La Jornada Semanal, 20 de octubre de 1996


Entrevista con Serge Gruzinski

La historia de la ciudad de México: una empresa paranoica

Alberto Cue

El pasado no es menos fascinante que el futuro, sobre todo si quien habla de él es el historiador francés Serge Gruzinski, autor de La guerra de las imágenes. De Quetzalcóatl a Blade Runner (Fondo de Cultura Económica, 1995), que se ha convertido en obra de referencia, y aun de culto. El libro más reciente de Gruzinski, aún inédito en español, es una vasta historia de nuestra ciudad. Alberto Cue conversó con él para obtener las primicias de su nuevo y estimulante flashback.



Tu último libro Histoire de Mexico, publicado en Francia (Fayard, 1996), habla de la historia de la ciudad de México y está dirigido a los europeos más que a los mexicanos, no es así?

Yo no pretendo ofrecer a los mexicanos una historia de la ciudad de México; sería una muestra más de la arrogancia tradicional francesa o europea. Quise explicar a mis compatriotas lo que fue esta ciudad. No existe en Europa un libro de este tipo: lo que existe es un desconocimiento total de esta ciudad. Hoy la visión de México parece reducirse a Chiapas, a Marcos y a los indios. Pero aquí tenemos el fenómeno extraordinario de la ciudad de México, y la gente no lo conoce, no sabe que detrás de esta ciudad hay la que acumuló todas esas herencias desde la época prehispánica. Es extraño este desconocimiento si pensamos que la ciudad de México era ya en tiempo de su conquista la más grande del mundo. Y sigue siéndolo. Entonces, cómo explicar que esta ciudad, ya fuese la prehispánica o la occidentalizada, no genere en Europa mayor interés? Este libro es un intento de explicación de las distintas ciudades que han existido aquí: ciudad prehispánica, ciudad renacentista, ciudad barroca, ciudad ilustrada, la del siglo XIX, la de la Revolución, la de la modernidad hasta 1985 y por último la ciudad posmoderna a partir de 1985. Es un esfuerzo de explicación de esta ciudad que acumula la historia de un mundo no occidental y, además, todos los momentos de la historia occidental a partir del Renacimiento europeo. Intento dar este panorama y recordar también lo que muchos mexicanos desconocen u olvidan: la importancia fundamental de México en la cultura y la civilización occidentales.

México, una de las grandes ciudades barrocas o ilustradas del mundo occidental, nunca fue una periferia; como productora de cultura barroca, por ejemplo, es una ciudad tan importante como Praga o Nápoles. Quise señalar que en el siglo XX la ciudad de México fue uno de los polos de la modernidad, como Nueva York o Berlín. Al difundirse la modernidad en la década de los veinte, la ciudad de México cobra una especial importancia porque en ella se cruzaron prácticamente todos los itinerarios. Hay que recordarlo: México no es sólo una ciudad del pasado, con pirámides o edificios barrocos: es también, en nuestra modernidad o posmodernidad, uno de los centros más creativos del mundo.

Planteas en tu libro el problema del mestizaje y sugieres que México presenta un proceso muy específico en este terreno.

