Emilio Pradilla Cobos
Participación ciudadana y proyectos inmobiliarios

Con satisfacción de ciudadano leí en La Jornada (13/X/96, pág.42) que la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federal considera ``inviable'' la construcción de un club de golf y un conjunto de residencias de lujo en Santa Cecilia Tepetlapa, Xochimilco, sustentando esta declaración en argumentos similares a los que usé para criticarla (La Jornada, 8/X/96). Por Xochimilco y sus habitantes, nos alegra esta coincidencia y esperamos que se mantenga la decisión gubernamental.

Sin ánimo alguno de polemizar, y porque hacen referencia a éste y otros procesos similares, del pasado, del presente y muy posiblemente del futuro de la capital, quisiera hacer algunas precisiones. Los intereses opuestos en todos los ámbitos de la vida social, incluyendo los territoriales, se manifiestan como conflictos; el arte de la política y la gestión territorial consiste en resolverlos mediante la negociación en función de los intereses colectivos mayoritarios y no de los minoritarios para evitar que se conviertan en enfrentamientos, como ha ocurrido en otras ocasiones. Qué bueno que esta vez se tomó este camino. La información periodística señalaba exactamente un alineamiento de posiciones encontradas (La Jornada, 1, 2, 3, 4 y 5/X/96), lo que es normal y previsible en estas situaciones; lo importante es que el diálogo y la razón social y urbana primen en la solución del problema; alcanzar este procedimiento democrático es signo de madurez por ambas partes. Tenemos que reconocer que en muchos casos del pasado y el presente, no ha sido el camino seguido.

Los Consejos Ciudadanos Delegacionales son un instrumento, entre otros posibles, para esta solución negociada en función de los intereses de las comunidades locales y de la ciudad en general. Lamentablemente, la Ley de Participación Ciudadana al excluir la participación de candidatos de partido, llevó a la simulación de candidatos aparentemente apartidistas, pero realmente militantes de partido; en su momento afirmamos que debían participar candidatos independientes y de partido para hacer democrática la elección. También lamentamos la casi insignificante votación, que limita enormemente la representatividad de los consejos, independientemente de la civilidad y voluntad de los consejeros. En estos conflictos de intereses, los representantes ``populares'' pueden ser de cualquier partido, aunque es tradicional que el gobernante controle a los suyos, según las directrices de su política.

¿Fue una excepción en Xochimilco, esta vez ?

Sobre la ``consulta popular'' de los planes de desarrollo en todos los niveles y sectores, hemos señalado muchas veces que por grande que sea la participación en los foros, no suele ser representativa de los sectores sociales, en calidad y cantidad; y, lo más importante, que no existen regulaciones ni métodos democráticos para que los cientos o miles de propuestas se expresen sobre y en las proyectos oficiales finales. Así, los foros de consulta legitiman formalmente, pero no garantizan la participación ciudadana real en la toma de decisiones, pues quien decide qué hacer con las propuestas es el que convoca al foro y elabora los planes y programas: el gobierno.

Algunos fragmentos de los acuerdos del Consejo de Ciudadanos de Xochimilco, conocidos el 14 de octubre, señalan la decisión de defender el carácter rural y productivo de las zonas lacustres y de montaña de la delegación; es un signo de cultura ambiental, urbana y patrimonial.

Sin embargo, no basta para que un Plan Parcial de Desarrollo Urbano garantice en su conjunto las necesidades y aspiraciones de sus habitantes y de toda la ciudad. Hacen falta muchas otras cosas, que correspondan con esa postura básica ambientalista y de identidad.

Finalmente, seguimos creyendo que la mejor manera de resolver los conflictos de intereses y evitar los enfrentamientos sociales (que pueden y deben ser pacíficos), mediante la consulta y negociación con la comunidad involucrada, previas al lanzamiento de cualquier megaproyecto de promoción inmobiliaria empresarial. A estas alturas de la historia, las comunidades no aceptan proyectos que rompen con su estructura social, cultural y territorial sin dejarles nada a cambio.

Aprendamos de la experiencia de Xochimilco y de muchas otras.