El interés del público de México por las elecciones norteamericanas es razonable. El bienestar o la crisis de México depende de las políticas que son ``sugeridas'' por el gobierno de Estados Unidos. Su apoyo, presión o resistencia frente al proceso de democratización del país es un elemento fundamental para que ésta se dé o no. La influencia de la personalidad, la ideología, la voluntad política del Presidente de Estados Unidos nos es cada vez más importante. Todos suponemos que la reelección de Clinton es mejor para México que la elección de Dole.
No hay que hacernos muchas ilusiones. En el debate entre los candidatos a la vicepresidencia, Jack Kemp (republicano) y Al Gore (demócrata) resultó que ambos se refieren a México no como a una nación independiente sino como a un protectorado. Gore resaltó que el gobierno de Clinton ``obtuvo ganancias'' por más de 500 millones de dólares para el fisco estadunidense por los intereses de los préstamos que el gobierno norteamericano hizo a México en 1995 para salvarlo de la bancarrota. Kemp criticó a la administración demócrata por aprovecharse de la explotación del pueblo mexicano en beneficio del fisco estadunidense.
La crudeza de estos políticos podría servirnos para despertar a la realidad. Los problemas bilaterales entre México y Estados Unidos (emigración ilegal, narcotráfico, endeudamiento, etcétera) se están agravando día con día conforme aumenta la debilidad del gobierno mexicano para resolverlos. Se están trasladando responsabilidades cada vez mayores hacia el gobierno norteamericano respecto de la seguridad y la estabilidad interna de México.
Los norteamericanos están interviniendo cada vez más crudamente en nuestras cuestiones domésticas. Su gobierno emite certificados de ``buena conducta'' respecto de la política económica de México, de su lucha contra las drogas, etcétera. El Congreso de Estados Unidos, el FMI y las demás agencias financieras están presionándonos para que no se desmonte el neoliberalismo y, a la vez, se asombran de la pobreza y las desigualdades sociales.
Los desequilibrios entre México y Estados Unidos por el TLC generaron 700 mil empleos nuevos cada año para nuestros socios, pero la prosperidad norteamericana se vuelve día con día más atractiva para los mexicanos desempleados en su propia patria y los impulsa a emigrar. Para impedirlo, los norteamericanos han diseñado una triple cerca en la frontera y van a aumentar de 100 mil a 300 mil el número de agentes de la patrulla fronteriza. Después vendrá la Guardia Nacional, luego la militarización y más tarde, cuando todo falle, quizás hasta defensas con rayos láser.
Hacia 1996 algunos pensamos que México ya está viviendo virtualmente bajo el protectorado de Estados Unidos. En las relaciones internacionales se dice que hay un protectorado cuando uno de dos estados vinculados estrechamente entre sí, puede ejercer un control decisivo sobre el otro. El grado de control varía según la situación, en ciertos casos no implica la administración completa del país ``protegido'' , basta con algunos asuntos importantes: cuestiones militares, la politica económica o las relaciones exteriores, como fue el caso de la India respecto a Buthan. En casos extremos, el protectorado es en realidad una máscara de una anexión, como Checoslovaquia fue ``protegida'' por la Alemania nazi.
México aún tiene márgenes de autodeterminación en ciertos asuntos vitales, pero en otros la ha perdido, como en su política económica, la cual debe ser consultada en sus líneas fundamentales con Estados Unidos y las agencias financieras controladas por éste. Esto es muy humillante para cualquier país. Pero es tolerado por el gobierno de México y, por qué no decirlo, también por nuestro pueblo. Lo peor es que lo aceptamos como algo que ya no puede revertirse.
Vivir en el protectorado es malo para nuestro país, pero quizás en el futuro será mucho más dañino para Estados Unidos. Asumir el protectorado sobre otra nación implica grandes responsabilidades y costos. Primero, es pésimo para el ``protegido'' , después para el ``protector'' . Como les gusta decir a los norteamericanos, un negocio demasiado malo para una parte y demasiado bueno para la otra, termina siendo un desastre para todos.