Desde la Conquista, y tal vez desde antes, la ciudad de México se caracteriza por ser un lugar donde culturas y grupos se mezclan. Esto no quiere decir que la ciudad carezca de contradicciones sociales, de conflictos o de procesos de dominación y explotación; aquí los mundos chocan, se enfrentan, se entrelazan. Y ésta es una característica que podemos rastrear desde 1521 hasta nuestros días. Ahora bien, como yo no podía aspirar a contar una historia completa, tuve que elegir entre varios ejes rectores, y el del mestizaje fue uno de ellos. Es una de las características fundamentales de esta ciudad, con el enfrentamiento entre la cultura occidental y la indígena y el establecimiento de un pequeño grupo de españoles perdido en un océano de aborígenes. Qué pasa luego? En el siglo XVII, la ciudad barroca es también, por ejemplo, una ciudad africana: la minoría más importante de la ciudad son los negros y mulatos, junto con indios, españoles, mestizos, etcétera. Es una ciudad barroca como las europeas, pero donde el pueblo es africano, mulato, mestizo o indígena. Qué tipo de cultura barroca aparece donde quienes cantan y escuchan villancicos cristianos no son etnias europeas sino mezcladas? En el siglo XVIII, la ciudad ilustrada tiene influencia francesa. Cómo reaccionan esos grupos al mezclarse la cultura mexicana barroca con la que llega de fuera bajo la forma de Ilustración? La historia de esta ciudad es la historia del enfrentamiento entre las corrientes más importantes de Occidente y lo que en ella se creó poco a poco. Así, en la ciudad del siglo XVIII se dio un gran enfrentamiento entre la ciudad barroca y la Ilustración recién importada. Finalmente, gana la ciudad barroca, que a través de la Independencia rechaza, en cierta manera, muchos aspectos de la Ilustración. A lo largo del siglo XIX se da el enfrentamiento entre esa ciudad barroca medio ilustrada y lo que viene de Europa, de Francia en particular: separación de la Iglesia y el Estado, secularización, etcétera, y surge el intento por desarrollar un Estado, una república laica que incluyera todo lo acumulado: las herencias renacentistas y barrocas, la cultura popular, las creencias compartidas que no son ilustradas ni homogéneas. Otro momento es la ciudad de la Revolución: la ciudad se enfrenta con el fenómeno revolucionario, que es otra mezcla porque, después de todo, no es la revolución de los soviets, sino la versión mexicana del cambio social.

Hablas, por ejemplo, del fracaso de los guetos y de las trazas que quieren imponerse para la ciudad. Este fracaso se da también parcialmente en el siglo XVIII.

Ya desde el siglo XVI, el proyecto español es establecer dos repúblicas, dos ciudades: la de los indios y la de los españoles; y eso es típico de la occidentalización. Todo parece bien delimitado, pero aquí no es Europa, es América, y tal cosa no funciona. Los indios se van a trabajar entre los españoles y a vivir con ellos para no pagar tributos; los españoles se van a vivir entre los indios porque el terreno es más barato o porque así es más fácil escapar al control de las autoridades. Ya desde el inicio las cosas no funcionan como estaban planeadas; y esto es un ejemplo muy claro en la dinámica entre el proyecto occidental, español, y la realidad que viene a trastornar ese proyecto. En el siglo XVII se dan propiamente esos guetos, barrios africanos, mestizos, mulatos, indios, españoles, es decir, varias ciudades en una sola. Esa es la peculiaridad de la Nueva España y de la ciudad de México. Pero el modelo mencionado no encaja porque la gente se mezcla. Los indios y los negros, finalmente, conviven en las mismas casas porque los negros quieren integrarse, perder la mancha de su negritud y desaparecer entre los demás, porque quieren transformarse; es decir, hay una serie de estrategias colectivas e individuales que la ciudad pone en juego. Y ésa es la riqueza de la ciudad de México y una lección para nosotros los europeos, porque la gente de esta ciudad tiene siempre muchos rostros y muchas identidades. No vive inmovilizada en una definición, vive diversas identidades; como los indios, que van a los servicios religiosos de las iglesias en calidad de indios pero que son mestizos cuando se trata de pagar el tributo indígena; o como las criollas o españolas, que guardan un huipil indígena en su ropero, y así salen a la calle perdiéndose en el anonimato de la noche indígena.

Podemos incluir a los judíos y demás europeos no españoles.

Sí, porque hay una ciudad judía, como había también flamencos. La ciudad de México a finales del siglo XVI es una ciudad bastante cosmpolita, y eso se olvida. México o Lima eran el destino de muchos que por alguna razón escapaban a Europa. Aquí no había tanto control; había la posibilidad de escapar de la Inquisición con otro nombre, con otra identidad. Eso explica uno de los grandes momentos de la historia de la ciudad de México, a finales del siglo XVI, cuando vienen a vivir judíos, flamencos, italianos, alemanes, franceses, que se van integrando y que van aportando elementos de sus propias culturas. Claro que eso cambiará con la época barroca al imponerse un mayor control, pero en cierta manera lo que llamo ciudad manierista, que es la de ese momento, se parece mucho, en ese aspecto, a la ciudad de México de las décadas de 1920, 1930 o 1940. Es un cosmopolitismo producto de esas migraciones.

