La Jornada 28 de octubre de 1996

LAS APUESTAS DEL PACTO

En muchos espacios y en diversos tonos se ha señalado el agotamiento del modelo de los pactos económicos, instaurado el primero en las postrimerías del sexenio de Miguel de la Madrid. Los argumentos esgrimidos van desde la creciente falta de representatividad y hasta de disposición de las entidades corporativas tradicionales para participar en tales acuerdos, hasta la poca congruencia entre éstos y el pensamiento econó- mico gubernamental, que preconiza la conveniencia y la necesidad de que sea el libre mercado el que fije los precios, pasando por el hecho de que la concatenación de pactos no fue capaz de impedir la eclosión de la más reciente crisis económica.

El hecho de que se siga recurriendo a este mecanismo regulador es indicativo, en primer lugar, de que las autoridades económicas siguen fijando una de sus principales prioridades en la generación de estabilidad y confianza; en segundo, de que la economía nacional no ha logrado generar por sí misma tales condiciones.

Es significativo, por otra parte, que los integrantes del gabinete económico hayan decidido reiterar y reforzar, en una conferencia de prensa conjunta realizada ayer, los contenidos de la Alianza para el Crecimiento que se firmó el sábado bajo grandes reflectores. Los secretarios de Hacienda, Comercio, Trabajo y Agricultura, así como el gobernador del Banco de México y el director del Seguro Social enfatizaron las apuestas del gobierno por la estabilidad cambiaria, por el equilibrio de los intercambios financieros con el exterior y por el control de la inflación, así como por la generación de un saldo positivo en el balance entre beneficios y costos sociales, tanto para los trabajadores urbanos como para el sector agrícola. Asimismo, los funcionarios negaron que tras la firma del más reciente pacto haya habido cualquier intención de inducir tendencias favorables al gobierno y a su partido en las elecciones del año entrante.

Sin embargo, no puede ignorarse que, frente a la moderada satisfacción expresada por los líderes sindicales que participaron en las negociaciones de la Alianza para el Crecimiento --en cuya firma, hecho revelador, estuvo ausente el presidente del Congreso del Trabajo--, diversas organizaciones agrarias y dirigentes perredistas y panistas criticaron varios aspectos del acuerdo, expresaron su pesimismo de que éste logre revertir la angustiosa situación que, pese al buen comportamiento de los indicadores macroeconómicos, siguen experimentando millones de familias, y algunos, como los alcaldes perredistas y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, anunciaron movilizaciones de protesta.

Con todo, si se logra que durante 1997 la inflación no rebase el 15 por ciento, si el tipo de cambio se comporta con una mínima estabilidad y si los estímulos fiscales a las empresas logran efectivamente incrementar la demanda laboral, entre otras condiciones, podría obtenerse, de aquí a un año, un pequeño incremento en el poder adquisitivo de los trabajadores, sin duda insuficiente pero esperanzador, en la medida en que sería el primero en años de caída sistemática y sostenida de los salarios reales. Ojalá que así sea, por el bien de todos