Cuauhtémoc Cárdenas
DF: por una cultura para todos
Vivimos en una ciudad que es muchas ciudades que coexisten en un espacio geo-gráfico, en el que se producen y consumen muchas propuestas artísticas y culturales. Es así, en la diversidad, la experimentación y el encuentro de esas culturas, esas ciudades y esos ciudadanos donde se produce una de nuestras mayores riquezas.
Todos los días el DF se sacude, se inquieta, se alegra con un nuevo libro un concierto al aire libre, una tocada nocturna, una serie de muñecas indígenas colocadas sobre la banqueta.
La corrupción que todo lo toca y pervierte, el burocratismo, la necesidad por parte del estado actual de controlar a nuestros intelectuales para suavizar su espíritu crítico, han provocado un derroche y una enorme dilapidación de recursos por parte del gobierno, que poco o ningún bien ha hecho a las actividades culturales de nuestra ciudad.
Con dinero público, y bajo la mesa, se ha apoyado a revistas culturales a cambio de la sumisión de sus creadores. Se generan proyectos editoriales para dormir en bodegas, se fabrican programas culturales que sólo existen en el papel, se invierten en mantenimiento burocrático e infraestructuras los fondos que deberían destinarse a las actividades, y no pocos funcionarios han salido de este baile cultural sospechosamente enriquecidos.
El gobierno ha aplicado la perversa lógica sexenal a proyectos importantes y exitosos, destruyendo obras previas, rematando infraestructuras, olvidando y dejando morir experiencias clave: en la distribución de libros, en el cine, en la red de teatros del Seguro Social... Funcionarios prepotentes han barrido y acabado con lo bueno y lo útil, con el miserable argumento de que no era ``su proyecto''.
La cultura no tiene por qué ser rentable; éste es un término de mercaderes no aplicable a la cultura. Sólo aquellos que la desprecian pueden querer medirla en costos cero.
Si para el régimen y su partido, el PRI, la intervención en cultura es circo y control, para el PAN es distancia y desinterés.
Si unos son manipuladores, los otros son censores y oscurantistas.
La ciudad de México puede ser la capital mundial de una verdadera revolución en la cultura, de alcances insospechados, si liberamos los recursos enormes que concentra, si aplicamos imaginación, ofrecemos apoyo e infraestructuras y administramos en cogestión con los creadores.
Tenemos una estupenda creación literaria; inmensas potencialidades en el teatro, donde sobra talento; una muy amplia perspectiva en el cine (lastrado y castigado desde hace varios sexenios por favoritos, destrucción de infraestructura y burocratismos); una potencia increíble en la música juvenil y en las músicas populares; una inteligencia y una técnica superiores en la práctica; un tesoro en la concentración en nuestra ciudad de mil y una habilidades artesanales, y esto sólo para hablar de unas cuantas áreas de la creación.
Lanzar hacia las calles, potenciar, apoyar sin censurar, manipular ni imponer formas o contenidos, puede iniciar una verdadera revolución cultural democrática en nuestro país.
Una gran ciudad como la nuestra concentra talentos en cantidades sorprendentes, y públicos interesados para casi cualquier experimento.
Pongamos unos cuantos ejemplos:
Esta ciudad necesita y tendrá un canal propio de televisión: información y cultura deben ser piedras angulares. Si lo asociamos (entre otras muchas cosas) a la producción cinematográfica, podemos proponernos la producción anual de 52 películas. Si llevamos a los barrios una estructura de videoclubes y la alimentamos con materiales como éste, si llevamos esos videos a una red de librerías de alto descuento...
Si protegemos a los artesanos creando casas-taller, en los que además de dormir y comer puedan acceder a pequeños talleres con asesoría donde mejoren sus técnicas y reduzcan sus costos... Si se da salida a esa producción artesanal a través de tiendas cooperativas...
Si creamos un centro de experimentación y conciertos de música popular, y coexisten un palacio de la salsa y un gran centro de encuentros del rock. Si en ese centro se cuenta con pequeños estudios para que los jóvenes puedan ensayar y talleres de enseñanza y especialización. Si lo coadministramos con los creadores... Si se anexa una pequeña productora disquera y una red comercial que puede estar ligada a las librerías de alto descuento, donde libros, discos, videos pueden comercializarse con fuertes rebajas, al abatir los costos de distribución...
Si volvemos a llevar las tradiciones del muralismo a la calle y fusionamos a nuestras grandes figuras con jóvenes. Si hacemos de los muros una muestra gráfica permanente, que busque en la experimentación y en la narración la imagen del DF...
Si dejamos de pensar que las culturas populares sólo tienen como destino un museo (cosa que no hay que abandonar, al contrario), sino que buscamos protegerlas y desarrollarlas en el barrio y promovemos la memoria histórica de ese espacio a través de la cultura, tendremos otra ciudad: una ciudad que haga la cultura accesible para todos, con sus creadores proyectándose en ella, en el país y hacia el mundo.
* Reunión con intelectuales y artistas, realizada el 27 de * febrero