La Jornada Semanal, 27 de octubre de 1996


La caja (fragmento)

Hugo Hiriart

El pasado viernes 18 se estrenó La caja, que señala el retorno de Hugo Hiriart a la dramaturgia y la dirección de escena. Celebramos este acontecimiento con un fragmento de la obra que se presenta en La Casa de la Paz.



Pym: Debo entender que declina usted su oportunidad de sobrevivir y se entrega generosamente a la calidad de alimento?

Pong: No, eso no, señor Pym... Ya decía yo que puede ser usted sumamente desagradable...

Pym: Entonces?

Pong: (Alterada, furiosa) Entonces, entonces, entonces abra usted la maldita caja que se ha negado a abrir y que de seguro tiene víveres!

Pym: La caja no contiene nada que se pueda comer, señora. Ya se lo he dicho varias veces...

Pong: Abra usted esa caja, le digo!

Pym: Es mejor si no la abrimos, créame usted, madame...

Pong: Voy a echarla al mar (intenta levantar la caja. Pym no hace nada ni cambia de actitud. Madame Pong no puede levantar la caja). No puedo con ella. (muy intrigada) Qué tiene adentro? (pausa), oro? (Pym no contesta nada, sigue trabajando en el barquito) Señor Pym... Señor Pym.

Pym: Dígame, Madame.

Pong: (Tímida) Usted no se atrevería a pasarme a cuchillo para devorarme verdad, señor Pym? (pausa corta, Pym no contesta) Digo, señor Pym, hay cierta amistad al menos, familiaridad, entre usted y yo (... Pym sigue sin contestar. Pausa) Señor Pym en que está usted pensando? Responda, señor Pym, en que está usted pensando?

Pym: De veras quiere usted saber, madame?

Pong: Lo exijo, señor, lo exijo...

Pym: Bueno, estaba pensando en que cuando iba a comprar una camisa me fijaba en la talla del cuello, pero no en el largo de las mangas. Yo ni siquiera sabía que hubiera distintos largos de mangas... Y como tengo un poco cortos los brazos, el resultado era que casi siempre me quedaban largas las mangas de las camisas que compraba y me las tenía que doblar

Pong: En eso se atarea su mente, señor Pym?

Pym: Eso pensaba... y algo más; recordaba que fue mi amiga, la señorita Buba Yodo

Pong: Quién?

Pym: ...la que me enseñó a mirar el largo de las mangas antes de comprar una camisa... Ah, la Yodomoto me enseñó tantas cosas...

Pong: No era Buba Yodo?

Pym: Quién?

Pong: La señorita que le enseñó (magnificando) "tantas cosas", no era Buba Yodo y no Yodonoséqué?

Pym: Yodomoto... Era Esmeralda BabelichYodomoto... Gitana y japonesa a partes casi iguales, una mezcla monstruosa, se lo puedo asegurar, y digo casi a partes iguales, porque sus antepasados incluían un rabino que se volvió loco y se ahorcó, y a un grande de España, el duque de Pulgamoza, que tenía más de quinientos perros y exquisita educación Cuando yo la encontré acababa de salir de la cárcel...

Pong: Quién?

Pym: Yo... y era como un niño que no entiende el mundo...

Pong: Estuvo usted preso? Veo que ya se anima a hablar de usted, señor Pym...

Pym: Qué mejor que contar nuestra vida a un moribundo...

Pong: Un moribundo? De qué habla usted, señor?

Pym: Digo, una refrescante confesión general, señora, con la certeza de que quien nos oye se llevará con él a la tumba nuestros secretos.

Pong: Qué está usted diciendo? Quién tiene hambre? Yo no, nunca he estado mejor... Además, creo que queda todavía un pedazo del señor Pucciotti, no es cierto?

Pym: Vaya, vaya... qué manera de hablar de il signore Constantino Pucciotti, madame... Tiene usted a veces una frialdad que deshonra la solidaridad humana... Si no amor, que es difícil, tenga al menos respeto al prójimo, más aún cuando el desdichado Pucciotti ya no está con nosotros...

Pong: (Viendo para todos lados) A quién está usted hablando? A mí? Me habla usted a mí? Quiero que sepa, señor Pym, que yo soy una de las mujeres más solidarias y compasivas que hay en el mundo... Eso, sí, sin ninguna duda... ninguna...

Pym: Pues en este bote ha dado usted no una, sino varias muestras de una frialdad repugnante.

Pong: (Ofendida) Tendría usted la bondad de señalarme un ejemplo, un solo ejemplo de la actitud de que me acusa, señor Pym?

Pym: Si señora, por ejemplo, usted intentó por todos los medios a su alcance que no se fumara a bordo de este bote, pese a lo extremo de la situación y pese a estar no sólo al aire libre sino en mar abierto...

Pong: En mar abierto, en mar abierto! Cállese ya, señor, lo que es verdaderamente insoportable es que en lo extremo de esta situación, como dice, se dedique usted como retrasado mental profundo a armar ese ridículo barquito, lleva días con la cabezota (lo mira) hacia abajo, dale y dale con esa cosa!, no le da vergüenza? Deje usted eso, déjelo ya! Tírelo a la basura!

(Pym levanta la cabeza y mira sonriendo a Pong)