EL TONTO DEL PUEBLO Jaime Avilés
El descubrimiento de Mixiotepec

A Ciro Gómez Leyva

1

Dormido que voy, despierto y me veo amarrado a un asiento, en un salón en forma de tostador de pan, con las ventanas cubiertas por gruesas cortinas de franela oscura. A mi lado, detrás y al frente, en dos hileras paralelas, hay otros sillones como el mío que en el acto de abrir y cerrar los ojos de nuevo me parecen más adecuados para un consultorio dental que para esa cámara de tortura que de pronto se inclina a la derecha y de pronto a la izquierda, mientras algo vibra en los zapatos de todos.

Ante mí, a metro y medio de mi cabeza, un acróbata de las artes marciales brinca y desnuca a dos hampones de una patada circular. Entonces comprendo: estoy dentro de un moderno, ergonómico y lujosísimo Tecamacharco Plus, y por lo tanto no puedo fumar, ni abrir la cortina para ver el paisaje, ni desentenderme de la película de saltimbanquis orientales que repiten, a todo volumen, cuatro o cinco monitores de televisión. Y en ese momento recuerdo la parte final de un breve sueño.

2

Iba en un camión de segunda, muy veloz, corriendo sobre una carretera que bordeaba el Golfo de México a la altura de la región de los brujos y en el sueño sabía que iba dormido a la orilla de cierta mujer. De repente, dormido, sueño que despierto y la mujer ya no está. En su lugar sólo queda una rotunda manzana roja, sentada sobre una servilleta de papel.

Vaya, me digo soñando de buen talante: ya que no se despidió, por lo menos dejó un beso.

Y tomando la fruta y frotándola contra un puño, siempre en el sueño, muerdo su delgada piel con la razonable precaución de un chimuelo y mastico su húmeda carne amarilla con la razonable desconfianza de Blanca Nieves, por aquello de ``la seductora bruja que tenía'', según Sabina, ``bajo la falda una calculadora...''. Y soñando tarareo el estribillo que sigue, hasta el final: ``Y yo que no soy más/ listo ni tonto que cualquiera/ a mis cuarenta y pocos tacos/ ya ves tú/ igual sigo de flaco/ igual de calavera/ igual que antes de loco por cantar/ por cantar el blues/ de lo que pasa en la escalera...''.

Pero cantando en el sueño ocurre que bajo el efecto de la manzana me veo disparado al cosmos y penetro en el campo mental nada menos que de La Paca y por un instante me apropio de sus visiones. Entre nubes de hielo seco y rodeados por las falsas plantas de un jardín de Cachirulo, surgen con toda claridad las imágenes de Raúl Salinas de Gortari, blandiendo un bat, y de Manuel Muñoz Rocha en cuclillas, la mano derecha entre las piernas, haciendo gestos con los dedos, la mano izquierda envuelta en una mascota de receptor. Y al oír la pregunta impostada con voz de ultratumba: ``¿Quién estaba pichando?'', despierto con sobresalto y descubro, como ya he contado, que iba en un Tecamarcharco Plus.

3

Mientras la Secretaría de Gobernación se bate en duelo de esgrima con el arzobispo primado de México, la Procuraduría General de la República efectúa el operativo más espectacular e increíble del sexenio basándose en los poderes de una maga.

Es decir, la administración de Zedillo, por una parte, consulta con los sectores extraparlamentarios de la corte celestial (léase, los espíritus que informan a La Paca), al mismo tiempo que, por la otra, embiste a la Iglesia con toda la fuerza del Estado. Qué país, me digo incorporándome porque el autobús se ha detenido en una estación de gasolina y los pasajeros disponemos de veinte minutos para olvidarnos de Bruce Lee.

Tanto la defensa de Raúl Salinas como la fiscalía especial, recuerdo caminando por el pasillo, gastarán miles de dólares en médicos forenses importados, para resolver si los huesos de El Encanto eran de Manuel Muñoz Rocha o si el hallazgo inducido por la vidente era sólo para distraer a los televidentes. Lo paradójico es que mientras el aparato de la llamada ``justicia'' requiere de experiencias y tecnologías que no se producen en el país, en la Universidad Nacional Autónoma de México se llevará a cabo una competencia virtual, entre casi veinte académicos de derecha, de los cuales, merced al dedazo del Presidente de la República, saldrá el heredero del doctor José Sarukhán, que en la era del neoliberalismo pasará a la historia, y al retiro, como principal responsable de la deseducación superior en México.

Sarukhán legará, tras su rectorado de ocho años, una Universidad Nacional reducida a las dimensiones que le impuso el Banco Mundial, como condición para financiar sus proyectos modernizadores, algunos de ellos altamente sospechosos en más de un sentido, por ejemplo, la construcción de laboratorios más sofisticados en el Colegio de Ciencias y Humanidades a cambio de la supresión del pensamiento social crítico en los programas de estudio.

Recortada y jibarizada como tantas otras instituciones del Estado --el ``gobierno'', entre ellas, o la ``justicia''--, la UNAM que Sarukhán deja tiene capacidad, apenas, para atender a sólo 250 mil de los 6 millones de jóvenes que demandan educación superior en la ciudad de México, ese hoyo en donde el cupo de la UNAM y de las otras universidades, públicas y privadas, no asciende en su conjunto a más de 600 mil estudiantes.

