Liberal, casi un insulto entre los candidatos; ambos quieren
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 26 de octubre El peor insulto en la política estadunidense hoy día es ser acusado de ``liberal''. Todo político busca cómo utilizar esa palabra contra sus contrincantes o cómo evadir ser calificado como tal. Durante el último mes, el candidato republicano Bob Dole ha acusado a Bill Clinton y a los medios de comunicación de ser ``liberales''. Durante los últimos dos años, el presidente ha rechazado ser un liberal subrayando que él es un ``centrista''.
Ser ``liberal'' en Estados Unidos es similar a ser acusado de ser un estatista en América Latina, alguien que opina que el gobierno puede solucionar todo y que hay un papel para el Estado en resolver los problemas socioeconómicos de un país. Cuando Dole acusa a Clinton de ser ``liberal'', la implicación es que el presidente tiene ``más fe en el gobierno que en el pueblo'', como lo afirma el republicano. O sea, que el gobierno debe involucrarse en los asuntos sociales como educación, salud, regulación empresarial, etcétera.
Clinton a su vez ha afirmado que él no es un ``liberal'' ya que, como aseveró desde su informe presidencial, la era del gran gobierno'' ha terminado. La reforma de las estructuras del estado de bienestar al promulgar la reforma del welfare, y pedir que problemas de educación se resuelvan mediante ``voluntarios'', como en el caso de la propuesta de alfabetización de niños de primaria por universitarios, y la denominada iniciativa para ``reinventar el gobierno'' encabezada por Al Gore para reducir la burocracia federal, son las pruebas que presenta Clinton de que representa un ``nuevo demócrata''.
Para subrayar que es un ``centrista'', el mandatario se ha dedicado a promover ideas e iniciativas tradicionalmente conservadoras o vinculadas con el Partido Republicano: la lucha contra el crimen, el control de la inmigración, los ``valores familiares'' y el fin del pilar del estado de bienestar, el welfare. Dole y los republicanos han repetido que Clinton les ha ``robado'' las ideas, y ``secuestrado'' sus iniciativas tradicionales. El representante Lee Hamilton señala que ``Clinton se ha movido al centro del espectro político'', en parte por haber ``aprendido las lecciones'' de la derrota que sufrieron los demócratas en las elecciones legislativas de 1994. Ser ``liberal'' es ser ``nostálgico'' de los tiempos del estado de bienestar social fundado por Roosevelt con el New Deal de los treintas. Ahora, lo ``pragmático'' es lo opuesto: permitir la ``libertad'' del mercado y del individuo, lo cual implica reducir los impuestos y regulaciones gubernamentales y las antiguas responsabilidades del gobierno para el bienestar social. Sobre esto, al parecer, se ha llegado a un consenso bipartidista en las cúpulas políticas de este país. Del otro lado, ser llamado ``liberal'' en la izquierda es igualmente insultante: implica ser ``reformista'' dentro de la estructura actual.
No son buenos tiempos para los liberales, pero al ceder ante el feroz ataque contra el lado liberal de la política estadunidense lanzado en 1982 por Reagan, se ha logrado un objetivo largamente deseado: el desmantelamiento de la herencia de Roosevelt.