Finalmente, después de varias reformas parciales, los habitantes de esta ciudad podremos elegir a quien gobernará esta ciudad los próximos tres años. Los partidos políticos han definido a sus candidatos mediante elecciones internas --muy diversas entre sí-- y ha quedado listo el cuadro.
Varios hechos hacen de la elección del DF un proceso intenso y poblado de expectativas y de posibilidades para el país: además de su carácter de paso histórico, es una elección en donde los resultados no están predeterminados; no hay a la vista un ganador claro ni un candidato con obvias ventajas; según encuestas, el PRI va por debajo del, PRD y del PAN, lo cual también expresa una interesante perspectiva y confirma que el PRI ha dejado de ser mayoría en el DF desde los años 70. Otro dato importante es que el reto de gobierno que representa esta ciudad es casi proporcional al peso simbólico que tiene esta elección en el conjunto de los comicios de 1997.
Los desafíos del próximo jefe de gobierno capitalino serán diversos y con alto grado de dificultad: primero, el vínculo entre el movimiento democrático --elecciones internas, campañas y posible triunfo de la oposición-- con las expectativas de ver pronto algún tipo de respuesta ante los problemas graves de la ciudad (seguridad, contaminación, empleo, bienestar, transporte, etcétera), los cuales no parecen tener solución, cuando menos para esta generación; después, las posibilidades políticas de cambio y resolución de conflictos que se podrán hacer en tres años, suponiendo que se trate de un gobierno de oposición, ya que hablamos de problemáticas que necesitan largos periodos para madurar soluciones de fondo; sin desconocer que también habrá decenas de tareas que se puedan realizar en el corto plazo y cuyos resultados se puedan observar al día siguiente de iniciado el nuevo gobierno; estos tiempos señalan la necesidad de no magnificar las soluciones en la oferta de las campañas, sobre todo, para no crear expectativas falsas; en caso de que gane un partido de oposición, el otro reto será la relación con la federación y el Poder Ejecutivo, los cuales tendrán que empezar a construir nuevas relaciones entre niveles de gobiernos, situación que ya ha generado climas de tensión nada despreciables en varias regiones del país; sin duda, el otro factor importante será avanzar con toda la normatividad que no se ha desarrollado para que el DF sea una ciudad con reglas claras y relaciones democráticas, lo cual implicará una ardua tarea de negociaciones y consensos.
Los partidos políticos decidieron, cada uno a su manera, elegir a sus candidatos. En el PRI se hizo una supuesta elección abierta, aunque nunca quedó claro si fue un arreglo interno maquillado o un procedimiento más abierto; hay datos para pensar que fue un teatro montado. El candidato Alfredo del Mazo es un priísta tradicional que ofrece más de lo mismo; no hay que quebrarse mucho la cabeza para ver que tanto el discurso, como su posición partidista no garantizan ningún cambio. El PRI tiene ahora que resolver el problema siguiente: si los habitantes de esta ciudad tardamos décadas en obtener la mayoría de edad ciudadana porque un partido de Estado secuestró esos derechos, qué puede mover a la ciudadanía a votar por esa organización que ha gobernado la ciudad una veces mal y otras regular; en qué se pueden distinguir a los ojos ciudadanos el actual regente, Oscar Espinosa, y Alfredo del Mazo. El PAN optó sin mayores problemas por alguien que internamente se considera una carta fuerte: Carlos Castillo Peraza; el PAN se encuentra en primer sitio en las preferencias, pero su candidato va a tener que conservar e incrementar esta ventaja si realmente quiere ganar la ciudad, para lo cual tendrá una labor no fácil: convencer a miles o quizá millones de capitalinos de que el PAN puede hacer un gobierno tolerante, incluyente, plural y sensible. Por último, el PRD optó por su líder histórico, que por tercera vez se lanza a una campaña. Era frecuente escuchar entre simpatizantes de ese partido y ciudadanos externos que Porfirio Muñoz Ledo era mejor candidato y que podría ganar más votos externos, necesarios para un triunfo; el PRD tiene el reto de generar una propuesta atractiva para los que no son perredistas.
Ya veremos en el camino cómo evolucionan los candidatos, los debates y lo que decida la mayoría dentro de cuatro meses. Esta elección en el DF puede movilizar intensamente a uno de los territorios políticos que con mayor urgencia reclaman democracia y buen gobierno. Arrancan...