En un país donde el 90 por ciento de la población escolar en edad de seguir una carrera universitaria se encuentra fuera de la Universidad, Sarukhán se va, pero su proyecto político se queda, porque a fin de cuentas no es suyo y no importa quién sea el ungido para continuarlo, me digo estirando los brazos y bostezando al rayo del sol ahora que he puesto los pies en tierra firme.

4

Junto a la gasolinera hay un café, equipado con una estufa para rostizar pollos y una rockola de compacts con aspecto de carrito eléctrico para chocar en las ferias.

--¿Qué pueblo es éste? --pregunto, leyendo el catálogo de los discos.

--Mixiotepec --me revela, sonriendo con su babero engrasado y su gorrita blanca, el descuartizador que no cesa de afilar sus cuchillos.

Por una ranura, deslizo la moneda con el desenfado del director del Banco de México. Después de un traqueteo que resuena desde adentro, se enciende un foquito azul. Oprimo las teclas L y M y me siento a oír. Al cabo de los retorcidos acordes de una guitarra, entra Sabina cantando: ``El más capullo de mi clase/ qué elemento/ llegó hasta el Parlamento...''.

Jorge Fernández Menéndez, columnista de El Financiero, escribió recientemente: El Congreso ``demostró lo que la semana pasada reconoció el propio Marcos: el EZLN se ha desgastado'', y ``para colmo a don Samuel (Ruiz) lo ignoraron para el Nobel'' y ``en ese contexto'' (como quien dice: y por eso), el EZLN regresó al diálogo con la Cocopa''. Falso: la debilidad política que sugiere el columnista no es del EZLN sino de la delegación gubernamental, esto es, de sus fuentes. Y éstas, se dice en todas partes, se encuentran batiéndose en retirada y con una desorganización tan grande que le dictaron este caótico panorama:

``Marcos dijo, en un texto publicado por los reporteros Amalia Avendaño, Andrés Becerril y Elio Henríquez, de El Financiero, Excélsior y La Jornada respectivamente, el 17 de octubre pasado, que el EZLN podría postular un candidato propio para las elecciones del Distrito Federal''. Dos días después, el 19, ``a un grupo de corresponsales extranjeros, entre ello Bruno López, le dijo que temía por la prolongación del conflicto, reconocía su desgaste y volvió a criticar duramente al EPR''. Y prosigue:

``Sin embargo, algo ocurrió, porque con esa declaración surgieron los rumores de enfrentamientos internos entre comunidades zapatistas''. Falso una vez más.

5

En las cuentas y los cuentos de Fernández Menéndez y de los suyos, las declaraciones de Marcos a Bruno López se produjeron después del sábado 19 y, en esta lógica, el rumor de los choques armados entre zapatistas habría surgido hacia el domingo 20. Esto es, Marcos fue el culpable de esta ``reacción'' (¿de los propios zapatistas, del EPR, de quién?) que, a la postre, acabaría afectando no al EZLN sino a los mercados financieros que el domingo 20, Fernández Menéndez tendría que saberlo, estaban cerrados.

La historia del rumor la reconstruyó, hace ocho días en este espacio, el tonto del pueblo. Y se inició el jueves 17, supuestamente en la cañada de Ocosingo, cuando el periodista Freddy Martín Pérez, director de El Nuevo Péndulo, de Tuxtla Gutiérrez, ``supo'' que había ``muchos muertos y heridos'' en cuatro comunidades de ese rumbo. La noticia apareció el viernes 18 y de inmediato fue ``levantada'' por el corresponsal de la agencia Efe en Chiapas y a las 12:00 del día ``recogida'' por Televisa, en forma de avance informativo del noticiero que pasaría una hora y media después y en el cual no fue mencionada ni siquiera como pretexto para ofrecer una disculpa.

Más: en los círculos concéntricos de la política, bastó un somero seguimiento de los hechos para colegir que la maniobra se había originado en algún lugar que vinculaba la cárcel de Almoloya, residencia de Raúl Salinas de Gortari, y el gobierno de Chiapas, cuyo titular interino, Julio César Ruiz Ferro, fue súbdito del hermano incómodo en el sexenio anterior, a la vez que Fernández Menéndez colaboraba en el aparato de prensa del salinismo, en su carácter de subdirector de El Nacional, ese gran periódico independiente.

6

Es en el instante que el chofer llama a todos a bordo de nuevo cuando, empujando la puerta de mosquitero, entra el tonto del pueblo en el café. ``¿Pero qué haces en Mixiotepec si yo voy a Tecamacharco a verte?'', le reclamo con asombro. Esta, me digo, ha sido una mañana de extraordinarias coincidencias que pronto se volverán deslumbrantes. Porque en la rockola aún canta Sabina cuando el tonto me propone que iniciemos esta página con una revelación que acaba de enterarse. A principios de 1997, el poeta andaluz Joaquín Sabina, me dice, grabará una canción escrita hace muchos años por Marcos.