Hace 79 años que Vladimir Ilitch Oulianov, mejor conocido como Lenin, arribó a la estación Finlandia en Petrogrado (16 de abril) para encabezar la revolución bolchevique en contra del gobierno provisional a cargo de Alexander Kerensky, quien había sustituido en el mando al zar Nicolás III en marzo de aquel devastador 1917.
A partir de entonces --y hasta el día de su muerte ocurrida en 1924, a causa de la heridas (cabeza y mandíbula) que le ocasionaron dos disparos que a bocajarro realizó sobre su cuerpo inerme Dora Kaplan--, ocurrieron en la Rusia soviética y socialista, históricos acontecimientos acaudillados por Vladimir Ilitch. Sucesos memorables que recogería de mil maneras diferentes la recién fundada cinematografía soviética. Si en un principio la encarnación de Lenin en el celuloide hay que encontrarla en los noticiarios y documentales de la época manufacturados, entre otros, por Dziga Vertov, y en Su llamamiento, año 25, de Protazanov --documento que incluía secuencias de su entierro--, el primer intento cabal de revelar su compleja personalidad a través de las imágenes debe atribuírsele a S.M. Eisenstein, quien en Octubre (1927), encarga al obrero del Ural, Nikandrov, otorgue aliento en los fotogramas al máximo dirigente. Porque, ¿quién que la vio podrá jamás olvidar los encuadres que Eisenstein y su camarógrafo Tissé realizaron en la estación de Finlandia, sobre todo, aquella toma durante la cual la silueta del jefe se levanta por encima de un mar humano?
Sin embargo, y más allá del extraordinario parecido físico de Nikandrov con Vladimir Ilitch, la total presencia física y espiritual de Lenin en la pantalla debemos ubicarla con el arribo del cine sonoro en los años treinta. En aquel tiempo la cinematografía soviética mostró al mundo socialista la omnipresente actividad del estratega, del táctico, del filósofo, del organizador en ocho cintas, entre las cuales destacan: Lenin en Octubre (Mikhail Room), estrenada en el Teatro Bolshoi el 6 de noviembre de 1937 con Boris Chtchoukine como el famoso guía; Lenin en 1918 (dirección de Room y actuación de Chtchoukine), filme que narra el periodo más crítico de la revolución, el de las jornadas de hambre, de la intervención extranjera y la ofensiva contrarrevolucionaria; El hombre del fusil de Serge Youtkevitch, basada en las emociones humanas del líder, esta vez representado por Máximo Chtraukh, quien fue capaz de otorgar convincente aliento a la amistad que unía al fundador con un modesto militante. Durante la cuarta y la quinta décadas los cineastas recrearon en los blancos lienzos hasta en 22 ocasiones vida y obra del memorable guía. Destacaron, así Luz en Rusia (47), basada en la obra de Pogodine El carrillón del Kremlin, finalmente prohibida por la censura estaliniana; La familia Oulianov (57), con Korovine en el papel de lenin; El primer día (58), de Ermler, que transformó al héroe fundador en inadmisible personaje episódico; Cantos sobre Lenin (58), en cuyo contexto se retomó la tradición de los años treinta para reflejar en toda su grandeza la imagen del jefe, encarnada por séptima ocasión por el sensible Chtraukh.
En la sexta década los espectadores tuvieron oportunidad de encarar la actuación y la caracterología de Oulianov en 32 películas, desde la primera parte de una trilogía de Tiapkine: Manuscritos de Lenin hasta Primeros Rusos (67), de Alexandre Ivanov. Sin olvidar la segunda (El estandarte del partido) y tercera parte (Lenin, últimas páginas) de esa trilogía realizada en 62 y 63 respectivamente; es hasta 1964 cuando surgen seis filmes definitivos: El cuaderno azul, Tres primaveras de Lenin, Lenin en Polonia, En un planeta, El primer visitante y El corazón de una madre. Subrayemos la importancia de las cintas de Olchvanguer (En un planeta) y de Kvinikhidzé (El primer visitante) porque alumbran una nueva tendencia: la de crear alrededor de la imagen de Lenin un aura intimista. Acorde a esa tendencia Youtkevitch realizó Lenin en Polonia cuya temática muestra la íntima dialéctica del genial revolucionario. También El corazón de una madre de Marc Donskoi se adentra en los laberintos individuales de Lenin cuando narra los problemas que lo estremecen a partir del ahorcamiento de su hermano mayor Alexandre. Hasta aquí la breve visión de las 68 películas que articularon en la pantalla la vida y la obra de Lenin.