Jordi Soler
Cuatro habitaciones

Emma Bovary, esa mujer que ha cultivado 140 años de admiradores, solía refugiarse en el Hotel De Boulogne cuando visitaba a León, el pasante de notario que se convirtió en su amante y que con el tiempo fue descubriendo, en la misma mujer, el cielo, el purgatorio y el infierno de ese amor clandestino.

Madame Bovary viajaba cada jueves de Yonville a Rouen, mientras Charles, su esposo, se quedaba tranquilo pensando que su querida mujer asistía a sus lecciones particulares de piano. Dentro de su habitación del hotel, Emma y su notario tocaban la música de su pasión, que era tan grande y magnífica como, efectivamente, un piano. Gustave Flaubert, el autor de esta novela monumental, le puso a su personaje estrella, piel blanca y cabellera negra; probablemente estableció, sin saber, ese cánon cinematográfico que dice, sin haberlo dicho nunca, que las mujeres fatales deben tener el pelo negro. La habitación en donde Madame Bovary dispensaba su pasión por el piano aparece descrita en la novela: ``La cama era un gran lecho de caoba en forma de barca; las cortinas de seda roja lisa, que bajaban del techo, se recogían muy abajo, hacia la cabecera que se ensanchaba (...) La estancia tibia, con su alfombra de tonos discretos, sus vivos adornos y aquella luz tenue, era un decorado propicio para las más apacionadas intimidades. Los barrotes rematados en forma de flechas, las perchas de cobre y las gruesas bolas de los morillos de la chimenea relumbraban como ascuas cuando, de pronto, entraba un rayo de sol. Encima de la chimenea, entre los candelabros, había dos caracolas rosadas de esas en las que se oye el ruido del mar cuando se les acerca el oído''.

A Madam Bovary hay que releerla cada determinado tiempo, es la única forma de aliviar un poco la tragedia de no haber sido su amante. En este punto no queda más que desplazarse hasta esa otra habitación virtual que aparece en la canción ``White room'', escrita por Peter Brown, inmortalizada por la banda Cream y coronada por uno de los mejores requintos que ha producido Eric Clapton en su vastísima carrera. Se trata de una habitación blanca (como la piel de Emma) con cortinas negras (como la cabellera de Emma). El aspecto general de este sitio, donde el autor piensa en una mujer que acaba de irse en tren, ha quedado metamorfoseado por sus reflexiones. Dos dramas cruzan esta canción: la mujer que creía suya no volverá, y adentro del cuarto blanco se han materializado sus recuerdos; así que, entre la cama, el teléfono y el ropero de imitación madera, encontramos: estominos cansados, caballos de plata, rayos de luna agotados, incansables locomotoras, y tigres amarillos agazapados en la jungla. Para completar el panorama, una declaración del personaje que encarna esta letra delirante: ``Esperaré en este lugar donde el sol nunca brilla, esperaré en este lugar donde las sombras huyen de sí mismas''.

La siguiente habitación debe pertenecer a una casa típica de suburbio, propiedad de una clásica familia estadunidense. Dos líneas sugieren el panorama: tuck you in (arrópate o acomódate debajo de tus cobijas de cuadritos, que sin duda hacen juego con una camita modelo Early American que a su vez consuena con un cuadro que dice ``Home sweet home'' que cuelga de una pared en ese pasillo que te conducirá inevitablemente a la figura de tu papá que bebe latas de Budwiser sin ningún control --si descontamos el remoto-- frente al televisor) warm within (para que sientas calor siquiera por dentro, porque afuera tu historia familiar puja por convertirte en un adulto tan productivo y divertido como tu padre, y eso da frío). Esta habitación virtual sirve para que este niño, arropado y calientito, sueñe pesadillas durante toda la canción ``Enter sandman'' de Metallica.

La última habitación pertenece a ``In your room'', canción de Depeche Mode que cuenta la historia de un tipo que llega a la intimidad de alquien muy querido, problablemente su pareja. La línea final es una propuesta amorosa de esas que parecen amenaza y que deben resolverse de inmediato con un ``no jodas'' lacónico: I always be here, siempre estaré aquí (¿adentro de mi habitación?). El panorama de este cuarto en donde, de acuerdo con la letra, el tiempo se detiene y las almas desaparecen, es este: cuatro paredes y un techo, condiciones necesarias de toda habitación), alfombra (porque el personaje se tira al suelo en determinado momento, y si fuera de mármol difícilmente se hubiera tirado), un solo foco de escaso poder (a juzgar por la penumbra omnipresente en la letra), y como único mueble de esta alcoba extravagante, un sillón individual (colocado justamente debajo del foco, porque de otra forma los autores de ``In your room'' no hubieran visto la actuación de la pareja que le da cuerpo y movimiento a esta canción).

Madame Bovary no siempre dispuso de una habitación para darle cauce a su amor de novela; con Rodolphe, su primer amante, tuvo que ajustarse a las medidas y a las humedades de su jardín trasero. A Rodolphe no le importaba demasiado, Emma era más confortable que cualquier habitación.