La Jornada miércoles 5 de marzo de 1997

Bernardo Bátiz V.
Partidos y estilos

Ya está completa la lista de candidatos para el gobierno del Distrito Federal; cada partido, según el sistema que adoptó para elegir a su abanderado, adelantó a los observadores especializados, pero también a la generalidad de los futuros electores, algo de su propio estilo, costumbres, virtudes y defectos.

Al PRI no se le creyó que hubiera seguido un procedimiento democrático y todo mundo comentaba, desde semanas antes de la elección, que el experimentado Alfredo del Mazo estaba prácticamente asegurado para la candidatura, tan sólo había que esperar la formalización de la misma. Los priístas (y muchos, en otros partidos) han creído como su evangelio ese apotegma de Don Jesús Reyes Heroles, según el cual, ``en política, la forma es fondo''; ya vimos que no es así: la forma es forma y para convencer hay que darle un contenido real, un fondo convincente; no estamos en 1970.

El PAN, cada vez más parecido a un partido norteamericano, organizó su convención con muchas porras, luz y sonido, discursos triunfalistas y jovencitas en minifalda para quitarse su nuevo sanbenito de mojigatos; les faltó, sin embargo, lo que tanto pidió Francisco Paoli Bolio: un debate entre los precandidatos, que Castillo Peraza, quizás por su consabida soberbia, rehuyó.

En el PRD, hubo debate y las elecciones fueron públicas y abiertas, con urnas en los mercados, con abundante participación popular y sin muestra alguna de farsa o mascarada. Todo fue alegre y en serio, hasta las diferencias entre Cárdenas y Muñoz Ledo, pero todo se manejó con altura, poniendo los intereses del partido por encima y demostrando que no son los perredistas ni rijosos ni desordenados, aun cuando saben ponerle a sus convicciones pasión y voluntad.

Del debate entre el ya candidato ingeniero Cárdenas y el hábil esgrimista verbal que es Muñoz Ledo, haciendo a un lado las certeras estocadas que ambos se tiraron y por las que se apreció una faceta que el ingeniero no había mostrado tan claramente, a mi modo de ver, se hizo evidente que cada orador tiene su propia manera de ver la política, a partir de los principios, que si bien son diferentes, no necesariamente son contradictorios y bien pueden ser, si la directiva del partido los aprovecha, complementarios.

Cuauhtémoc Cárdenas acudió en su discurso, por decirlo llanamente, al voto del pueblo y a la voluntad de las bases de su partido; Porfirio recalcó la necesidad del diálogo, lo imprescindible que es en política la mesa de negociación y la importancia que tienen los acuerdos entre las fuerzas políticas.

Personalmente prefiero el estilo de Cuauhtémoc, más frontal, más idealista, más propio de la oposición democrática, pero acepto también que es necesaria la negociación y que son legítimos los acuerdos.

De ambas posiciones, la síntesis como dirían los marxistas; el justo medio aristotélico, como se expresaría en otros ámbitos, bien puede ser una estrategia que por una parte no quite el dedo del renglón del apoyo popular, que siga considerando como única forma legítima para llegar al poder el voto ciudadano, pero estando dispuestos a un diálogo inteligente, público y, como alguna vez se lo pidió con toda claridad Cárdenas a Zedillo, con una agenda previa.

No puede abandonarse en el camino de la democracia la mesa del diálogo; a veces es necesario alejarse temporalmente y otras estar presente; lo que no se puede hacer es dialogar a espaldas de la opinión pública interna y externa, ni tampoco llegar a acuerdos más allá del establecimiento de reglas, conductas y compromisos, pero nunca tocar ni principios jurídicos sustanciales ni convicciones ideológicas ni, mucho menos, postergar o poner en la balanza de las transacciones la voluntad popular expresada en votos.

Esta complementariedad de las posiciones de los dos principales líderes del PRD, abre al partido muchas posibilidades y le atrae simpatías. Nos hubiera gustado oír también de los panistas o de los priístas, un debate como el del PRD, así tendríamos la panorámica completa de lo que los votantes podrían esperar.