Tú consideras que este libro es de divulgación, aunque tiene una muy amplia bibliografía, y no renuncias al uso de las notas...

Expresé en el libro elecciones y visiones personales; no soy especialista en el siglo XIX, ni del siglo XX, ni de lo contemporáneo; mis visiones son tal vez muy personales y criticables. En cuanto a las notas, creo que hay que tomar en serio al público, porque merece la misma información que los especialistas. El problema es hacer accesible la narración. Ya después, mi ambición fue proponer una primera información sobre la ciudad de México, para que los estudiantes y la gente interesada puedan hallar libros que completen este trabajo de síntesis y, tal vez, para hacer otros estudios. Incluí también una discografía y una filmografía, porque me parece importante ofrecer elementos que permitan que la gente pueda escuchar la música o ver las películas relacionadas con la ciudad. Creo que los historiadores debemos incluir entre nuestras fuentes películas y música. Para captar una buena descripción contemporánea de la ciudad de México te tienes que remitir forzosamente a la música rock (a Maldita Vecindad o Astrid Hadad) porque es mucho más eficaz, y lo mismo con Agustín Lara para la ciudad de las décadas de 1930 o 1940. Hay un ejemplo en el libro cuando hablo de la ópera en el siglo XIX: además de que venían cantantes y compañías enteras, aquí se crearon óperas como Hildegonda, de Melesio Morales, que recibió el Premio del Arte Lírico, en París. Y hacer escuchar a un francés esta ópera lo obliga a pensar que en México había teatro, ópera, músicos y público. Y éstas son mejores pruebas que todos los discursos o narraciones. Me parece uno de los medios para acercar a los europeos a esta realidad mexicana y para hacer que se planteen preguntas.


México, una de las grandes ciudades barrocas o ilustradas del mundo occidental, nunca fue una periferia; como productora de cultura barroca, por ejemplo, es una ciudad tan importante como Praga o Nápoles.

Comienzas tu relato desde el final; haces una relación de la ciudad actual y luego recomienzas con la ciudad prehispánica, la ciudad mestiza, la barroca, etcétera. Ese comienzo, es una forma de atraer al lector?

Significa varias cosas. En primer lugar, quiero rechazar la historia tradicional. Siempre se comienza por el principio y se acaba por el final; eso para un historiador, después de algún tiempo, resulta un poco aburrido. Ahora, hacer la historia al revés es mucho más complicado; cuando haces la historia con el inicio puesto al final, los conocimientos parecen totalmente determinados, hay una visión un tanto falsa. En segundo lugar, pensé: cómo empezar? Mi primer contacto con la ciudad de México sucedió en la Casa de los Azulejos; no fue con la ciudad prehispánica o la ciudad colonial. Yo llegué a esta ciudad y entré a tomar algo en ese lugar del Centro. Por qué no empezar por mi propio comienzo? Además, cuando estás en esta ciudad no empiezas por el Templo Mayor; lo que llama la atención es lo contemporáneo y el movimiento natural es partir de allí para remontar el tiempo. En tercer lugar, hacer la historia de la ciudad de México es una empresa totalmente paranoica; es imposible escribir esta historia. El hecho de partir del presente, remontar el tiempo y emprender luego el viaje casi en la mitad del libro desde la época prehispánica hasta lo contemporáneo, me permitía contar dos historias de la ciudad: la primera es una historia cultural y la segunda es más bien una historia social. Me hubiera gustado, y lo intenté con la sección fotográfica del final del libro, hacer otro recorrido, pero no fue posible realizarlo completo. Me hubiera gustado remontar de nuevo el tiempo y contar la historia de otra persona. En fin, ello muestra que México es una ciudad de muchos rostros. Así, esta construcción del texto me permitía por lo menos presentar dos caras: la de la Cultura con mayúscula y la del mestizaje, la del fenómeno social. No sé si lo logré, pero el intento se hizo.

Buscaste una unidad a través de tu experiencia para contar la historia.

