Antonio Gershenson
Petroquímica: primer freno a las ventas
El hecho de que el resultado, hasta ahora, no haya sido la mejor solución posible, no debe ocultarnos el hecho fundamental de que, por primera vez desde que se inició la ola privatizadora a fines de 1982, un proceso importante de venta de activos estratégicos de la Nación fue frenado. Cuando decimos que no es la mejor solución posible, no ignoramos que formalmente la mayoría de las acciones proporciona el poder de decisión; sólo tomamos en cuenta que incluso con la propiedad absoluta de la Nación en la industria petrolera, ha sido posible entregar a particulares actividades tan estratégicas como la perforación de pozos petroleros. Y con este ejemplo queremos decir que la forma como se administre la petroquímica será una definición importante que aún no está presente.
De hecho, este retroceso en la posición oficial, que obviamente representa un avance para el país y para la industria petrolera, tampoco es el final de la historia. De hecho, hoy se abre un nuevo proceso para definir la forma específica como va a operar la petroquímica. Es claro que son necesarias las inversiones para su desarrollo. Se acepta en principio un papel central de la Nación en el desarrollo de los complejos de Pemex. Pero sobre la base de estos elementos básicos, hay mucho por definir.
Es importante que la inversión se canalice no sólo en función de la rentabilidad inmediata, sino del progreso industrial y tecnológico de México. Es preciso que nuestra petroquímica elabore toda una serie de productos importantes que estamos importando a alto precio, o que ni siquiera importamos por una u otras razones, pero que cumplirían un papel importante en el desarrollo industrial y en la calidad de vida de los mexicanos.
Hay otro plano, sin embargo, que no se debe desatender. A lo largo de la polémica nacional en torno a la petroquímica, se mostraron activas muchas voces, se expresaron numerosas organizaciones sindicales, profesionales, políticas, civiles y de otros órdenes. Se produjeron confluencias que antes eran poco comunes o no se daban con esa intensidad. En varios sentidos el país cambió, como se expresó, con especial claridad, durante la Asamblea Nacional del PRI. Los puntos a debate han ido más allá de la petroquímica, aunque ésta se convirtió en un punto de definición. La necesidad del cambio se expresó, y se sigue expresando, en múltiples formas y foros.
Es en función de esta nueva realidad que podemos decir que queda mucho por definir en la petroquímica. En otro momento, tal vez podrían volver a prevalecer las decisiones tomadas en algunos escritorios sin mayor discusión. Ahora, los actores que permitieron este cambio estarán atentos a cada uno de los siguientes pasos en la definición del futuro de la petroquímica en México.