Gert Rosenthal, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, presentó su visión acerca del futuro del desarrollo económico de la región en el contexto mundial, ello en el marco de la XII Conferencia de Facultades, Escuelas e Institutos de Economía de América Latina, que tuvo lugar la semana pasada en la Facultad de Economía de la UNAM.

Los planteamientos fundamentales que expresó en esta ocasión fueron los siguientes: en primer lugar, se refirió a los logros e insuficientes del proceso de reformas económicas en el que está inmersa la región. Entre los primeros, destacó el proceso de estabilización económica que permitió reducir drásticamente los niveles inflacionarios prevalecientes durante la década de los 80. En lo referente a las insuficiencias, señaló que la evolución más negativa fue la que se dio en los campos de la distribución del ingreso y de la lucha contra la pobreza. A mediados de la década de los 90, los niveles de pobreza todavía son considerablemente más elevados que los prevalecientes en 1980, mientras que la distribución del ingreso, tradicionalmente muy desigual en la región, se ha tornado aún más inequitativa.

Los principales factores determinantes de estas tendencias negativas en los campos de la pobreza y la distribución son, según Rosenthal, los siguientes: la baja capacidad de generación de empleo, explicada por la incapacidad de alcanzar ritmos persistentemente elevados de crecimiento económico; el sesgo de las políticas estabilizadoras, basadas en gran parte en la contención de los salarios y del gasto público; y la profundización de la brecha que separa los sectores moderno y más tradicional de la economía. Ante las reformas económicas hubo un pequeño sector de empresas, las exportadoras, que pudieron hacer frente a las nuevas condiciones, mientras que un gran número de ellas no tuvo esta capacidad.

Otras insuficiencias que destacó fueron el gran déficit en el sector externo derivado del pequeño crecimiento, el que fue financiado, en gran parte, por capital externo muy volátil que agudizó la tradicional fragilidad externa de nuestros países; la caída del ahorro interno, de tal modo que la afluencia de capital externo no se canalizó hacia mayores inversiones, sino hacia la importación de bienes de consumo; la vulnerabilidad de los sistemas financieros y la fragilidad de la estabilización fiscal, que ha obligado, particularmente en México y Argentina, a aumentar las tasas impositivas ante la caída en los ingresos fiscales derivada de la recesión de 1995.

Estas insuficiencias, según Rosenthal, están indicando que ante la región se plantea la necesidad de una redefinición de políticas económicas, cuyos ejes orientadores deben ser dos: la relevancia de mantener los logros alcanzados en materia de estabilización, como condición necesaria para estimular el crecimiento, y el reconocimiento de que el mercado y las reformas macroeconómicas son, por sí mismas, insuficientes para dinamizar la economía.

Por último, Rosenthal se refirió a las características centrales que debe asumir la reorientación de las políticas económicas. Fueron cuatro los elementos que destacó: en primer lugar, la necesidad de trasladar el énfasis desde las políticas macroeconómicas de corto plazo hacia las estrategias de desarrollo económico de mediano plazo, de tal manera que la estabilización pueda conciliarse con el dinamismo de la economía. Segundo: los gobiernos deberán asumir una posición más activa con el fin de alentar el desarrollo de la capacidad productiva y de atenuar la inequidad distributiva. En tercer término, destacó la necesidad de impulsar las exportaciones con mayor valor agregado, las que pueden derivarse de la transformación industrial de los recursos naturales. Finalmente, puso énfasis en la necesidad de incorporar la problemática ambiental a las políticas de desarrollo, con el propósito de compatibilizar el crecimiento con la explotación y procesamiento ambientalmente eficiente de los recursos naturales.