Es obvio que lo que me interesa en este libro es ofrecer información en Francia, pero para mí detrás de todo eso está el problema personal de mi relación con México y con los mexicanos, la fascinación de una ciudad europea que no es una ciudad europea. Esto sucede hasta en mis relaciones más íntimas con los mexicanos: estar frente a gente que es como yo pero que es distinta. Es esa dialéctica continua que nos acerca y nos aleja. Eso me recuerda que aquí surgió algo distinto.



Entrevista con Felipe Leal

El futuro de las ciudades

Pablo Lazo Elizondo

Hace unas semanas, Felipe Leal asistió al Congreso Mundial de Arquitectura que se celebró en Barcelona. El tema general del encuentro, al que llegaron miles de arquitectos con sacos de pana de todas las latitudes, fue "El futuro de las ciudades". Profesor universitario, divulgador de urbanismo en las frecuencias de Radio UNAM y renovador de la arquitectura mexicana, Leal fue un interlocutor inmejorable en esa discusión sobre la vida urbana. Cuál será el rostro del DF en el porvenir? Esta entrevista ofrece respuestas decisivas.



Por qué se eligió hablar del futuro en el Congreso de la AIA?

El asunto central fue "Presente y futuro. Arquitectura en las ciudades", tema por demás interesante y actual. Hoy en día, cerca del 55% de la población mundial vive en ciudades con población mayor al millón de habitantes y cerca de 15% en ciudades con más de diez millones cada una la gran mayoría de las concentraciones urbanas oscila entre los 50 y los 800 mil habitantes. La ciudad es el fenómeno arquitectónico más importante de este fin de milenio. Imposible aquí omitir la cita de Leon Battista Alberti, para quien la ciudad no era otra cosa que una gran arquitectura, y cada arquitectura podía entenderse como una pequeña ciudad. Si la Revolución Industrial supuso la aparición de las fábricas, la irrupción de nuevas arquitecturas en los tejidos urbanos de diversos orígenes, la globalización de la economía y simultáneamente el acelerado desarrollo tecnológico actual, han provocado en todo el mundo éxodos masivos del medio rural hacia las ciudades y, en consecuencia, nuevas formas de las arquitecturas urbanas. Existen pronósticos que indican que para el año 2020, el 75% de la población mundial vivirá en las ciudades; éste fenómeno se verá agudizado en los países asíaticos, africanos y latinoamericanos, que no cuentan con los recursos suficientes para adaptar adecuadamente sus ciudades y donde no existen alternativas, ni estrategias definidas, ni visión o voluntad para enfrentar lo que se avecina.

Cómo se estructuró el congreso?

El arquitecto catalán Ignacio de Solá Morales, principal ponente del congreso, estructuró la reunión de acuerdo a los cinco aspectos que, desde su punto de vista, son prioritarios al analizar las grandes ciudades actuales. Esta clasificación se desprende de un contexto europeo, y no es aplicable a todas las ciudades del mundo; la vida de una ciudad no se reduce a estos cinco ámbitos, pero para organizar una serie de ponencias la compartimentación resultaba aceptable. Los cinco subtemas fueron:

mutaciones (los grandes cambios que se producen en la transformación de las ciudades actuales);

habitaciones (los nuevos modelos de vivienda debido a la nueva situación metropolitana);

flujos (la incidencia de los medios de comunicación, de información y de transporte en la arquitectura y en las ciudades contemporáneas);

contenedores (las arquitecturas que acogen los nuevos ritos que conforman la vida pública y privada de los habitantes de las grandes ciudades);

terrain vague (las zonas residuales u obsoletas incrustadas en la ciudad, así como los proyectos urbanos que pueden transformarlas).

El terrain vague es el terreno que no tiene un signo de pertenencia?

Exacto. Son los remanentes urbanos que no se sabe a quién pertenecen, y al sumarlos resulta que son grandes cantidades de huecos urbanos desperdiciados. Cómo podemos intervenir esos predios, cómo se puede apropiar la ciudad de esos terrenos para realizar infraestructura de carácter social y finalmente urbana: espacios públicos, centros deportivos, culturales, habitacionales, plazas, etcétera. Cómo utilizar estos residuos urbanos, es un tema fascinante.

