En su edición de ayer, el periódico El Nuevo Péndulo, de Tuxtla Gutiérrez, publicó una nota alarmante: en cuatro comunidades de la cañada de Ocosingo --San Salvador, Chaverico, Nuevo Morelia y Patihuitz--, miembros del EZLN habrían secuestrado a funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social cuando éstos intentaban introducir un camión cargado de alimentos para los indígenas rebeldes de la zona. Después de rechazar los víveres, siempre según ese diario, los zapatistas habrían prohibido el paso del vehículo y habrían secuestrado incluso a sus tripulantes. Pero más tarde, otro grupo del EZLN, molesto por la actitud de sus compañeros de armas, habría peleado con ellos, resultando a causa del problema un número indeterminado de muertos y heridos.
A partir de esa información, que luego resultaría ser falsa, ayer en la mañana los corresponsales en Chiapas de la agencia Efe y de la XEQ enviaron a sus medios sendos despachos, asegurando que ``un portavoz de la Procuraduría de Justicia del estado'' confirmó que había muchos muertos y heridos, a raíz de violentos enfrentamientos ``entre zapatistas partidarios y detractores del diálogo con el gobierno de México''. Así, tanto en el mundo entero como en el interior del país, la noticia implícita fue que la administración del presidente Ernesto Zedillo acababa de perder el control de uno de los problemas más delicados que tiene en sus manos, en el momento en que la negociación estaba empezando a lograr avances sustanciales.
Y era tan grande y tan grave el asunto que, hacia el mediodía, el Canal 2 interrumpió sus programación normal para dar a conocer la primicia. En consecuencia, la Bolsa Mexicana de Valores recibió el impacto, al igual que los mercados que determinan el valor del peso. Pero, curiosamente, al cierre de las operaciones del día, tanto la Bolsa como el peso, que venían registrando una errática tendencia a la baja desde el inicio de la semana que termina, acabaron repuntando.
Ex gurú de Carlos Salinas de Gortari, con el cual, se dice, rompió en 1993 cuando éste desatendió su recomendación de devaluar el peso --medida que habría evitado el desastre financiero de diciembre de 1994--, el economista Rudiger Dornbusch, eminencia del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus iniciales en inglés), declaró hace quince días que el peso mexicano estaba nuevamente sobrevaluado y que Zedillo necesitaba situarlo en su verdadero nivel ante el dólar.
Esto provocó un debate. Hubo quienes, desde el Partido Acción Nacional, aconsejaron que el peso fuera puesto a flotar con entera libertad... para los que especulan. Pero Zedillo se opuso públicamente, quizá porque ya había decidido su propia línea de acción. A principios de esta semana, Dornbusch llegó a la ciudad de México para intervenir en una serie de reuniones de inversionistas extranjeros con el Presidente y altos funcionarios del régimen.
Su visita coincidió con un repentino deslizamiento de nuestra moneda, que había sido aprobado por el gabinete económico de Zedillo, hasta donde se alcanzaba a ver, con el fin de efectuar un reajuste rigurosamente controlado y dejar el peso a 8.10 ante el dólar. La situación política, dice el tonto del pueblo, era ideal para ello.
Las elecciones de diputados y presidentes municipales en Guerrero --bajo la tutela del gobierno de Estados Unidos-- no se convirtieron en un factor explosivo, como con tanta razón se temía, sino al contrario: sin ser limpias del todo, se resolvieron en paz. El régimen se cubrió ese flanco para enfrentar el desafío del EZLN, que necesitaba poner en marcha una nueva iniciativa política para romper el aislamiento. La habilidosa negociación de Marcos y la Cocopa, que culminó con la llegada de la comandante Ramona al Distrito Federal, no sólo redituó beneficios para los zapatistas, sino también para la administración de Zedillo: el diálogo en Chiapas ha cobrado nuevos impulsos, sin la interferencia de los empleados de la Secretaría de Gobernación, quienes no habían hecho más que sabotearlo y que, por el momento, han quedado al margen.
Fortalecido al conjurar el peligro de un caos simultáneo en Guerrero y en Chiapas, Zedillo asumió la salomónica decisión de suspender la privatización total de la industria petroquímica, y de esta suerte se reconcilió con las bases de su partido, que en su reciente asamblea nacional se habían opuesto rotundamente a esa medida. Sin embargo, en su afán por minimizar la salida de Ramona, los ``creadores'' de la imagen presidencial colocaron en la primera plana de todos los diarios el ``hallazgo'' del supuesto esqueleto de Manuel Muñoz Rocha en una casa de Raúl Salinas de Gortari, acto de magia que se revertiría contra sus autores, como lo prueban los hechos de ayer. Y no sólo en el plano económico.
Julio César Ruiz Ferro, gobernador interino de Chiapas --el tonto del pueblo lo ha reiterado hasta el cansancio... de sus lectores-- sigue siendo no sólo un fiel subalterno de Raúl Salinas de Gortari, sino una pieza clave en la lucha del hermano incómodo contra la administración de Zedillo.
