Había que cruzar el Chicnahuapan, río de las Nueve Aguas y el Itzehecayan, donde corren los vientos de obsidiana, para llegar al Mictlan con tu perro al lado que te guía. Cuatro años dura entonces el viaje hasta el noveno y definitivo círculo, donde el nuevo espectro se une a la masa gigantesca y por siempre creciente de los muertos.

Pero antes está el cadáver.

Lo primero que le sucede al cuerpo sin vida es que pierde su calor y por eso una de los primeros adjetivos de un muerto es frío. La temperatura desciende lentamente al principio, a razón de medio grado por hora, y luego cada vez más rápido hasta que en un promedio de 20 horas se equilibra con la temperatura ambiental, dependiendo claro está de la climatología, las ropas y si quedó el hombre a la intemperie. Pasadas las 42 horas del deceso es perceptible un ligero aumento de la temperatura corporal.

Nada de misterios: es la putrefacción de la carne. ``La descomposición de las materias albuminoideas orgánicas (cantólisis) con producción de gases pútridos; aunque putrefacción propiamente es la desintegración de la materia orgánica por la acción de ciertos microbios.'' Su primer signo es una Mancha Verde en el abdomen. El cerebro se deshace muy rápido y el útero es la víscera más resistente. Doctor Casper: ``Un cadáver alcanza un grado de putrefacción en una semana al aire, igual o correspondiente a dos semanas en el agua o bien a ocho semanas en la tierra.''

Otro signo cadavérico temprano es la rigidez muscular. Comienza a las tres o cuatro horas en la cara y el cuello, se extiende al tronco y las extremidades y alcanza su máximo entre siete y ocho horas. El cuerpo se mantiene rígido todo el primer día, pero en la tarde del segundo ya se volvió a aflojar, ahora sí para siempre.

Mientras tanto la sangre detenida se deja actuar por la gravedad y viaja a las partes declives del cuerpo. Esas son las livideces cadavéricas, manchas rojo vino que permiten conocer la posición que guardó el desgraciado después de morir y si después de cuánto tiempo fue desplazado. Aparecen a las tres a seis horas, pero cambian al cambiar la posición, siempre y cuando esto ocurra antes de las 12 o 15 horas. Después ya no se forman nuevas manchas en la nueva postura.

Va pasando el tiempo y el cuerpo se puede momificar, si la deshidratación fue rápida y en ambiente suficientemente seco, o se llena de gusanos, principalmente larvas de moscas y escarabajos (¿dónde se da esa especie?), y en circunstancias particularmente húmedas ocurre algo curioso: por hidrólisis la grasa corporal se vuelve jabón y el cadáver adquiere una apariencia como de ``estatua de yeso''. ¿Había saponificación o no había siquiera vestigios en el Hallazgo? A medida que envejece, la sustancia jabonosa se hace oscura y va perdiendo el intenso olor a rancio que tiene al principio. Se forman ampollas, bulas enormes por la filtración de gases descompuestos, y se va perdiendo la piel y los tejidos subcutáneos.

Se descoyuntan los huesos y es posible que se pierdan los carpos y metacarpos.

A veces el único indicio que queda después de los años es un mechón de pelos. Si son pelos humanos o de otros animales, si son de hombre o mujer, de pubis o de axila. Las personas amarillas tienen pelos que al corte muestran perfil redondo; los caucásicos un óvalo y los negros arriñonado. Lacio, rizado, escaso, abundante, negro, castaño: entrecano.

No siempre se cuenta con la huella digital de cuando estaba vivo el sujeto y tampoco con su ácido desoxirribonucléico. Se recurre entonces al retrato y a la superposición de radiografías (siempre que esté completo el cráneo), así como a los dientes y los registros odontológicos si existen todavía. Además los restos encontrados estaban a todo esto previamente autopsiados o al menos les habían hecho un ``trabajo los muerteros''. Por más obsesionado que esté el Fiscal, no va a ser fácil relacionar más allá de una duda razonable a la Víctima y la Osamenta Humana encontrada. No había huesos de perro ni vestido (una truza de equis marca acaso) ni joyas ni utensilios.