La Jornada domingo 9 de marzo de 1997

José Agustín Ortiz Pinchetti
Volvamos al patriotismo

Me impresiona el lenguaje de los políticos norteamericanos; es prepotente, franco hasta lo brutal, pero también eficaz; todos parecen competir en agresividad por defender el interés de su país, y demostrarlo patentemente. Y es que sus empleos dependen del voto de la gente común, a la que le gustan los gestos arrogantes, chovinistas. No me gusta ese estilo, pero creo que nuestros políticos deberían imitarlo en pequeñas dosis. Llevamos 15 años de repliegue frente a EU.

Hace poco sostuve en un artículo la tesis de que progresivamente nos íbamos volviendo un protectorado de EU. Quien examine las notas de prensa del debate en el Comité de Relaciones Internacionales de su Cámara de Representantes del jueves pasado, quizás me dé la razón. Legisladores ``antimexicanos'' y ``promexicanos'', como la secretaria de Estado Madeleine Albright, hablaron del tema de la política interna de México como si fuera negocio propio.

Daniel (Profeta) Cosío Villegas, pronosticó hace 50 años que si no rectificábamos la ruta, viviríamos sumidos en una crisis y el país bogaría a la deriva, ``para concluir en confiar sus problemas mayores a la inspiración, imitación y sumisión a EU''.

Deberíamos exigir a ``nuestros'' representantes que hicieran un arqueo muy pragmático de los resultados que les ha dado la política de concesiones. No sólo por lo que toca al interés nacional, que muestra saldos rojos en todo, sino a su interés egoísta, como clase política que quiere sobrevivir. Después de que el gobierno de EU protegió, defendió y publicitó el experimento de Carlos Salinas, ahora monta un ataque directo contra él y luego contra el PRI. Algunos de sus legisladores están pidiendo al gobierno que presione para ``quitarse de encima'' a ese partido, como si ellos lo hubieran cargado 70 años.

El doctor Zedillo y gran parte de sus colaboradores vivieron en EU; deberían saber que los norteamericanos están imbuidos por una mística de competencia y por el orgullo de la victoria. Son capaces de aniquilar a los enemigos pusilánimes, a los que traicionan a su propia causa, a los indignos. En cambio respetan a los duros, a quien les resiste, y están dispuestos a negociar con quien pone barreras a su ímpetu prepotente.

A todos nos debería preocupar la agresividad verbal y material de EU. La señora Albrigth consideró que de producirse una crisis en México, EU resultaría profundamente perjudicado. Tiene razón, y este es el punto en que nuestra debilidad se vuelve fuerza. Los políticos mexicanos parecen ciegos ante una dependencia progresiva al revés. Si hay un ``incendio'' en México, millones intentarían atravesar la frontera en horas para refugiarse en EU. Si se produce un derrumbe financiero, ni el gobierno más pronorteamericano podría pagar la deuda externa. Si la bolsa de valores mexicana se hunde, arrastraría consigo a muchas de AL y golpearía de lleno los intereses bursátiles de EU. Si llegara a producirse la crisis social que los expertos pronostican, los primeros perjudicados serían los estadunidenses.

Está bien la respuesta del jueves del presidente Zedillo, que rescata la vieja retórica nacionalista paara recordar que es ilegal e inmoral la intervención de EU en nuestros asuntos internos. Pero el Presidente no ha dicho exactamente cómo pretende actuar con toda energía para defender la dignidad y la soberanía de los mexicanos.

Para empezar, debería repetir una verdad que hoy aparece en labios del conservador presidente de la cámara de representantes de EU, el señor Newt Gingrich, quien ha dicho que la certificación es un instrumento torpe. ``Si van a continuar certificando a los países, deberían incluir a EU en la lista [...] Si no estuviéramos comprando las drogas, ellos [colombianos y mexicanos] no las estarían enviando''. Es hipocresía mayor imputar a nuestros países la responsabilidad del narcotráfico en que ellos son los orquestadores, consumidores y beneficiarios.

El Presidente podría, además, revocar la protección a los políticos mexicanos que están metidos en el narco. Iniciar la revisión de la política de concesiones, denunciar los aspectos más abusivos de la apertura y del TLC en contra de nuestra economía. Dar instrucciones para que renegociemos en línea dura la deuda externa. Podría hacer muchas cosas, porque está aumentando la dependencia de EU del ``problema mexicano''. Debería regresar al pragmatismo patriótico, que cuando se usa con prudencia es un buen negocio aquí y allá, para unos y otros.