Tras la guerra fría se desató la guerra sucia contra los hombres y pueblos marginados, dice Leopoldo Zea ante la Asamblea Mundial por la Paz
Georgina Saldierna V. Al concluir la guerra fría, lo que hoy se vive en el mundo es una guerra sucia en contra de los hombres y de los pueblos marginados, dijo ayer el filósofo Leopoldo Zea, durante la Asamblea Mundial por la paz.
El destacado intelectual consideró que detrás de esta guerra sucia para impedir el desarrollo compartido se encuentra la ultraderecha de Estados Unidos, ``que nada quiere saber de compartir algo que considera fruto de sus propios y peculiares esfuerzos''.
También señaló que deatrás de este nuevo enfrentamiento en América Latina se encuentra la ultraizquierda, que en 1989 se quedó sin piso y sueña con revoluciones que suplan la truncada.
En su ponencia La paz de la guerra fría a la sucia, Leopoldo Zea recordó que a fines de 1989, cuando se derrumbó el muro de Berlín, se anunciaba la posibilidad de una auténtica paz. Sin embargo, esta esperanza pronto quedó negada por el ``brutal castigo'' que sufrió el pueblo de Panamá a finales de ese mismo año; la Guerra del Golfo en 1990 y la desarticulación de la Unión Soviética en 1991.
Resaltó que, al caer el muro de Berlín, profetas seguidores de Hegel anunciaron el fin de la historia para los pueblos que habían alcanzado el extraordinario desarrollo de los últimos tiempos y la historia sin fin para los que no fueron capaces de alcanzarlo. ``Era la vuelta al liberalismo darwinista del siglo XIX con el absoluto triunfo de una potencia que supuestamente en la carrera armamentista había puesto fuera de combate al socialismo real'', añadió.
El catedrático de la UNAM explicó que, dentro de esta concepción, el sistema triunfante no tenía nada que compartir con pueblos que no habían alcanzado por sí mismo el desarrollo del mundo occidental. De esta manera, Estados Unidos siguió siendo el garante de que los logros del Mundo Occidental no serían afectados por el nuevo enemigo: el Tercer Mundo, subrayó.
Para no lesionar los intereses de los países desarrollados, agregó, se instrumentó una guerra sucia sin cuartel en contra de los estados pobres.
De acuerdo con Leopoldo Zea, en la guerra sucia que padece el mundo, se manipulan y se anulan valores reconocidos; se fomenta el odio entre las etnias; los sacerdotes cristianos hablan de la amenaza de la guerra como instrumento para alcanzar la paz, y se hace todo lo necesario para impedir que los grandes centros de poder del mundo moderno sean afectados por la ``impertinencia de los marginados''.
Pese a ello, dijo, las grandes naciones desarrolladas saben que es una necesidad estimular crecimientos en otros países para mantener el propio. Por eso fomentan el desarrollo, pero imponiendo condiciones que permitan un crecimiento en su beneficio, subrayó.
Así, destacó, los pueblos pobres tienen que demostrar su capacidad para respetar los derechos humanos y para impedir el narcotráfico.
Durante los trabajos de la Asamblea Mundial por la Paz, también participó el secretario general del Consejo Palestino para la Justicia y la Paz, Marai Abdul Rahman, quien, por su parte, señaló que la paz justa es aquella que garantiza el derecho a la autodeterminación para todos los pueblos y el establecimiento de regímenes democráticos que aseguran el sustento y la dignidad para todos los ciudadanos.