La Jornada 28 de octubre de 1996

En Coyoacán, al menos 20 colonias enrejadas

Ricardo Olayo Para cientos de vecinos la ciudad ha empezado a ser más segura detrás de las rejas con que se protegen de la delincuencia. En Coyoacán, los intereses de estas personas chocan con los de un grupo menos numeroso, pero que tiene el apoyo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) para que la autoridad retire los obstáculos que impiden el libre tránsito y apliquen un programa de seguridad.

Algunas de las colonias cerradas son consideradas ghettos o áreas privatizadas en las cuales la plusvalía de casas y terrenos se eleva gracias a la privacía que hay, y a la reducción del tránsito y del número de asaltos. Todo eso bajo la estricta vigilancia de cuerpos de seguridad privada.


En la colonia Romero de Terreros por vigilancia particular, en
promedio cada vecino paga una cuota de 100 pesos mensuales.

Foto: José Antonio López

En entrevistas realizadas en las colonias en que el ombudsman considera ilegal la colocación de enrejados, los vecinos afirman que están absolutamente a favor de vivir encerrados porque tienen una seguridad que nunca antes habían alcanzado. ``Ahora podemos dormir tranquilos'', cuentan quienes habitan en esas colonias de casas de dos pisos, y que pagan cien pesos al mes por ``vivir tranquilos''.

Las colonias Jardines de Coyoacán, Romero de Terreros, Ejidos de San Francisco Culhuacán y Villa Quietud se han convertido en un problema para la autoridad que debe conciliar los intereses de los vecinos, sobre todo porque en algunos casos colinda con barrios de escasos recursos, a quienes veladamente se adjudica la autoría de los asaltos.

En Jardines de Coyoacán --ubicada sobre Canal de Miramontes-- desde abril de 1995 se instalaron 11 rejas y se construyeron dos casetas para controlar la entrada de vehículos. Las calles por donde circulaban peatones y autos vieron así restringido su acceso.

Alrededor de 620 familias viven en esta colonia limpia, con dos jardines en su interior, y a ratos semidesierta por la falta de circulación de autos. Para ingresar se requiere proporcionar el nombre de la persona que se visita, su dirección y dejar una identificación.

Quienes viven ahí tienen en los parabrisas de sus autos una calcomanía verde que les permite el acceso. La vigilancia privada es permanente las 24 horas del día con más de una decena de policías que andan a pie y en bicicletas.

A pesar de los beneficios en materia de seguridad --que dicen trajo consigo este plan--, otros vecinos se quejaron ante la CDHDF porque no se consultó la instalación de rejas y se impidió la libre circulación. El resultado de la investigación es la petición al delegado para que retire los enrejados de camellones y vías públicas.

La Comisión indica también que hay riesgos si en una emergencia no pueden ingresar con facilidad los servicios de emergencia.

Totalmente opuestos a esta opinión, los vecinos indican que los enrejados no impiden la circulación, ``todos pueden pasar, nada más que demuestren a qué van. Es un derecho también de nosotros recibir la seguridad pública que no nos han dado. Sí la dan, mañana mismo quitamos las rejas'', dice enfático el presidente de colonia, Felipe Peña.

Explica: ``fuimos los últimos que decidimos cerrarnos porque había seis a siete a asaltos semanarios. Salíamos a hablar por teléfono y nos asaltaban, primero cerró la Prados, Parques, Cipreses y otras''. Con este sistema de seguridad hemos logrado lo que nunca antes: conocernos y cuidarnos mutuamente. Hasta en la noche se puede correr en los jardines, subraya.

La responsable del comité de seguridad, Alejandra Cortés, dijo que a la colonia ``venía mucha gente no sé de dónde, y había muchos asaltos, había violaciones y homicidios que han disminuido y ahora estamos tranquilos, usted puede dejar su auto abierto y puede estar seguro que no se lo van a robar''.

La cuota de cien pesos no es obligatoria, y hay quienes dan menos dinero, ``pero es nuestra protección es nuestra vida. No se trata de comodidad sino del problema de que no pueden darnos seguridad'', agrega.

Además, rechaza que se impida el acceso, pues en cada una de las rejas hay puertas que abren los vecinos con su llave, y por los dos accesos vehiculares entran sin problemas camiones de gas y de cualquier otro tipo.

Los asaltantes venían de aquí al lado, acusan en Culhuacán

En Ejidos de San Francisco Culhuacán, la película se repite. Los vecinos se organizaron para enrejar las calles por los constantes asaltos y porque los fines de semana en las noches llegaban ``grupos de vándalos o travestis que con grabadora en mano escandalizaban, además de que entraban jóvenes en bicicleta que robaban refacciones de los autos''.

``Quienes no habían visto el beneficio de las rejas, ahora se quieren sumar al programa'', afirma Victoria Paz García, en referencia a las quejas que se presentaron ante la CDHDF. Responsable del subcomité de seguridad, dice que ya no hay carros sospechosos en las calles aledañas ni gente que se refugia en los terrenos baldíos para asaltar.

Hasta material de construcción se robaban. Por más reportes a la policía siempre llegaban tarde. Y ahora por cien pesos, tenemos nuestra vigilancia todo el día, indica Paz García. Cuenta que fue la gente de los pueblos vecinos, de mucho menos recursos, quienes se quejaron porque ya no podían atravesar las calles de la segunda sección de la colonia.

El modelo de seguridad en esta zona fue copiado de la Alameda del Sur con el consenso de los vecinos ``y lo único que hacemos es agregar un poquito de seguridad. Simple y sencillamente dormimos más tranquilos, no estamos haciendo privada la calle''.

En esta colonia, se instalaron enrejados en marzo pasado, los cuales en algunos casos cancelaron el paso de vehículos por las calles, y se tiene el objetivo de tener un mayor control en los accesos. Hasta ahora hay 75 vecinos a favor de la medida y otros 20 que han expresado sus reservas, según ella.

Los casos de Romero de Terreros y Villa Quietud

En la colonia Romero de Terreros, los vecinos colocaron macetones y una caseta de vigilancia para controlar el acceso desde octubre de 1995. Pero el intento por cerrar el paso data de 1983, según documentos que los quejosos entregaron a la CDHDF.

Esta colonia colinda con Pedregal de San Francisco, donde entre otros viven Rubén Figueroa, Santiago Oñate, Heberto Castillo y ``hasta Cecilia Ocelli'' tiene una casa, dice la gente. A pesar de la estricta vigilancia, en esa colonia fue asesinada hace unas semanas una importante funcionaria del Consejo de la Judicatura, sin que se haya podido establecer cómo entraron los homicidas a la zona.

Rocío García Priani, jefa de colonia, afirma que 100 de los 115 vecinos están conformes y quieren tener un sistema de control más efectivo para disminuir aún más los robos y las violaciones. ``En todas las delegaciones hay calles cerradas, en Las Lomas no ha bajado la delincuencia porque no se han podido cerrar'', afirma.

En el caso de Villa Quietud, cerca de la UAM Xochimilco, desde julio de 1995 los habitantes decidieron protegerse con la instalación de rejas. Otro grupo decidió recurrir a la delegación y obtuvo varias promesas de que quitarían los obstáculos, sobre todo, porque se restringía el paso de vehículos de emergencia en caso de ser necesaria su entrada