Paulina Fernández escribió la semana pasada sobre la información que debiera ser pública y se conserva como si fuera secreto de Estado. El martes pasado hablé a la oficina de Informática del Registro Federal de Electores con la señorita Mónica Ramírez y me negó la información que le pedí. La información solicitada era muy sencilla: el número de empadronados en el Distrito Federal en 1988, 1991, 1994 y 1997. La señorita Ramírez, que no sabe qué es un servidor público ni lo que esta expresión significa, me dijo que hablara con el encargado de comunicación social del IFE.
Posteriormente hablé con la licenciada Ivette Pérez, secretaria de la licenciada Clara Jusidman, y un rato después tenía en mi casa un fax con la información solicitada. En un caso se trata de alguien que debiera trabajar en la oficina de quejas de un supermercado, en el otro de una servidora pública eficiente que debe ser felicitada.
Bien, una vez cumplido mi papel de ciudadano responsable, paso a exponer cómo ha crecido el número de ciudadanos empadronados de 18 años y más en el Distrito Federal: De 1982 a la fecha (corte al 28 de febrero de 1997), un millón 219 mil 398. Esto es, en 15 años la población empadronada de 18 y más años ha aumentado en 25.51 por ciento en relación con los empadronados de 1982.
Este dato no es para hacer pronósticos electorales en el DF (esto lo haré en otro momento), sino para demostrar que la población ciudadana (empadronada) en esta ciudad ha aumentado de manera considerable en relativamente poco tiempo. En el mismo periodo el crecimiento económico fue de casi cero promedio (en el sexenio de Miguel de la Madrid) y de 1.4 por ciento promedio (en el sexenio de Salinas). En otros términos, el crecimiento económico ha estado por debajo del crecimiento de la población. A estos datos debe agregarse que el promedio del crecimiento económico ha sido todavía menor en el medio rural y en los estados de marginación alta y muy alta del país.
En el periodo de los últimos 15 años el ingreso real de los mexicanos se ha visto deteriorado en más de 60 por ciento. Durante el gobierno actual sólo en el primer año y medio cerraron alrededor de 15 mil empresas y pasaron al desempleo cerca de dos millones de trabajadores. En 1996 y en los primeros 45 días de 1997, sólo en la ciudad de México ha habido más de 15 mil expresiones de inconformidad en sus calles (manifestaciones, huelgas de hambre, mítines, etcétera), lo que demuestra que hay insatisfacción con el gobierno y con los grandes dueños del capital (banqueros, entre otros).
En síntesis, la población y su inconformidad han aumentado considerablemente en esta ciudad, entre otras cosas porque los últimos gobiernos se han empeñado en seguir las recetas fondomonetaristas, que sólo han producido dos notables fenómenos: el enriquecimiento monstruo de unos cuantos (los gigamillonarios), y el empobrecimiento de la mayor parte de los mexicanos que buscan cómo sobrevivir y creen que lo pueden lograr mejor en las grandes ciudades, el DF entre éstas (y en parte tienen razón, pues es difícil pensar que en el cruce de caminos rurales puedan sobrevivir, por ejemplo, limpiando parabrisas de automóviles).
Uno de los problemas que ha provocado la angustiosa situación económica de millones de mexicanos ha sido la migración a las grandes ciudades, y uno de los problemas que esta migración sin empleo ha provocado es la inseguridad pública. En esta ciudad hay delitos que ya se cuantifican en promedio por minuto y hasta por segundo, porque la política gubernamental, rinoceróntica, los provoca día a día.
¿Cómo espera resolver el gobierno tanto la inseguridad pública, producto de la desesperanza y la frustración, como el crecimiento de las manifestaciones de inconformidad que su política ha provocado? Con militares, mientras los policías son entrenados por militares. O lo que es lo mismo, militarizando la ciudad de México al tiempo que ya se han militarizado estados como Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo y otros. Es decir, oponer militares a los pobres de este país. Así están nuestras instituciones.