El presidente Clinton fuma exclusivamente seis puros al año. En Estados Unidos, su país, los puros se llaman cigars; no podrían llamarse habanos por obvias razones políticas. Uno de los más famosos fumadores de habanos es, sin duda, Fidel Castro. Aunque, para reafirmar su campaña contra el tabaco, ha dejado de practicar el arte de arrojar humo por la nariz y por la boca, sus puros de tamaño descomunal y la voracidad con que los fumaba, han ilustrado los más sabrosos momentos de la historia del tabaquismo. Cuando menos tres personalidades han quedado encantadas con los habanos del comandante: el escritor William Styron, el músico Roger Waters y el poeta Octavio Paz.
Hace poco más de un año el presidente Clinton recibió en su casa (blanca) al capitán Scott O'Grady, quien además de ser su amigo personal, venía de ejecutar ciertas maniobras heroicas en Bosnia que le habían valido una medalla. Para celebrar ese encuentro feliz, el presidente desempacó un par de cigars que buscaban ponerle un poco de humo a la animada conversación, que ya empezaba a animarse de más con la segunda ronda de coñac. Si el presidente fuma seis cigars anuales y esto sucedía en junio, no es difícil especular que se trataba del tercer cigar de ese año. Todavía no alcanzaban a expulsar la primera bocanada cuando Hillary Rodham, la primera dama, lo expulsó junto con su héroe y su medalla, al Truman Balcony, para que terminara de consumar en la intemperie su atrocidad. Y eso no es nada, diría después el presidente Clinton en una entrevista con Tabitha Soren de MTV (el auténtico, no la versión tropicalizada que vemos aquí). Después de revelar que Hillary efectivamente lo vigila para que no fume, aseguró que la dureza de su hija en los asuntos del tabaco es bastante más dolorosa; lo dijo así: ``she's the most militant person in our house''. ¿La persona más militante?, ¿que no mejor deberíamos militar la enorme minoría que todavía fumamos?
William Styron cuenta de un almuerzo a bordo del yate Patrick J., en donde los anfitriones eran Jackie y JFK (ese presidente que tenía el mismo nombre que el personaje cinematográfico de Oliver Stone). Styron observa que durante ese ``infortunado'' almuerzo en medio del océano, la primera dama no bajó los pies del ``regazo presidencial''. Al final, como plus para el tiempo de los postres, JFK repartió unos cigars Partagás que eran nada menos que habanos de La Habana, prohibidos en esas aguas territoriales, por ese bloqueo contra Cuba que él mismo había echado a andar. Styron guardó ese habano tan costoso para otra ocasión y en su lugar prendió uno de sus habituales puros de aroma económico. El relato continúa en una fiesta en Nueva York, en donde casualmente vuelve a encontrarse con JFK. Platican unos minutos sobre los proyectos literarios del escritor hasta que el presidente, distraído por otra conversación, se despide diciendo: ``Cuídate''.
Styron concluye así su historia: ``Fue algo que debí decirle a él, pues exactamente dos semanas después, otro viernes, el estaba muerto en Dallas. Fumé el Partagás en su memoria''.
En el libro El poeta en su tierra, Octavio Paz le cuenta a Braulio Peralta, de un viaje en barco que hizo en 1968, de la India a París. Al llegar se sentía tan mal que tuvo que consultar al médico. El remedio fue planteado con la suavidad característica de los doctores: ``lo que tiene que hacer es dejar de fumar, si no se quiere morir''. Paz sigue: ``¿Ni siquiera puedo fumar un puro?, pregunté. Por un mes o dos fume puros, contestó. Ese día tenía que ver por la tarde a Julio (Cortázar), que tenía la misma edad que yo: 55 años. Le conté lo que me había dicho el médico. Inmediatamente me respondió: Hombre, Fidel Castro me ha regalado una caja de puros habaneros. Yo no fumo y te la regalo. Acepté y durante una temporada me fumé la caja de puros que Fidel había regalado a Julio Cortázar. Así pude pasar del tabaco a la abstención''.
En 1975, Roger Waters ensayó un monólogo hipotético entre Fidel Castro y un (también hipotético) muchacho dispuesto a beberse (o a fumarse) los consejos del comandante. Según los especialistas, se trata de un hecho real que el músico vio en un documental de la BBC. En dos o tres ocasiones la prensa lo ha cuestionado sobre el origen de esta historia; Waters, simplemente, se ha quedado en silencio. De cualquier forma, este monólogo existe, aparece en las primeras líneas de la canción Have a Cigar, del álbum Wish you were here de Pink Floyd: ``ven aquí, querido muchacho, toma un cigarro. Vas a irte lejos, volarás alto, nunca vas a morir, si perseveras vas a conseguirlo, ellos van a quererte''.