Desarrollan en la UNAM tratamiento más eficaz contra el mal de Parkinson
Roberto Garduño E. En el laboratorio de neurofisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM se elaboró un procedimiento científico que permitirá mejorar sustancialmente la vida de las personas que padecen mal de Parkinson. Con éste, los pacientes ya no serán sometidos a dos intervenciones quirúrgicas simultáneas, que sólo 40 por ciento de los enfermos lograba superar. Ahora requerirán de una pequeña trepanación, y a las dos horas de realizada ésta podrán abandonar el hospital caminando, con la seguridad de que los efectos de la enfermedad se reducirán en pocas semanas hasta en 50 por ciento.
La información a la que tuvo acceso La Jornada destaca que, hace cuatro años, el equipo que dirige René Drucker Colín en la Facultad de Medicina de la UNAM comenzó a desarrollar el protocolo de investigación para encontrar un mejor tratamiento a las personas afectadas por el degenerativo mal de Parkinson.
La intención de los investigadores fue suplantar el agresivo procedimiento quirúrgico que hace diez años también practicaron el doctor Drucker e Ignacio Madrazo. Desde entonces, los pacientes son sometidos a una laparotomía para extraer su glándula suprarrenal, tejido que simultáneamente se implanta mediante una craneotomía -orificio en el cráneo- para colocarlo en los ganglios basales y en el núcleo caudal.
Los pacientes que han resistido esa intervención simultánea sólo han obtenido 30 por ciento de beneficio. Un siguiente paso para intentar atemperar los efectos de la enfermedad sucedió en Estados Unidos, donde se descubrió que la sustancia migra del tejido fetal sustituye a la glándula suprarrenal.
El problema de ese procedimiento es que se requiere de fetos, y en aquellos países en los cuales el aborto es ilegal, su obtención es imposible, y donde esa práctica es autorizada se enfrentan obstáculos legales y morales.
En los dos procedimientos descritos el beneficio real para mejorar la calidad de vida de los pacientes osciló entre 30 y 40 por ciento, con un riesgo posoperatorio enorme.
Ante esta situación, en el laboratorio de neurofisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, el equipo del doctor René Drucker se abocó a desarrollar el procedimiento, que ha dado ``extraordinarios'' resultados en una paciente de 59 años de edad, la primera a la que se le aplica la intervención.
Las investigaciones llevaron a los especialistas a descubrir que la suprarrenal de los donadores ``cadavéricos'' -un paciente que va a morir o murió- que aceptaban donar sus riñones, funcionaba para elaborar un cultivo de células en laboratorio.
Esas células son las llamadas cromafin, que tienen la propiedad de convertirse en neuronas mediante ciertos procedimientos. Uno de éstos fue colocar dos bobinas en paralelo al plato de cultivo para someter el tejido a un campo magnético de baja intensidad, durante dos periodos de un par de horas al día, por la mañana y por la noche.
Una vez cultivadas las células, se elabora una suspensión que se aplicó en múltiples ocasiones a animales de laboratorio. Una vez que se comprobó el éxito, se buscó una paciente con mal de Parkinson para aplicar el procedimiento.
A principios de septiembre, una mujer de 59 años de edad fue intervenida. Se le hizo un trépano -pequeñísimo orificio en el cráneo- a través del cual se introdujo la suspensión de células cultivadas. Durante la operación se aplicó anestesia local, por lo que la paciente estuvo consciente, y a las dos horas de concluida, la señora salió por su propio pie del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN).
Las ventajas de esta cirugía son que el riesgo quirúrgico se reduce enormemente, constituye una gran mejora respecto de las anteriores y, sobre todo, no hay que utilizar tejido fetal. Los enfermos de mayor edad podrán acceder con mayor facilidad a la intervención por sus ventajas posoperatorias, y el consumo del único medicamento para estos casos, el L-DOPA, se reduce prácticamente a cero.
Antes de la operación, en la que intervinieron los cirujanos Gonzalo Solís Maldonado y Rodolfo Ordanza, del Hospital de Pemex y del INNN, la paciente tomaba el máximo de L-DOPA: un gramo al día, dividido en cuatro tomas de 250 miligramos.
Al cabo de varios años, el L-DOPA deja de ser efectivo e incluso se debe elevar la dosis, pero si ésta es más de la recomendable, el paciente comienza a tener distonías, y si, al contrario, si se le disminuye, aumentan los síntomas del Parkinson.
Después de la operación, a la paciente se le ha reducido considerablemente la dosis del medicamento: en la primera semana a 750 miligramos; en la segunda a 500; en la tercera sólo consumió 325, y la intención es que en los próximos días deje de necesitar el medicamento.
La ventaja de reducir el consumo de L-DOPA es que se puede dar al paciente lo que se llama ``vacaciones de la droga'', lo que implica que si no se consume el medicamento por un tiempo prolongado, cuando vuelvan los síntomas del mal de Parkinson -que será lo más seguro-, entonces se le podrá aplicar de nuevo el L-DOPA, y mejorará la calidad de vida de las personas con esa enfermedad.
Según los últimos reportes, la paciente ``se encuentra extraordinariamente bien, pues se le ha estudiado por todos los medios posibles''. Pero aún falta la ``prueba de fuego'', cuando en febrero de 1997 la señora viaje a Nueva York, donde se le aplicará una tomografía por emisión de positrones (PET), que permitirá encontrar el grado de mejora en su calidad de vida.
Al considerar que el mal de Parkinson es incurable y que la calidad de vida de los pacientes es muy mala y ``terriblemente difícil'', el hallazgo de los especialistas de la UNAM y del INNN ha demostrado que los parkinsónicos que reciban el tratamiento en cuestión podrán mejorar hasta en un 50 por ciento.
Por último, trascendió en la Facultad de Medicina que en pocas semanas los doctores René Drucker, Gonzalo Solís y Rodolfo Ordanza darán a conocer públicamente el resultado del procedimiento.