Luis Linares Zapata
Linduras del poder

En medio de la rapaz depresión económica en la que los mexicanos fueron introducidos por trastupijes y errores de sus élites, éstas buscan, y van encontrando, cobijo en el erario del país ayudándose de manera por demás cuestionable. En su alocada búsqueda de conseguir o prolongar sus privilegios, pretenden disponer, con alegre irresponsabilidad y disfraces, de enormes recursos públicos para sostener su encaramado sitial.

Así, los banqueros logran emboscar el salvamento de sus intereses grupales en los inevitables esfuerzos para rescatar el ya de por sí inequitativo como ineficiente sistema de pagos. Las autoridades que deberían velar por los intereses de los depositantes y el bienestar del pueblo en general, extreman su magnanimidad y les limpian (Fobaproa) de toda impureza sus bancos para que puedan ser puestos en venta.

De similar y depredadora manera, los priístas presionan por darle un manotazo al constreñido presupuesto por una estratosférica cantidad que fluctuaría entre los mil 400 y 2 mil millones de pesos para financiar su oneroso organismo político y las campañas de sus abanderados para el 97. Cada diputado priísta vendría costándole al contribuyente unos 5 millones de pesos y todavía se tendrían otros 500 milloncejos para pagar su burocrático ``liderazgo''. El anzuelo que tan cínicamente han soltado para concretar el negocio, lleva una carnada de varios cientos de millones adicionales para la oposición. Afortunadamente tanto el PAN como el PRD, y por diferentes razones, han rechazado de manera tajante tal componenda.

La compra del 75 por ciento del grupo Inverméxico (Banco Mexicano) por los españoles del Santander pone a los accionistas capitaneados por el señor Gómez y Gómez en la nada despreciable posición de ser los poseedores del 25 por ciento (con la opción de aumentar a 40 por ciento) de un banco bien saneado, en lugar de su tenencia anterior donde controlaban el otro viejo y quebrado.

Ya se tendrá la oportunidad de espulgar tales operaciones cuando empiecen a rendir cuentas (la accountability famosa) los responsables que han dicho, y repetido, que el salvamento de la banca no implica el de sus accionistas. Sin embargo, parece que eso es, precisamente, lo que está ocurriendo. Después de las averiguaciones de la prensa, de los juicios ciudadanos o los estudios de la academia con sus conjeturas ineludibles, sólo atinan a decir que todos esos críticos están equivocados, lo hacen de mala fe, se basan en cálculos errados o falsos, exageran o son de plano redomados tontos. Basta con que se trate de montar un foro, discusión pública, seminario o debate donde se invite a representantes del medio oficial (priístas incluidos) para experimentar el rechazo, las suspicacias, el silencio y la negativa inmediata.

En cuanto a la reforma electoral pendiente de concretar en sus leyes y reglamentos, parece que entraremos, por la entrevista irresponsabilidad de los negociadores, en un estado de indefinición si no es que de completa ilegalidad. El primero de noviembre no se podrá iniciar, como la Constitución manda expresamente, con el proceso electoral. Se fueron consumiendo los tiempos disponibles de manera por demás perversa en búsqueda de mejores posturas y ventajas para quienes tienen las debidas atribuciones y responsabilidades: el gobierno y su hasta hace poco partido mayoritario.

El financiamiento es el punto nodal. El PRI destapó su oculta neta. Requiere de miles de millones de pesos para ``competir''. Sería inmoral, como dice López Obrador, dárselos. Y si ello es imposible, como lo afirma Calderón (PAN), entonces los escenarios factibles son dos. Uno de ruptura si el PRI mayoritea. Otro de avance en la transición si el PRI cede en sus pretensiones a costa de arriesgar eventuales derrotas, que no su viabilidad como se afirmó (Roque). En el primer caso (ruptura), los costos serían impagables, ya que no sólo se obtendrían leyes sin soporte legítimo por los decididos rechazos manifestados, sino algo mucho más trascendente si se fuerza a transitar por tal camino: la eventual salida del PAN o PRD o ambos de contiendas venideras. Al segundo escenario (transición) le queda una salida rebuscada e ilegal, pero que va con la torcida cuan conocida costumbre: el financiamiento oculto del PRI por parte de un gobierno que ha manifestado su desacuerdo con seguir tal camino.

La suerte está echada, los días apremian y los votantes y futuros jueces observan y van tomando partido o cauces inéditos. Lo cierto es que la democracia formal y las chambas de unos cuantos banqueros no valen, ni de cerca, tal esfuerzo monetario.