El jueves de la semana pasada, al mismo tiempo que la presunta calavera de Manuel Muñoz Rocha acaparaba la atención de todo el país, la comandante Ramona viajó de La Realidad a San Cristóbal de las Casas, escoltada por los diputados y senadores de la Cocopa y por una comisión de notables de la sociedad civil. Pero en el trayecto fue víctima de un continuo asedio, protagonizado por automóviles de la más sospechosa apariencia, los cuales en más de cuatro ocasiones intentaron incrustarse en la caravana que la protegía, tal vez con el propósito de causar un accidente.
El viernes, cuando Ramona bajó de San Cristóbal a Tuxtla Gutiérrez, los operativos en contra de su seguridad se multiplicaron de manera notable, al grado que, ya en la capital de Chiapas, diversos camiones de la Seguridad Pública --oficina que depende directamente de Ruiz Ferro-- le salieron al paso dizque para ``protegerla'', sin conseguirlo por fortuna.
Y el miércoles de esta semana, cuando el subcomandante Marcos y el comandante Tacho salieron de La Realidad para dirigirse a su nuevo encuentro con la Cocopa en San Cristóbal, el acoso, dice el tonto del pueblo, fue todavía más intenso. Por esta razón, anteayer, jueves, algunos miembros de la Cocopa se reunieron en Tuxtla Gutiérrez con Ruiz Ferro para exigirle que garantice el desarrollo normal de los próximos desplazamientos: un compromiso que el hombre de Raúl Salinas aceptó, sugiriendo con tal gesto que nadie sino él estaba detrás de los incidentes camineros.
Columnista de El Financiero, el periodista argentino Jorge Fernández Menéndez publicó, el miércoles de esta semana, un ``análisis'' de la coyuntura chiapaneca altamente revelador. En ese artículo, el conocido empresario del infundio se retrató de cuerpo entero al transparentar sus vínculos con Julio César Ruiz Ferro (y con Eraclio Zepeda y Uriel Jarquín) por una parte y con Marco Antonio Bernal y Jorge del Valle por la otra.
De acuerdo con sus ``fuentes'', Fernández Menéndez averiguó que existe un pacto diabólico entre Marcos y la Cocopa, según el cual si los miembros de esa comisión logran la destitución de Bernal y Del Valle, Marcos se compromete a sacar al obispo Samuel Ruiz de la jugada. Sin embargo, añade, el peligro de esta componenda no es desdeñable, porque don Samuel ya sabe lo que se trama a sus espaldas y por eso mantiene contactos con el EPR: si lo tocan, esa organización desataría una nueva escalada de violencia.
Pero no termina allí el arreglo. Marcos, dice Fernández Menéndez, continúa insistiendo en que se efectúen nuevas elecciones de gobernador en Chiapas, porque lo que verdaderamente desea es que el puesto de Julio César Ruiz Ferro sea ocupado por el senador priísta Pablo Salazar Mendiguchía.
Al margen de esta aparatosa exhibición de ilusionismo, lo cierto es que la nueva relación de la Cocopa con el EZLN está acelerando, como nunca había ocurrido, el proceso del diálogo. Los legisladores están dando pasos firmes para que sean cumplidos los acuerdos de la primera mesa de San Andrés en materia de nuevos derechos para los pueblos indios y se destrabe el nudo que paralizó la segunda mesa, en lo relativo a la justicia y la democracia, no sólo para Chiapas sino para todo el país.
Después de la airosa resolución de las elecciones en Guerrero y el viaje de Ramona a la capital, dentro de la administración de Zedillo se está abriendo paso una corriente de pensamiento que mira cada vez con mayor simpatía la idea de culminar una auténtica negociación, de la cual emerjan soluciones reales a problemas reales. Pero, mientras el secretario de Gobernación se decide a cambiar de representantes en San Andrés, los actuales, que a todas luces ya no sirven, están decididos a echar el resto de su leña al fuego, con tal de demostrar, cueste lo que cueste, que el camino propuesto por la Cocopa, y aceptado por el EZLN, es inútil y absurdo y que la línea dura de los empleados gubernamentales es la correcta.
La delegación gubernamental y sus tenebrosos vínculos con la peor prensa; el círculo de poder de Julio César Ruiz Ferro y sus nexos con los Salinas de Gortari y la vieja clase latifundista de Chiapas, no son los únicos elementos que conspiran contra la fórmula elegido por la Cocopa y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional para reactivar el diálogo de San Andrés y transformarlo en un espacio que estimule de veras la transición a la democracia. Dentro de la Cocopa ha surgido, asimismo, una voz disidente, la del senador priísta Oscar López Velarde, cuya cercanía con Jorge Fernández Menéndez y cuyas posturas dentro de la comisión lo hacen aparecer cada vez más cercano a los intereses que se oponen, como lo probaron los rumores de ayer y los incidentes de estos días, a la construcción de una salida política duradera. No en vano Marcos dijo la semana anterior que para la firma de la paz hay la misma distancia que media entre La Realidad y el Zócalo