Perecen en Guatemala 80 aficionados en un estadio de futbol
Afp, Ap, Reuter y Dpa, Guatemala, 16 de octubre Más de 80 personas murieron y unas 700 resultaron heridas esta noche en el estadio nacional Mateo Flores de esta capital al producirse un tumulto poco antes de un partido de futbol entre los equipos de Guatemala y Costa Rica.
El presidente Alvaro Arzú declaró tres días de duelo nacional y la suspensión del partido en el que la escuadra local pretendía lograr su clasificación para el mundial de Francia, a celebrarse en 1998.
``Estoy profundamente dolido y ustedes también lo están. Ha sido esta una tragedia nacional que debemos lamentar todos'', dijo Arzú en medio de sollozos antes de estallar en llanto en el medio del estadio Mateo Flores, a donde había acudido para presenciar el partido junto con su colega costarricense José María Figueres, quien fue sacado del estadio por fuerzas de seguridad guatemaltecas, que tenían desplegados 300 agentes.
Arzú pidió un minuto de silencio en honor a las ``víctimas inocentes'' e instó a los más 50 mil aficionados presentes a abandonar en forma ordenada el estadio, con capacidad para 36 mil personas, mientras equipos de rescate e incluso jugadores de ambos equipos se daban a la tarea de acomodar decenas de cuerpos de hombres, mujeres y niños en la pista atlética que rodea a la cancha.
El fiscal general, Víctor Hugo Pérez, dijo que la cifra oficial de muertos era hasta ahora de 83, entre ellos unos 15 menores, principalmente provocados por asfixia. Algunos medios comenzaban a manejar que la tragedia dejó unas 110 víctimas fatales, en su mayoría guatemaltecos. Fuentes hospitalarias indicaron que hubo unos 700 heridos, atendidos en su mayoría en hospitales por asfixias, fracturas o crisis nerviosas, en lo que representa la peor tragedia vinculada a una actividad deportiva en Centroamérica.
Pérez declinó dar detalles sobre las causas del tumulto, pero el oficial Oscar Mias indicó que la tragedia siguió a una riña entre espectadores ``algo tomados'' en la parte alta de las graderías en el lado sur del estadio.
El tumulto se produjo en el sector sur de las tribunas de generales debido a lo que los cronistas deportivos de la radio calificaron como una ``evidente sobreventa de entradas al partido'', refirió Afp, aunque más tarde la radio informó que la policía detuvo a cinco revendedores, a quienes les confiscaron unos 700 mil boletos falsificados.
El Mateo Flores se encontraba lleno desde las 18 horas, pero entre 8 mil y 10 mil personas se encontraban afuera, a pesar de que contaban con boletos de ingreso.
La multitud, que no dejaba de entrar al estadio a pesar de estar abarrotado, presionó contra las mallas de contención a las personas que se encontraban adelante, indicaron Afp y Ap. Testigos citados por Reuter señalaron que la tragedia se produjo a partir de enfrentamientos entre aficionados, que derivaron en una batalla campal; otras fuentes consultadas por Reuter señalaron que las gradas en el área sur estaban tan llenas de aficionados, que éstos comenzaron a caerse unos de encima de otros hacia la cancha.
Los bomberos dijeron que cientos de personas, desesperadas porque no podían entrar, trataron de ingresar al sector sur del estadio por uno de los portones, que a esa hora (una hora y media antes del comienzo del partido) estaba ya cerrado.
La avalancha comenzó a producirse una hora 15 minutos antes del inicio del partido. La multitud aprisionó a quienes se encontraban ya en el estadio, lo que ocasionó una confusión en la cual varias personas cayeron y fueron pisoteadas, aprisionadas o asfixiadas por la muchedumbre, relató Ap.
Diez minutos antes de la hora prevista para dar el silbatazo inicial, la situación estaba fuera de control; los bomberos se vieron superados y pidieron refuerzos, mientras la Policía Nacional movilizaba al batallón antimotines; los uniformados tuvieron que cortar una malla metálica que separaba la cancha de las tribunas, para permitir el rescate de algunas de las víctimas, a las que se sumaron jugadores de ambos equipos equipos y el entrenador costarricense, Badú Vieira.