Guillermo Almeyra
Sobre el poco amor de los tíos

¿Se acuerdan del Kuwait, ``valientemente'' defendido por los ``héroes'' occidentales del ``ogro'' iraquí que quería devorarlo? Pues la clásica defensa del compadre lo ha llevado a la ruina...

Sin embargo, Kuwait había echado a 300 mil palestinos, ``culpables'' de ser politizados, y los había reemplazado por otros tantos filipinos e indios de las regiones más pobres, que son mucho más sumisos y baratos, había tomado sus distancias del nacionalismo árabe y de la causa palestina estableciendo contactos, como muchas de las monarquías del Golfo, con Israel, y también había creado buenas relaciones con Arabia Saudita (que lo hubiera anexado en 1920 si no hubiese sido por los ``protectores'' británicos). Todo eso de nada le ha servido: el tío de América resultó ser un usurero y un caro mercenario.

En efecto, Estados Unidos presentó a Arabia Saudita, Kuwait y los emiratos una cuenta de 58 mil millones de dólares por las operaciones estrictamente militares en la guerra del Golfo, y obligó al país ``salvado'' a comprarle armas nuevas por valor de otros 30 mil millones. Kuwait tenía, antes de la guerra, un Fondo para las generaciones futuras de 100-110 mil millones de dólares (con los cuales aseguraba casa y servicios prácticamente gratuitos a sus ciudadanos, que son sólo el 40 por ciento de la población, ya que a los extranjeros se les niega la nacionalidad). Como consecuencia de la costosísima ``protección'' del tío americano y de la reconstrucción de los pozos quemados, el Fondo quedó reducido a unos 15 mil millones de dólares y el déficit presupuestal estructural pasó a cinco mil millones de dólares por año. El país que era sinónimo de opulencia quedó repentinamente pobre y endeudado. Para colmo, cuando en setiembre del año pasado Estados Unidos decidió hacer una nueva demostración de fuerzas contra Saddam Hussein llevando a Kuwait tropas y aviones, al país ``defendido'' (de una amenaza que no tenía consistencia) Washington pretendía cobrarle al contado 50 millones de dólares, que Kuwait ha tenido que pagar, aunque en cuotas...

De modo que ahora el Estado kuwaití, que era fuertemente asistencialista, debe reducirse. Antes empleaba al 93 por ciento de los asalariados y ahora la deoscupación ha entrado en el emirato. Anteriormente concedía casa, teléfono, luz, educación, agua, cloacas de inmediato, mientras que ahora nada de eso está asegurado. Antes concedía la ciudadanía a las tribus locales (250 mil miembros de las cuales la habían logrado desde 1960), pero ahora los 100 mil beduinos que carecen de derechos civiles posiblemente jamás los obtendrán, a pesar de haber sido la base del ejército kuwaití, de modo que los excluidos comienzan a autoorganizarse.

En Kuwait aumentan los impuestos y crecen las privatizaciones, pero el Estado no está ya en condiciones de asegurar servicios para todos, ni premios en puestos de trabajo y en asistencia a las tribus amigas de la dinastía, de modo que corre el peligro de perder su apoyo tradicional al mismo tiempo que, por la naciente desocupación, crece la tendencia a expulsar de sus trabajos a las mujeres pertenecientes a las familias comerciales occidentalizadas y cultas, y a superexplotar a los inmigrantes. Se amontonan así las nubes grises, por la derecha y por la izquierda del horizonte de la monarquía. El abrazo de Estados Unidos ha sido como el del oso. Hasta Kuwait, con el neoliberalismo, ha entrado en una fase de crisis que puede abrir camino al tan temido fundamentalismo islámico radical que tanto preocupa a su vecino saudita.