La Jornada 17 de octubre de 1996

Viraje monetario, exigen legisladores; imposible: Mancera

Juan Antonio Zúñiga y Oscar Camacho Guzmán El gobernador del Banco de México, Miguel Mancera Aguayo, reiteró ayer que no será modificada la política de flotación del peso y aseguró que una cotización determinada por el mercado concilia los intereses de los diferentes participantes en la economía.

El funcionario aclaró ``que las políticas monetaria y cambiaria vigentes de ninguna manera están diseñadas para evitar una depreciación de la moneda nacional, en caso de que las condiciones del mercado así lo determinen'', y apuntó que la institución no ha intervenido en lo absoluto en el mercado cambiario durante el presente año.

Ante los miembros de las comisiones de Hacienda y Crédito Público de las cámaras de Diputados y Senadores, con quienes se reunió en privado, el funcionario explicó que ``si bien existen ciertos grupos a los cuales en apariencia les conviene un tipo de cambio permanentemente subvaluado, existen otros a los que perjudicaría tal situación''.

La devaluación continua del peso, agregó, perpetúa la depresión de los salarios reales, la inflación y las tasas de interés elevadas, con lo que se afecta el consumo, la inversión y, en consecuencia, la actividad económica. Explicó que las actividades productoras de bienes o servicios no comerciables internacionalmente, como la construcción y el comercio interior, son las que más se afectan por esta situación.

Todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión --PRI, PAN, PRD y PT-- exigieron al gobernador del Banco de México un ``cambio radical'' de la política monetaria, a fin de que el combate a la inflación no se haga a costa de sacrificar la política de crecimiento económico, la creación de empleos y el poder adquisitivo de los trabajadores.

La petición de diputados y senadores, sin embargo, no encontró eco en el gobernador del Banco de México, porque el funcionario respondió que no habrá cambio en la política monetaria del país, que el combate a la inflación constituye el objetivo primordial de la misma, y que el Banco de México mantendrá la política de libre flotación del peso frente al dólar.

En la reunión, legisladores de las comisiones de Hacienda de la Cámara de Diputados y del Senado de la República demandaron también aumentar los niveles del circulante en el país, a efecto de incentivar el crecimiento económico, mediante el flujo de mayores recursos para la inversión en la industria, el comercio y el campo.

Francisco Suárez Dávila, presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, señaló que el combate a la inflación no puede ser la única meta de la política monetaria del Banco de México, y el también priísta, Rodolfo Becerril Straffon, dijo que las circunstancias del país exigen modificar los esquemas de la ortodoxia monetaria por un modelo ``más heterodoxo'', que se refleje en mejores salarios.

El priísta Carlos Sales Gutiérrez, presidente de la Comisión de Hacienda del Senado de la República, hizo ver a Mancera Aguayo que en el segundo informe del Banco de México correspondiente a 1996, hacía falta una variable importante que es la paciencia del pueblo de México.

Le advirtió que está a punto de agotarse y es necesario que se adopten las medidas necesarias y se hagan cambios en la política monetaria, para que ``esa variable no se extinga, pues de otra manera seguramente no podremos volver a tener una reunión con usted''.

En el encuentro con los legisladores, Mancera les dijo que el abatimiento de la inflación no constituye el fin último de la política económica pero sí un medio indispensable para promover el ahorro, la inversión, elevar el ingreso por habitante, expandir el aparato productivo nacional, incrementar el salario real y mejorar la distribución del ingreso.

El crecimiento acelerado de los precios repercute en una elevación tanto de las tasas de interés nominales como reales, explicó, y éstas afectan no sólo la inversión en nuevos proyectos, sino la capacidad de gasto de las familias y empresas que ya se encuentran endeudadas; por lo que la inflación constituye un poderoso factor recesivo en la economía.

Tampoco es conveniente que las tasas de interés sean fijadas por disposiciones administrativas en niveles inferiores a los requeridos por el mercado, sostuvo, porque disminuiría la captación de recursos por parte del sistema financiero y, en consecuencia, ``más escasos y caros se harían los recursos disponibles para financiar la actividad económica''.

Por eso, agregó, ``la única fórmula de que disponemos para disminuir las tasas de interés de manera sostenible es perseverar en la aplicación de una política orientada a procurar la estabilidad del nivel general de precios''.

Planteó que el abatimiento de la inflación también contribuye al crecimiento del ingreso per cápita y a la expansión del aparato productivo nacional, entre otras razones porque en la medida ``en que el nivel general de los precios se vuelve más estable, la pérdida del poder adquisitivo para la población es menor''.

En conclusión, Miguel Mancera Aguayo, expuso: ``Las relaciones de causa-efecto que existen entre una inflación elevada y un menor crecimiento, mayor desempleo y disminución en los salarios reales, son las que dan sustento a la tesis de que es mediante la aplicación de una política monetaria conducente a la estabilización del los precios, como un banco central puede contribuir eficazmente al desarrollo económico''.