La Jornada 31 de octubre de 1996

La reunión de Zedillo con López Obrador ayudó a destrabar el proceso

Rosa Icela Rodríguez Justo cuando parecía que no avanzaban los acuerdos fue necesaria una reunión entre el presidente Ernesto Zedillo y el líder nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador, que dio luz verde y destrabó el proceso de negociación para designar a los integrantes del Consejo General del IFE.

Gracias a la ``garantía presidencial'' de ``plena autonomía e independencia'' en el órgano electoral, la oposición de izquierda siguió en la mesa central de la Secretaría de Gobernación, y anoche todos los partidos pudieron celebrar el que ``se haya logrado la lista de consejeros por consenso''.

Después de muchas semanas de batallar, las cúpulas partidistas dirigidas por Santiago Oñate, Felipe Calderón, López Obrador y Alberto Anaya quedaron satisfechas con la integración del Consejo General del Instituto Federal Electoral, o al menos ya no pusieron obstáculos a los nombres. El acuerdo fundamental había salido de la reunión que el pasado martes sotuvieron Zedillo y López Obrador.

Entre tazas de café, después de un desayuno compartido, Zedillo dio su palabra para que la formación del máximo órgano electoral ``deveras no dependiera del gobierno'', según fuentes de diversos partidos políticos.

Antes de acudir a la cita, López Obrador ``consultó y pidió permiso'' a los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional sobre cuáles serían las demandas ante el jefe del Ejecutivo. La directriz fue clara: ``Garantías de autonomía e independencia y que el gobierno no busque el control del órgano a trasmano''. Después del compromiso hecho por el presidente Zedillo hubo mayor confianza en los resultados de las negociaciones.

Por su parte, cada uno de los dirigentes de los partidos reunidos en Gobernación consultó a cada paso, ya sea telefónica o personalmente, con los asesores o especialistas del tema.

``Magnífica'', dijo Jesús Ortega Martínez, a las 16:30 horas, al preguntarle su opinión sobre la integración de consejeros, y añadió: ``Si se queda así, está bien''. Sin embargo, al reparar en que los reporteros ya conocían desde las tres de la tarde la lista que habían mantenido en secreto, culpó -injustamente- a un ex dirigente de haber proporcionado la lista.

Todo el día los periodistas estuvieron inútilmente esperando que López Obrador se apareciera por las oficinas de su partido o que diera una declaración. Esto nunca sucedió.

Sin embargo, los nombres de los prospectos ya habían trascendido de fuentes oficiales y partidistas.

Uno de los puntos que más bloqueó el acuerdo fue la propuesta priísta de la candidatura de Jorge Alcocer para la presidencia del Consejo General del IFE, y la del Partido Acción Nacional de apoyo a Juan Molinar Horcasitas. Según la versión, la expresión de los perredistas fue que ``de Alcocer a José Woldenberg mil veces preferimos a este último''.

Pese a la distancia de Woldenberg del perredismo por su renuncia a esas filas y a la interpretación forzada de los priístas para legislar sobre la no relección de los consejeros ciudadanos, el Partido de la Revolución Democrática aceptó esa designación, que a fin de cuentas fue una decisión intermedia: ni Alcocer ni Molinar. Woldenberg.

Y aunque algunos hicieron un cierto cuestionamiento a la propuesta sobre Woldenberg, por estar casado con un miembro del gabinete de Zedillo -la titular de la Semarnap, Julia Carabias-, al final todos los partidos lo aceptaron.

No obstante, cuando ya se había anunciado que casi estaban terminadas las reformas al Cofipe, por la tarde trascendió que en Gobernación, en donde estaban encerrados los dirigentes partidistas, se decidió trasladar para la semana próxima la redacción final de los asuntos relacionados con los topes, con los medios de comunicación y las coaliciones. Así, sólo salió humo blanco de la negociación más difícil: los consejeros ciudadanos del Consejo General del IFE