La Jornada 16 de octubre de 1996


El subcomandante en La Realidad, antes de entregar sus armas para partir hacia San Cristóbal

Juan Balboa, corresponsal, La Realidad, Chis., 15 de octubre Sólo un minuto necesitó el subcomandante Marcos para despojarse de sus armas, dos más para despedirse en forma familiar de una parte de la dirigencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y luego --sin protocolo de por medio-- abordó el vehículo de la Cruz Roja Internacional, que lo trasladó por tercera ocasión en los últimos diez meses de La Realidad a San Cristóbal de las Casas.

``El subcomandante va por la paz'', se escuchó de un grupo de zapatistas que formaban una cadena humana alrededor del convoy que, con Marcos y cuatro delegados más del EZLN, partió justo a las 12:45 sin la presencia, por primera vez, de los representantes de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Sin la protección de los legisladores, el pequeño convoy recorrió 90 minutos de lluvia, polvareda y una música cálida que brotaba de las marimbas de la comunidad zapatista de San José. El silencio se mezclaba con una rara calma en los poblados que atravesaban los vehículos de la Cruz Roja Internacional, la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) y de la sociedad civil.

La calma y la tranquilidad que se respiraba dentro del auto donde viajaban el subcomandante Marcos, el comandante Tacho y el poeta chiapaneco Juan Bañuelos fue rota por el estruendo de un helicóptero de la Procuraduría General de la República (PGR), que provocó confusión al perseguir al convoy durante 20 minutos.

La aeronave apareció rasante poco antes de llegar al poblado de Nuevo Momón. Desaparecía entre las montañas y volvía a surgir sobre el convoy.

La presencia del aparato de la PGR alteró el recorrido, puso nerviosas a las personas de la sociedad civil que se mantenían en la retaguardia del vehículo de la Cruz Roja Internacional que transportaba a los zapatistas, pero sobre todo causó suspenso entre la mayoría de los viajeros.

Algunos fueron presa de la zozobra, otros de la duda. Sólo la imagen del senador priísta Pablo Salazar Mendiguchía, parado en la orilla de la carretera haciendo señas al convoy, hizo que la tranquilidad renaciera en la comitiva.

Un Marcos jovial, sonriente y por momentos guasón apareció al mediodía en la comunidad tojolabal de La Realidad. Un Marcos afable, desprendido de tensiones, llegó a las 16:55 a San Cristóbal de las Casas, para participar como integrante de la delegación zapatista en la primera reunión formal con la Cocopa, en la búsqueda de acuerdos que permitan descongelar el diálogo de paz en San Andrés Larráinzar.

Dieciséis comandantes y un subcomandante llegaron en la tarde y la noche a la Ciudad Real. Los primeros fueron los representantes de Las Cañadas de Las Margaritas, encabezados por Marcos y Tacho, seguidos por los de Los Altos con David al frente y, finalmente, los delegados de Las Cañadas de Ocosingo.

Con la presencia de una nutrida delegación de rebeldes y el optimismo de ambas partes, el EZLN y la Cocopa comenzarán este miércoles en San Cristóbal de las Casas uno de los primeros encuentros en busca de los mecanismos y los consensos para reanudar y agilizar el diálogo de paz.

El EZLN planteará a los legisladores los cinco punto que considera necesarios para volver a la mesa de negociación. Para los zapatistas deben existir condiciones que garanticen el compromiso del gobierno para una salida seria, política e incluyente.

Entre sus principales puntos se encuentran la instalación de la Comisión de Seguimiento y Verificación, y el cumplimiento de los acuerdos de la mesa sobre Derechos y Cultura Indígenas.

La sustitución de la actual delegación del gobierno federal en las pláticas de paz será, sin duda, uno de los puntos más analizados y discutidos por las dos representaciones.

El EZLN también exige la liberación de presuntos zapatistas, propuestas serias y concretas de acuerdos para la mesa Democracia y Justicia, fin al clima de persecución y hostigamiento militar y policiaco contra los indígenas chiapanecos, y la desaparición de las guardias blancas