ostra? No sé. Puedo imaginar fácilmente la forma de una pera. Ahora alargo un poco esa forma y aplano la curva característica que baja suavemente de su cabeza hacia su vientre. ƑQué va apareciendo en la plastilina mental? No la forma de una ostra, sino más bien la de un popular chile pasilla. En la pera en forma de ostra el fruto pierde identidad y pasa a la categoría de "quién sabe qué sea eso". Es decir, la esencia de la forma de pera está en la relación del vientre redondeado con la cabeza pequeña. La pera es, digamos, anomalía de la esfera. De ahí su elegancia. Lo imperfecto es elegante, vivo, inesperado, gracioso. Piensa en cómo lo asimétrico, por ejemplo, remite a la simetría sin agotarse en ella, hace aparecer la simetría, pero juega con ella y la enriquece con su desobediencia. No nos interesa tanto la perfección, que tiene siempre frialdad inhumana, como el intento de alcanzarla. Anomalías: piensa en una vaca, pero roja. Piensa en una vaca, pero sonámbula. Un cuadrado con uno de sus lados levemente ondulado es más interesante que un cuadrado trazado con regla. Pero el caos acecha: si los cuatro lados del cuadrado son ondulados, el interés disminuye. El punto estético está, pues, en el juego entre la vibrante ondulación y el autoritarismo de la regla. Caos es fracaso. Rígida perfección, también. El acierto está en la tensión entre estos extremos. Es un cierto equilibrio. Donde hay equilibrio, hay actividad. Belleza es actividad. La forma de pera genera actividad mental, tensión juguetona, irresolución, suspenso. Pero Ƒqué decir de la forma de la ostra? ƑNo estamos mentando la soga en la casa del ahorcado? ƑNo está la ostra peligrosamente cercana a lo caótico? La forma de ostra tiene, en mi parecer, más refinamiento y delicada sutileza que la de la pera. La pera es fácil, su hermosura está al alcance de todos. Pero la ostra gris y sedentaria ya es pieza para conocedores. El esfuerzo por captar su armonía es mayor. La lucha entre caos y perfección es más enconada. Mírala un rato, qué ente tan singular es la ostra. Parece marciano. Empezando por el nombre: en México no lo llamamos ostra, sino ostión, nombre que ya tiene algo de denigratorio: ųƑCómo es tu novia? ųEs hermosísima, parece ostión. La reivindicación estética de la criatura tiene que enfrentar grandes prejuicios. Miremos el abismo: ahí está en su concha el introvertido y calmoso animal. La forma del ostión es la de una isla. Tantas variaciones de forma como puedas encontrar en una isla, podrás hallar en el ostión. También puedes pensar, por más de un motivo, en la forma de amiba. Podríamos estimar que esta forma, por vaga y mudadiza, no es muy ilustre. Pero aquí es donde empieza a contar la delicadeza. Reflexiona en que si su forma fuera más definida e ingeniosa, como la de la pera, más rápidamente podrías identificarla y más rápidamente agotarías la contemplación. Lo brillante es peligroso en el arte. Sorprende, pero dura poco. Eso lo sabe cualquier pintor y cualquier poeta. Piensa en la hondura que logra Morandi con su austeridad. Lo no brillante tardas en descubrirlo y la fruición es más duradera. El artista necesita restricciones autoimpuestas. Y en esto de las restricciones, el ostión es un verdadero bonzo, un monje chino. Pocos entes podrás encontrar menos vanos y presumidos. Si no, mira dónde y cómo vive. En rigurosa clausura, más mudo que un santo cartujo. Pero eso sí, hay que denunciarlo, la celda monacal tiene lujos. Ningún palacio iguala en riqueza y esplendor la textura y el colorido, muy austero, eso sí, de esos muros encalados con madreperla tornasolada. Decir que ese color es blanco es cometer pecado mortal de apreciación estética. No, eso no es propiamente color sino una especie de estado cromático porque, como las plumas de las aves alucinantes, es inestable, mudadizo. Se dirá que todo color cambia según la luz que lo hiere. Y sí, claro, pero esos son sólo cambios de tono, más oscuro o más claro. Imagínate un gato blanco que en la sombra no se viera gris sino verde perico. De eso hablamos. Hay que suspender la indagación. Qué corto se hizo el viaje. Añadamos nada más que la juventud del ermitaño es siempre vana y alocada: la criatura nada libremente, va de acá para allá, "blanda, entre todas, blanda", y en la madurez se aferra a la piedra y cavila. Es decir, toda ostra es arrepentido Hijo Pródigo. Pero otro día seguimos.
