Eduardo R. Huchim
Pueblo pobre, gobierno rico

Conforme a la tónica de este gobierno, declaradamente reacio a dar golpes de timón, el sábado 26 de octubre fue firmado, sin sorpresas, lo que primero se llamó pacto, luego acuerdo y ahora Alianza para el Crecimiento.

Como si fuera dueño de las cucharas, el gobierno se aparta la más grande y decide aumentar sus ingresos encareciendo los precios de combustibles y electricidad, en tanto determina un aumento de sólo 17 por ciento a los salarios mínimos, porcentaje que no alcanza a compensar la inflación ya existente este año, si bien desde la óptica oficial será superior a la prevista para todo 1997, visión que seguramente no comparte ni el mismo Fidel Velázquez, ausente del acto en Los Pinos vaya usted a saber si por enfermedad o por vergüenza. Por supuesto, no todo es negro y entre lo positivo puede situarse el programa de becas para desempleados.

El presidente Ernesto Zedillo pintó en su discurso un panorama optimista con el cual diríase sólo pueden coincidir las empresas altamente exportadoras. Naturalmente que un mandatario casi tiene la obligación de ser optimista, pero sus conciudadanos no. Y ciertamente es difícil, desde acá de este lado, ser optimista cuando el incesante encarecimiento de básicos y cuasibásicos confirma la percepción de que desde hace muchos años el poder adquisitivo del mexicano no ha cesado de menguar.

Desde una perspectiva de no economista, por otra parte, resulta incomprensible el aumento en los precios del combustible, inflacionario por necesidad, cuando el petróleo es un recurso propiedad de la nación (aunque cada vez sean más claras las intenciones y los actos para que deje de serlo) y la empresa que lo maneja genera grandes utilidades, si bien casi todas se las quita el gobierno por la vía fiscal. ¿No es verdad que resulta irónica la existencia de un Pemex y de un gobierno ricos, en medio de un pueblo pobre al cual se pretende empobrecer más?

Son paradojas que la sociedad deberá tener en cuenta a la hora de las urnas.

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Al defender el derecho de la Iglesia a participar en política, el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, sostuvo el domingo 20 de octubre que si una autoridad se sale del marco legal, desde el cual puede y debe gobernar, no hay obligación de obedecerla, y si se opone abiertamente a los derechos humanos fundamentales, entonces es preciso negarle la obediencia. Tiene razón el prelado y, aun cuando esa tesis no es nueva ni exclusivamente católica, ha incomodado a muchos. Si bien Rivera Carrera no lo dijo con esa intención, esa tesis otorga legitimidad a los movimientos que, como el de los zapatistas chiapanecos, no halla más camino que el armado para intentar cambiar un estado de cosas prolongadamente injusto y violador de derechos humanos. La Secretaría de Gobernación discrepó de lo dicho por el obispo y lo amenazó, aunque luego retiró la amenaza con esa peculiar forma de hacer política consistente en tirar la piedra escondiendo la mano y después negar la piedra y la mano. Mejor haría Gobernación en ocuparse del supuesto señalado por Rivera Carrera y que a veces deja de ser supuesto y se hace realidad: el abandono del marco legal por el gobierno. Un abandono al cual cabría añadirle los casos en que ese marco se adecua y ajusta para darle legalidad a lo ilegítimo, con la atenta y segura complicidad de las fracciones mayoritarias del Poder Legislativo.

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Televisa se mueve. Sabedora de que, como le ocurre al PRI, ha dejado de ser la televisión prácticamente única, no sólo ha replicado a la agresiva campaña de Televisión Azteca en busca de anunciantes, sino aparentemente también prepara la sucesión --o al menos prueba otra cara-- en su más importante noticiario, 24 Horas, algo de lo cual se habló con insistencia en los tiempos en que Alejandro Burillo ocupó la vicepresidencia ejecutiva del poderoso consorcio. Así, el viernes 25 de octubre a las 10:35 de la noche, un nervioso Ricardo Rocha que equivocaría los teléfonos y algunas palabras, apareció conduciendo el noticiario, hecho anunciado el jueves 24 anterior por Amador Narcia, de quien Jacobo Zabludovsky había dicho, al avisar de su ausencia pasajera, que lo supliría en ese lapso. No es atribuible a Rocha, desde luego, pero el programa resultó soso y sonó a viejo porque virtualmente todas las noticias ya las habían dado, desde las 9:45, los gritones del Canal 13. El jueves 24, por cierto, también se anunció que Miguel Alemán Velasco dirigirá el proyecto de televisión directa al hogar, tarea que marca su retorno activo a Televisa.