Fernando Benítez
Las mujeres indias
En el Día Internacional de la Mujer nadie recordó a las mujeres indias, sin las cuales un indio no podría vivir. Ellas cocinan con amor: pesada tarea de moler la masa, teniendo en la espalda al niño, atado con su rebozo, que al tiempo mecen. Palmean las tortillas con una destreza y una elegancia admirables. Cuecen los frijoles y además cortan nopales y tunas. En el molcajete hacen sus sabrosas salsas.
En la temporada de sembrar o cosechar, ayudan a sus maridos en el campo. Ellas saben parir solas; el marido corta el cordón umbilical que une al niño con la madre y entierra la placenta en el piso de su cabaña como un símbolo de fecundidad.
Las indias fueron también nuestras nanas y ellas nos enseñaron a vivir y a apreciar las cosas sencillas de la vida. ¡Cuánto les debemos!
Nuestras indias son grandes bordadoras, que visten a sus maridos. Trabajan muchas veces con el niño a cuestas, mientras le cantan y le arrullan. Trabajan sin descanso. A veces, con la arcilla húmeda hacen cazuelas, ollas y comales. Y todavía se dan tiempo para el espíritu, y van a rezar a la iglesia.
Ellas hacen posible la vida conyugal. Son reinas y esclavas. Llegan a ser tan necesarias que a veces el marido tiene dos o tres mujeres, lo que horrorizaría a algunas mujeres blancas y ``civilizadas''.
Pasó el día mundial de las mujeres y no se tuvo una sola palabra para encarecer a estos seres admirables. ¡Qué ingratitud!