La marca de la bestia Un meme es una idea infecciosa, un concepto que alguien lanza y de pronto comienza a expandirse como una epidemia, insertándose en la conciencia colectiva. Un ejemplo de meme fue el rumor en 1969 de que Paul McCartney estaba muerto (y que la evidencia era la portada del disco Abbey Road); otro meme es llamar nazis a todos los derechistas o comunista a cualquiera que tenga la menor preocupación social. En su película de 1993, Naked/Desnudo, Mike Leigh ponía en voz del protagonista, Johnny (David Thewlis), una larga y encendida perorata apocalíptica en la que incluía el viejo meme de que el código de barras que identifica a la mayoría de los productos que se fabrican lleva oculto el número de la Bestia, 666 (al inicio, en medio y al final). Esta historia es muy citada por los fanáticos de las teorías conspiratorias, los cristianos renacidos y otros fundamentalistas religiosos, quienes afirman que el Nuevo Orden Mundial que anunció Bush es en realidad la era del Anticristo. La intención de Leigh no era alertar al mundo de esta amenaza sino tan sólo resaltar el estado de ánimo milenarista que domina el film. No obstante, la gente comenzó a mirar con sospecha las cajetillas de sus Marlboro, las envolturas de sus chocolates, las portadas y contraportadas de sus libros, discos y revistas. Y ahí estaban: dos rayas delgadas que representaban seis, al principio, mitad y final de casi cualquier código de barras. El meme ganó otra batalla.
Telefonía infernal
Por si no bastara que todos los productos están marcados con el fatídico estigma de la Bestia, recientemente las telecomunicaciones han sido señaladas como la nueva conquista de las fuerzas del Mal. El gigante de la telefonía AT&T se dividió hace poco en tres compañías. Una de ellas, los legendarios laboratorios Bell, cambiaron de nombre a Lucent Technologies (http://www.lucent.com). Texe Marrs, autor de The Beast 666. Universal Human Control System, afirma que el nombre no es otra cosa que la abreviación de Lucifer Enterprise; y su símbolo, un círculo rojo hecho en un trazo burdo, es semejante al utilizado por los místicos para representar a una deidad satánica: la serpiente solar. La multimillonaria empresa Lucent se dedica a desarrollar tecnologías de comunicación. Según Marrs, esta compañía trabaja en el terreno de la ciencia negra y uno de sus productos es un sistema operativo para redes llamado Inferno, el cual está escrito en un lenguaje especial denominado Limbo (así como el purgatorio). El protocolo de comunicaciones de este programa se llama Styx, como el grupo de rock, pero también es el nombre que ciertos cultos paganos dan al infierno. Un último dato para alimentar la paranoia: Marrs afirma que Lucent está a punto de mudarse al 666 de la Quinta Avenida, en Nueva York (Paranoia, invierno 96/97).
El apocalipsis del milenio
Pero si algún evento ha generado una avalancha de memes aborrecibles es el advenimiento del año 2000. Aún faltan tres años y la fiebre milenarista se ha vuelto una epidemia insufrible que ha sido motivo para vender viajes alrededor del mundo en Concorde y agotar las reservaciones de cruceros y restaurantes lujosos para celebrar la fiesta del 31 de diciembre del '99. Quién sabe que es peor, si la malaise finisecular que sirve de licencia para toda clase de mamonerías, o el debate atarantado sobre si el milenio empieza el 1 de enero del 2000 o del 2001. De todos modos da lo mismo, ya que Cristo debió nacer en el intervalo que va del año 6 al 4 a.C., así que seguramente ya estamos en el siglo XXI. Pero entre todos los perniciosos memes milenaristas destaca el que asegura que el primer día del año 2000 (para las computadoras después del 991231 debería seguir el 000101) tendrá lugar un megacolapso informático, equivalente a un apocalipsis digital. Hay quienes pronostican una caída de los sistemas de cómputo o, peor aún, una devastadora destrucción de los datos en bancos, hospitales, laboratorios y toda clase de instituciones y dependencias privadas y gubernamentales que podría precipitar otro crash financiero como el de 1929. Algunas computadoras creerán que comienza el año 1900, muchas PC volverán al 4 de enero de 1980 (la fecha cabalística programada en las máquinas IBM y sus clones). Por increíble que parezca, esto ha generado una pequeña industria de especialistas y consultores en crisis para el año 2000. El grupo Gartner recientemente dijo al Congreso estadunidense que arreglar el lío de las fechas costará entre 300 y 600 mil millones de dólares, escribe James Gleick en The New York Times Magazine (del 2 de junio de 1996, o bien 960602), una cifra espantosamente inflada por la gracia del meme.
Recomendaciones
Tomen nota, fanáticos de las conspiraciones, si quieren especular acerca de las maniobras siniestras del Big Brother: vayan a la fuente misma de la desinformación, los Archivos de la Seguridad Nacional estadunidense, que contienen algunos documentos recientemente desclasificados (http//www.seas.gwu.edu/nsarchive/). Visiten la página de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, la cual destaca por su diseño eficiente y elegante (http://www.unam.mx/enap). Para quienes esperan aún encontrar La novela interactiva en línea, pueden probar en: http://www.sonicnet.com/sunshine69. ¤ Naief Yehya ¤ [email protected]
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