El general Lebed (pronunciar Liebed, el cisne en ruso) no cayó sino que decidió saltar como buen paracaidista que fue, antes de que lo empujaran. No se fue vergonzosamente sin avisar, sino que presentó seis veces su renuncia en 120 días, hasta que le tomaron la palabra. No tiene sentido especular sobre el porvenir del general, porque todo depende del músculo cardiaco del presidente Yeltsin. Lebed ha dicho que no quiere ser el burro de la fábula que patea al león viejo, que respeta al viejo campeón enfermo, que no a su ``gran visir'', el ``regente'' Anatoly Chubais a quien atribuye ambiciones presidenciales, y por lo tanto toda la responsabilidad de su despido. Los ``regentes'' Chubais (41 años) y Tatiana Dyashenko (36 años), la hija menor de Yeltsin, son muy amigos; fueron los artesanos de la reelección de Yeltsin y el premio de Chubais, de quien se dice que ``será asesinado o llegará a la presidencia'', tan fuertes son las pasiones que desata, ha sido la dirección de la administración presidencial. De hecho controla todas las actividades del Estado, encima del primer ministro, y es la única persona con Tatiana que tiene acceso directo al presidente, desde su infarto del 26 de junio. Eso le fa un poder enorme... mientras viva Yeltsin.
¿Qué hizo Lebed para que lo despidieran? Todo. Multiplicó las provocaciones como las hazañas. Se la pasó criticando abiertamente al presidente y pidiendo su renuncia; exigiendo mayores poderes y control sobre los ministerios de seguridad y en varias ocasiones la renuncia del secretario de Gobernación, general Kulikov, a quien acusó de criminal responsabilidad en el desastre chechén. En una palabra, fue más que conflictivo. Al mismo tiempo manifestó unos talentos raros para la conciliación y el sentido común, lo que le valió el reconocimiento de un liberal como Yavlinski. Fue Lebed y nada más Lebed quien supo ganarse en unas horas la confianza de los insurgentes chechén y en unos días lograr primero la tregua, después una paz en forma, congelando por cinco años la decisión sobre el estatuto definitivo de Chechenia. Lebed habla fuerte y al mismo tiempo se revela como un hombre de diálogo y de compromiso, bastante centrista.
Alexander Lebed, 46 años, nació en Novocherkask, en tierra cosaca, de padre ucraniano y madre rusa. Hijo de proletarios no pudo entrar en la escuela de aviación militar por razones médicas, y terminó entrando en el cuerpo de los paracaidistas. Capitán al principio de la guerra de Afganistán, le tocó participar como general en todas las guerras étnicas de 1988, a 1992: Bakú, Karabaj, Georgia y Moldavia, donde fue jefe del XIV Ejército y se dio a conocer, primero aplastando a los moldavos que reprimían la secesión rusa en Transnistria, después poniendo en cintura a los mismos secesionistas: parejo y justiciero. Condenó la guerra contra Chechenia como una estupidez y un crimen, renunció en 1995 y se lanzó a la política hasta ganar una tercera posición, con 15 por ciento de los votos, en la primera vuelta de las presidenciales. Sin partido y con poco dinero, hoy en día viene en primera posición con 40 por ciento de las intenciones de voto para una eventual elección presidencial. El comunista Zyuganov sigue muy lejos con 20 por ciento.
Todo esto confirma que había que eliminarlo. Quiénes son tus enemigos y te diré quién eres. Cuando el 17 de octubre Yeltsin despidió a su asesor y secretario del Consejo de Seguridad Lebed, el fascista Zhirinovski y el comunista Zyuganov dieron una conferencia de prensa juntos aprobando la medida. Los apoyaban el secretario de Gobernación y general Kulikov y todos los hombres políticos, menos el liberal Yavlinski y el joven gobernador de Nizhni Novgorod (¿un presidenciable?), Boris Nemtsov. Según Nemtsov, Lebed es ``muy popular; es como el Boris Yeltsin de 1987'', es decir, cuando Gorbachov creía haber defenestrado a Yeltsin.
Su Yeltsin sobrevive, los ``regentes'' podrán ejercer el poder y Lebed tendrá que aprender a durar haciéndose de un partido o de una base provincial con un puesto de gobernador por ejemplo. Si Yeltsin muere pronto, podría ganar las elecciones, pero el problema más urgente y más grave es el de Chechenia. Los chechenos consideran que ``el partido de la guerra ha vencido a Lebed(...) de un Kulikov se puede esperar lo peor; este hombre es una vergüenza para el ejército y para Rusia. Seguimos en la vía abierta por Lebed, pero listos para la guerra en cualquier instante''.