Octavio Rodríguez Araujo
Las opciones del EZLN

A Maruza Castillo Nájera, mi solidaridad

A raíz de las declaraciones del subcomandante Marcos a Univisión (20/10/96) se ha notado un cierto desconcierto entre personas que simpatizan con las causas del EZLN.

El EZLN explicará y precisará en su momento, supongo, estas declaraciones. Aun así, considero asunto de responsabilidad como analista independiente dar mi punto de vista al respecto.

En primer lugar quisiera recordar que la única forma en que los indígenas de Chiapas fueron realmente escuchados en México y en el mundo fue por su levantamiento armado. En segundo lugar, no debe olvidarse que amplios sectores de la sociedad (omito deliberadamente la expresión sociedad civil) se solidarizaron con las causas de ese levantamiento aunque no todos aceptaran como viable su forma.

En tercer lugar, conviene recordarlo, el EZLN acudió reiteradamente a la sociedad (ahora sí civil) tanto para que ésta hiciera propia la lucha por las demandas zapatistas con sus propios métodos, como para que la sociedad indicara qué tipo de fuerza debiera ser el EZLN. En este largo proceso los gobiernos federal y de Chiapas no cejaron en su estrategia de cerco militar y económico a las comunidades presuntamente zapatistas y en la provocación de inestabilidad en éstas y a su alrededor (guardias blancas, entre otros elementos). En paralelo, el gobierno federal restableció el diálogo con el EZLN pero bajo condiciones ostensiblemente favorables al poder, entre éstas previamente dictando orden de aprehensión a los presuntos dirigentes zapatistas suspendidas mientras exista el diálogo y escamoteando la posibilidad de acuerdos entre las partes que pudieran beneficiar tanto a las comunidades indígenas (Mesa I) como al pueblo mexicano en su mayoría (Mesa II).

La fuerza y la debilidad del EZLN, en este esquema, y lo he dicho de diversas maneras en estas páginas, ha estado precisamente en la sociedad civil y en su condición de víctima de un modelo económico y social y lo que esto implica (temores provocados por su situación estructural y por la desinformación que priva en México, atomización, actitudes individualistas propias de una condición de crisis económica, etcétera). Por lo tanto, al cerrarse un ciclo de lucha que se caracterizó por la influencia moral y política de un ejército rebelde cercado y amenazado por el poder y su ejército, habría que iniciar otro ciclo. Y éste, lógicamente, no puede ser otro que la búsqueda de la organización de la sociedad en la naturaleza de ésta, es decir como sociedad al margen de las esferas del poder, de la política asociada con éste y de la élite de esa misma sociedad que, por ser élite, actúa de espaldas al origen, a la sociedad de la cual surgió y a la que se debe.

No hay, por lo tanto, ruptura en la estrategia zapatista iniciada precisamente el día en que acudió a la sociedad. Lo que, según todo indicio, parece que se está dando, es un salto cualitativo que convierta al EZLN no sólo en una fuerza política sino en una fuerza política capaz de coadyuvar eficazmente a la organización de la sociedad, necesariamente como tal y, por lo mismo, al margen de las estructuras y de las instituciones del poder. Y aquí radica la originalidad de la propuesta, según la veo, de las declaraciones de Marcos a Univisión. En otros términos, esta originalidad no es convertirse en fuerza política, puesto que ésta fue la propuesta llevada a la Consulta Nacional de agosto de 1995, sino trascenderse como fuerza armada para participar directamente en la formación de esa fuerza política que será, con base en el EZLN, distinta de éste, su negación de hecho, su desaparición si se prefiere.

De otra manera dicho, a pesar de que la sociedad civil no ha respondido como muchos hubiéramos deseado, la fuerza política independiente del Estado que puede oponerse a quienes lo dominan sólo puede provenir de la sociedad, no de otro lado, no de otro país ni de otro planeta. Mas, para que la sociedad se recupere a sí misma y exija lo que le corresponde, deberá estar organizada y el EZLN ha creído, con suficientes bases objetivas, que puede asumir ese papel de organizador, al menos en parte. Y para jugar ese papel tiene que salir de los cercos militares que se le han impuesto, y para salir de los cercos militares tiene que dejar de ser, a su vez, una fuerza militar y ser una fuerza política. La lógica no parece dar otras opciones.