Para Enrique Semo, pensador crítico, maestro de varias generaciones.
En el lapso que va del 20 de febrero de 1994, cuando la comandante Ramona entregó al subcomandante Marcos la bandera mexicana para que éste la desplegara en la catedral de San Cristóbal de las Casas, al 11 de octubre de 1996, cuando la misma comandante entregó al veterano jaramillista Félix Serdán otra bandera nacional, se condensan dos símbolos centrales de la lucha zapatista. El primero, es el del lábaro patrio, donde se resumen, simultáneamente, la vida y la muerte de esa parte del país cuya existencia es negada por los poderosos, la de los pueblos indios, y la esperanza de hacer nacer nuevamente a la patria. El segundo, es el de la revolucionaria tzotzil de 38 años, ``pequeña entre las pequeñas'', ejemplo de la lucha por la vida y por el cambio.
La presencia de Ramona en la capital de la República sintetiza pasado y presente de las insurrecciones chiapanecas. En todas ellas la presencia de las mujeres ha sido clave. La revuelta tzeltal de 1712, casi la más exitosa de las iniciativas de los pueblos mesoamericanos de la sierra para librarse de la opresión española, estuvo precedida de apariciones de la Virgen que inspiraron un auge de cultos religiosos y la formación de un ejército rebelde de ``soldados de la Virgen''. La insurrección chamula de 1867-69 comenzó cuando Agustina Gómez Checheb descubrió ``las piedras parlantes'' y abrió el camino para la constitución de un nuevo culto, al tiempo que saboteaban los negocios de los ladinos.
Ramona es, junto con la mayor Ana María (responsable militar de las fuerzas zapatistas en Los Altos) y el comandante David, la iniciadora del trabajo conspirativo en aquella región de Chiapas. Ella es un cuadro político del CCRI. Su responsabilidad es política e ideológica. Llegó a esa posición después de un largo camino. Debió salir de su pueblo a buscar trabajo. Allí se dio cuenta de la falta de respeto con la que los indígenas son tratados. En sus palabras: ``No nos toman en cuenta cuando llegamos a vender nuestros productos, no nos pagan bien, casi regalamos la mercancía, no podemos andar solas, como indígenas somos despreciadas, olvidadas''.
Trabajó intensamente organizando y luchando por los derechos de las mujeres artesanas. Tuvo que enfrentar dificultades provenientes de su condición de mujer para que dentro de su comunidad se le reconociera un cargo, pero finalmente fue nombrada como parte del CCRI. El 8 de marzo de 1993, según lo ha contado Marcos, las comandantes Ramona y Susana encabezaron el primer levantamiento del EZLN, el de la revolución de las costumbres, el que daría como resultado la Ley Revolucionaria de Mujeres del EZLN. Su participación en el zapatismo militar se cruza con el de otras muchas mujeres, tal y como lo narra Guiomar Rovira en su espléndido libro Mujeres del maíz.
La labor organizativa de Ramona tuvo, como referencias obligadas, tanto el papel de las mujeres tzotziles en la transmisión del idioma y en la reproducción de la identidad y las costumbres, como el denso tejido social que muchos pueblos de Los Altos han desarrollado en el terreno comunitario y en el de la construcción de cooperativas y asociaciones productivas. En el espacio de la reproducción doméstica, las mujeres han levantado una trinchera a la erosión de la identidad. En el terreno de la organización productiva y comercial, los hombres y las mujeres murciélago han generado un espacio de autonomía relativa de sus comunidades, que les ha permitido sobrevivir y ejercer el derecho a la rebelión.
La presencia de Ramona en el DF es una lección de cómo hacer política destinada, por igual, al Gobierno Federal y a ciertas franjas de la izquierda y el movimiento social. Hizo evidente la torpeza de una estrategia gubernamental que no busca solucionar el conflicto sino derrotar al EZLN cercándolo y amenazándolo, mientras éste sigue construyendo una salida política que es, en lo esencial, una salida moral. Simultáneamente, descobijó a una franja de la izquierda que busca hacer su política a cuenta de los zapatistas, apostando a la figura de Marcos.
La salida de Ramona a la ciudad de México fue decidida por el EZLN antes de que éste pactara con la Cocopa (y no con el Gobierno Federal) la presencia de los zapatistas fuera de Chiapas. Detrás de la aparente debilidad de su salud se encuentra la fortaleza de ser, por méritos propios, una de las figuras más relevantes y queridas del EZLN, de cargar con su representación, y, sobre todo, de haberse ganado, hace ya mucho tiempo, su ch'ulel, su alma.