ASTROLABIO Mauricio Ortiz
La muerte del quinto maquinista

Rodolfo Chacón Castro, 5§ maquinista del barco-tanque Potrero del Llano, fue el único de los catorce muertos que provocó el submarino alemán ese 13 de mayo de 1942 cuyo cadáver no desapareció para siempre en aguas del Estrecho de la Florida. De hecho aún vivía, si bien malherido, cuando el vicecónsul mexicano Sergio Aguayo recibió a los náufragos en Miami, llevados ahí por los cazasubmarinos estadunidenses que acudieron a rescatarlos.

Rayando la media noche el sumergible dio en el blanco al centro del barco, justo donde estaba pintada la gran bandera mexicana que daba identidad a la embarcación y donde se encontraban los camarotes del capitán y la mayor parte de los oficiales. Aislados en la popa por la explosión el puente de mando desaparecido y en su lugar unas llamas inmensas, un grupo de marineros atónitos se apura en las maniobras de salvamento. Al arriar la balsa de estribor una de las ``bozas'' se le enreda en la mano a Chacón, que se precipita al vacío ``con el resultado funesto de que mientras su cuerpo cae la balsa se sumerge, para emerger en el preciso momento en que aquél llega a la superficie, de tal manera que estrella su cráneo contra las tablas y el hierro.'' Lo alcanzan a rescatar y llega milagrosamente vivo a tierra, pero el esfuerzo de los médicos termina siendo infructuoso a las pocas horas.

Los 21 sobrevivientes y el cuerpo del 5§ maquinista llegan a San Antonio, Texas, a las 2:55 horas del 21 de mayo. Allí los espera ya el cónsul de México, Francisco de P. Jiménez, acompañado por el alcalde y el comisionado de policía. A las 5 horas salen hacia Laredo y, envuelto Chacón en una bandera nacional, pasa el cortejo a Nuevo Laredo y ya en suelo patrio se realiza el primer homenaje a los caídos. El presidente municipal recibe los restos mortales del infortunado marino yucateco y asisten un representante del gobernador, el jefe de la guarnición, el diputado federal por el distrito, representantes de la Armada y de Petróleos Mexicanos y el comandante del puerto aéreo. Al mediodía la comitiva parte rumbo a Monterrey.

Los mítines y discursos se suceden en cada plaza que pisan los héroes del mar, encabezados por Jorge Mancisidor Galez, Jefe de Máquinas y único oficial sobreviviente. ``El ataúd viaja en un camión especial y los marinos prosiguen en autobús la doliente caravana. En todo sitio el féretro es colocado en un catafalco; se improvisan piezas fúnebres; las organizaciones obreras, las escuelas, organizaciones mutualistas participan en el duelo general.'' Ciudad Victoria, El Mante, Valles, Ixmiquilpan y a medida que se acercan a la ciudad de México el paso se va haciendo cada vez más lento por la cantidad de gente que llega en comisiones o simplemente a hacer valla. Se detiene el cortejo en los Indios Verdes y termina reposando el cuerpo en el Palacio de Bellas Artes, donde lo esperan las mantas y los arreglos florales y donde lo visitarán la gente y los secretarios de Estado, los mirones de oficio...''.

El 24 de mayo una multitud lleva los restos mortales de Rodolfo Chacón al Zócalo, en manifestación de repudio a las agresiones sufridas (para entonces se conoce ya el hundimiento del Faja de Oro) y en apoyo al presidente de la república ante el imperativo de la guerra. Ya circula de boca en boca el corrido de rigor: Con el pecho conmovido / mi gran pueblo mexicano / vengo a cantar el corrido / de un atentado inhumano. / Lloro al Potrero del Llano / barco-tanque nacional / porque un torpedo villano / hundió artero su puñal. Todo el posible nacionalismo, profusamente alimentado en los años previos de expropiación petrolera y exacerbado por los tambores bélicos, la historia entera del país y su futuro triunfal, el polvo de los próceres, los fragmentos del capitán y los otros veinte muertos, todos están ahí, guardados en el ataúd que el pueblo pasea en hombros por las calles de la ciudad doliente.

Más tarde ese mismo 24 de mayo, al toque de silencio del clarín de órdenes el cuerpo desciende a su fosa en el Panteón Civil. Cunde la propuesta de erigir un monumento al cadáver en su natal Mérida, donde será trasladado posteriormente para su reposo definitivo.