Ésta sí es una constante en la mayoría de las ciudades?

Sobre todo de las ciudades que tuvieron un carácter industrial y que se han transformado paulatinamente en ciudades de servicio. Algo semejante sucede en la ciudad de México. En los años cincuenta, el crecimiento de la ciudad se dio sobre todo debido a la concentración de la industria en el Valle de México; en la actualidad, parte de la industria ha emigrado a otros estados y zonas del país, o bien se ha reconvertido, y de sus anteriores instalaciones se ha hecho una interesante muestra de arqueología urbano-industrial; tenemos ejemplos como la ex refinería de Azcapotzalco, los viejos patios de ferrocarril, las subestaciones eléctricas y de mantenimiento de los antiguos tranvías, las fábricas de papel Loreto y Peña-Pobre, etcétera. La mayor parte de las grandes capitales, como París, Londres, Roma, Nueva York, Tokio, se han convertido en ciudades de servicio; vivimos una época en que lo que se transforma son las ciudades, no los individuos.

Esto es parte de la gran revolución de la telecomunicación y la informática: ya no es necesario que todas las partes de una corporación estén concentradas en un solo lugar.

Los edificios corporativos son un ejemplo de ello. Ya no se trata de fábricas sino un conjunto de oficinas que representan a cada compañía. Por ejemplo, en el edificio del World Trade Center se asientan las representaciones de empresas cuyas instalaciones o fábricas no necesariamente están en la ciudad de México, y en ocasiones ni siquiera en el país.

Sin embargo, para funcionar, todos estos servicios requieren de un gran servicio, que es el de la vivienda.

Desde luego. Una de las premisas de calidad urbana es que mientras nos quede el mayor número de servicios a la mano, se vive mejor. Afortunadamente, la idea de las supermanzanas ha sido borrada y se recupera el concepto de coexistencia entre usos diversos. Es importante que la vivienda goce de ciertos servicios relativamente cercanos: un banco, un cine, una panadería. Por esto, hoy en día se han revalorado ciertas colonias como la Condesa y la Roma, que además están ubicadas en un punto central de la geografía urbana. Todo lo contrario sucede en las colonias de la periferia, ya que al estar desvinculadas de una traza urbana articulada, y al no contar con servicios, se convierten en zonas dormitorio. Pero retomando la cuestión de la vivienda, se tienen que generar nuevas propuestas: seguimos construyendo viviendas "familiares" sin considerar espacios unipersonales. Hay que ofrecer viviendas para estudiantes, gente soltera, viuda, divorciada, marginada. Las soluciones para la vivienda continúan siendo muy tradicionales.

Algo así como "Dormimundo"... Esto nos lleva a pensar que la zonificación y las cartas de uso de suelo y ordenamiento urbano son ya obsoletas.

Está bien que exista cierta normatividad en cuanto a la arquitectura que se construya, pero no en cuanto a las actividades que se desarrollen en las ciudades, porque está comprobado que mientras más variados sean los usos de una ciudad, más vital es.

Regresando al tema del terrain vague, cómo lo explicarías puntualmente? Creo que es un concepto que puederesultar muy útil para reorganizar nuestra ciudad.

En el terrain vague la forma está ausente, pero hay "preexistencias" en su entorno y en él mismo; ello le otorga un potencial bárbaro. No se trata de reordenar estos espacios para que se integren a la estructura eficiente y productiva de la ciudad, cancelando los valores que su vacío y su ausencia le dan; por el contrario, estos valores deben ser salvados para que se mantenga su memoria y su ambigüedad. No se trata de llenar el vacío, sino de trabajar la ausencia e interrupción del tejido urbano como elemento para proyectar una nueva función.

Otro de los temas es el de los contenedores.

Este término es algo restrictivo y limitado, pero se refiere a lugares no siempre públicos, tampoco exactamente privados, en los que se produce el intercambio, la distribución, la capacitación y el consumo múltiple de una sociedad ritualizada; aquí conviene recordar a Walter Benjamin, quien vio a los espacios comerciales como los nuevos espacios rituales, fetichistas, de la sociedad moderna. Un museo, un estadio, un centro comercial, un teatro, un hotel, son contenedores según Solá Morales. Son recintos hacia adentro: acotados, protegidos, homogeneizados en su solución espacial, no desposeídos de cierta artificialidad frente a lo externo. Sus exigencias son la clausura y el encierro, el control y el aislamiento.

