La Jornada 28 de octubre de 1996

Discordia, tema de la última homilía de Schulenburg en la Basílica

Salvador Guerrero Chiprés Discordia, cizaña y enfrentamiento no permiten progresar ``ni caminar bien'', consideró Guillermo Schulenburg en su última homilía dominical como abad de la Basílica de Guadalupe.

Por su parte, en la Catedral Metropolitana, el arzobispo Norberto Rivera Carrera dijo que la Iglesia busca ``la salvación que Dios ha querido realizar aquí y ahora'', en contraposición con quienes ``practican un angelismo'' ajeno al ``misterio de la encarnación''.

El mundo cristiano, dijo, necesita gente ``con grandes ideales''.

El arzobispo Rivera Carrera llamó a no asustarse si en las lecciones que pueden encontrarse en el Evangelio se insiste en que el amor a Dios debe estar sobre todas las cosas, ``sobre el placer y el dinero, sobre el poder y la fama, sobre el padre y la madre, y sobre todo por encima de nuestros caprichos y criterios'', o si incluso deba llegar ``al perdón de nuestros enemigos''.

El abad Schulenburg llamó a buscar a Dios para cumplir con el deber de cada cual como cristiano.

Por su parte, el arzobispo Rivera Carrera señaló en la Catedral Metropolitana que sería ``una religión estéril'' aquella que pretendiera realizar el amor al prójimo sin el amor a Dios o, por el contrario, quedarse solamente en un Dios ``lejano y espiritual''.

En una catedral cuya nave mayor se encontraba ligeramente más colmada que de costumbre y que aplaudió a Rivera Carrera, como en otras ocasiones, cuando se retiró a la sacristía, el arzobispo fue menos directo que hace ocho días con respecto a su idea de los compromisos de la Iglesia católica en la coyuntura actual.

Rivera se refirió a los dos mandamientos que involucran el amor al prójimo y el amor a Dios. Aún en nuestro tiempo, dijo, no es fácil lograr la síntesis de ambos ``ya que muchas veces exaltamos de tal manera el amor a Dios y opacamos el amor al prójimo''.

Comentó: ``Esto nos lleva a un espiritualismo desencarnado, esto es practicar un angelismo que nada tiene que ver con el misterio de la encarnación''.

Hay quienes, indicó, ``sólo quisieran que se hablara del Dios trascendente, lejano y espiritual y no del Verbo que se hizo carne, que sólo nos preocupáramos de la salvación de las almas en el más allá y que para nada se mencionara la salvación que Dios ha querido realizar aquí y ahora''.

Añadió el arzobispo: ``Otras veces, en el clima eufórico de la secularización, nos queremos pasar al extremo contrario, pretendiendo realizar el amor al prójimo, prescindiendo de Dios. Esto sería una religión horizontalista, estaríamos recorriendo un camino intrascendente, practicando una religión estéril, alejándose de la fuente de vida que sólo puede ser Dios''.

Indicó que la síntesis que puede interpretarse del Evangelio en esta materia lleva a los cristianos a ``luchar por un mundo más allá de la justicia y de la ley''. El mundo sería frío y poco humano si estuviera únicamente regido por preceptos y por la justicia, señaló.

``Necesitamos un mundo más cálido, con más corazón, fraterno y solidario, con más poetas y soñadores, con más artistas y más flores, con más gente de verdad enamorada y con grandes ideales si queremos que el mundo no se muera de frío'', concluyó.