Qué sucede con los flujos, la antítesis del contenedor?

El movimiento como generador de formas es una actividad incesante en las ciudades. Los habitantes de una ciudad van de un lugar a otro, se detienen, esperan, transbordan, etcétera. Aeropuertos, estaciones de autobuses y ferroviarias, paraderos de taxis, estaciones del metro y transferencias son el lugar común para estas arquitecturas. Se trata de arquitectura pública a gran escala. Esto no sólo se refiere al campo convencional del transporte sino a todo lugar donde se producen cruces constantes de redes de distribución, por ejemplo, la Central de Abastos en la ciudad de México. En este rubro estamos muy a la zaga de los europeos; la cultura del transporte en Europa es impresionante e históricamente ha estado ligada a una gran arquitectura.

Qué puedes decir de las mutaciones en las ciudades?

En las mutaciones se aprovechan las viejas estructuras para darle nuevas funciones. Cómo un edificio puede mutar para cumplir un objetivo distinto al que tenía: un viejo convento, un palacio, se transforman en una biblioteca, un museo o un centro comercial.

Aquí merece la pena hacer una distinción entre una restauración ortodoxa y lo que tratas de describir.

En muchas ocasiones se requiere la libertad de intervenir en los edificios; no se trata de restaurarlos para que se queden como piezas de museo. La arquitectura sin uso no es arquitectura. Lo más importante de estas mutaciones es que se puedan contemporaneizar. Que tú sepas que estás en un edificio del siglo XVI pero con adaptaciones del siglo XX.

De tal manera que el edificio adquiera una "otroreidad".

Sí, lo que sucede es que con los aditamentos de la arquitectura del siglo XX, sus sistemas de iluminación, los elevadores, la informática, etcétera, estos espacios te dan la tensión entre el pasado y la modernidad.

Todos los edificios han sufrido intervenciones a lo largo del tiempo, y cada generación ha tratado de borrar su pasado. Creo que ahora existe una fusión muy interesante y se ha dado esta aceptación de contrarios; aún hay muchas reticencias, pero es la única forma de mantener vivos a los edificios y a las ciudades. Los franceses tienen un término que me gusta mucho: uno más uno es igual a uno (parafraseando a Mies van der Rohe y su less is more); ellos dicen: uno, el edificio del pasado, más uno, la intervención del presente, nos da uno, un conjunto, una unidad con intervenciones del pasado y actuales.

Qué grandes proyectos se expusieron durante el congreso al analizar el porvenir de algunas ciudades en conflicto?

Varios me llamaron la atención. Entre ellos, el caso de Johannesburgo: ahí existe el enorme reto de integrar el tejido urbano a la nueva realidad social, y se han dado a la búsqueda de soluciones espaciales que no reproduzcan el modelo de las ciudades estadunidenses, como Nueva York, Atlanta o Chicago, donde la aparente integración racial no se da espacialmente, pues los barrios o guetos señalan nítidamente dónde habita cada grupo racial. El tema es cómo plantear la vivienda y el desarrollo de un nuevo Johannesburgo "bicromático" en términos de piel humana.

Otro caso es el de Berlín: su proceso de integración física, el futuro tejido de estos dos Berlines que mantuvieron un desarrollo disparejo en los últimos cincuenta años, el rescate de los barrios obsoletos, su reconstrucción, la modernización de la infraestructura urbana,borrar y no borrar las cicatrices de la ciudad...

El caso de Shangai es otro megaproyecto, pues se acaba la concesión de Hong Kong. El traslado de una parte de la actividad financiera y comercial se asentará en Shangai, con el objeto de convertirla en un emporio económico. Desde hace algunos años se ha invitado a prestigiadas firmas de arquitectos para participar en concursos y proyectos, de los cuales muchos ya están realizándose.

En cuanto a la ciudad de México y a la solución de sus graves problemas, se ha caído en una especie de marasmo. En la mayor parte de las ciudades que se han renovado hay una constante: la voluntad política. Convertir su problemática en su gran riqueza, le otorgó una visión renovada a París o Barcelona; ambas son resultado de iniciativas políticas. Y es el caso de España, donde la efervescencia política propició que los arquitectos jóvenes y los maduros, que habían tenido tiempo suficiente para reflexionar, salieran a la calle a realizar sus propuestas. Y es el caso de Berlín, producto de la unificación alemana ciertamente con un gran sustento económico, pero donde la voluntad política jugó un papel relevante. En Sudáfrica y Shangai sucede lo mismo, y no se diga en Francia durante la década pasada. Francois Mitterrand sabiamente decía: "Un pueblo culto tiene una gran arquitectura." París es prueba de ello: una ciudad que además de su enorme tradición se encuentra en permanente renovación y logra que sus habitantes la sientan viva.

Entonces queda claro que lo que falta en México es esa voluntad política...

Lo que nos falta es ese oxígeno. Existen extraordinarios arquitectos jóvenes y maduros que debieran estar construyendo y renovando esta ciudad y muchas otras que lo piden a gritos, pero sucede que están desempleados o haciendo obras de pequeña escala. La ciudad de México tiene una gran diversidad de problemas, unos ya superados por otras ciudades y otros inéditos y muy complejos de resolver. Es terriblemente contradictoria pero a la vez fantástica. Goza de una vitalidad y de una energía insospechadas. Existen en ella zona muy ordenadas en cuanto a su traza, hay barrios bien planeados, como las colonias Juárez, Cuauhtémoc, Guerrero, Condesa, Roma, Del Valle, Nápoles, el Centro Histórico... El problema está en el tejido metropolitano, absolutamente heterogéneo y desarticulado. Lo que más nos lastima son las enormes diferencias sociales. Pero sin duda es una gran metrópoli, un conjunto de muchas ciudades, una ciudad de ciudades.

Padecemos un rezago, originado en décadas recientes. La ciudad tenía un perfil y una estructura manejable hasta los años cincuenta y parte de los sesenta; era una ciudad amable donde se vivía relativamente bien. La debacle es relativamente reciente: centralismo, explosión demográfica, respuestas tardías a conflictos previsibles, medidas absurdas como la Ley de Rentas Congeladas o la prohibición de los fraccionamientos en el Distrito Federal, medidas que condujeron a que se construyera en los estados vecinos. A pesar de ello, creo que la ciudad es viable. Es una ciudad vital y ésa es su mayor riqueza.

Los arquitectos no somos los que hacemos las ciudades. Las ciudades son fruto de una voluntad comunitaria en la que participamos como generadores de opinión y de ideas.

Cómo consideras que se tiene que atacar, por ejemplo, el problema de la vivienda en la ciudad de México?

Queda claro que no se debe repetir el error de edificar enormes conjuntos habitacionales; fueron una utopía fracasada. Se tiene que redimensionar el problema, y para ello hay que allanar una serie de obstáculos reglamentarios y de convencionalismos espaciales. Un agresivo programa de vivienda para nuestra ciudad deberá integrarse a las estructuras de trazo de los barrios, aprovechar la infraestructura existente, no sólo física sino cultural, saturar los baldíos o los corazones de manzana. En síntesis, sobreponer una nueva estructura habitacional sobre las caries urbanas, sobre los remanentes de las manzanas urbanizadas, con vivienda contemporánea. Seguir fraccionando en la periferia y continuar respetando la idea del lote individual resulta obsoleto; a la sociedad y a la ciudad les cuesta mucho desarrollarse así.

La colonia Doctores, es un clásico ejemplo de terrain vague: perfectamente ubicada, con drenaje, agua, luz, tres estaciones de metro, un traza muy interesante, similar al ensanche Cerdá de Barcelona. Qué hacen las autoridades construyendo en las laderas cuando en el corazón de la ciudad se puede hacer vivienda con otras alternativas. Hay muchos obstáculos que vencer. Pero yo insisto en la idea de que con voluntad política sería posible transformar esta ciudad.