En la visita del presidente Zedillo al Istmo de Tehuantepec destacó el interés y la preocupación de los oaxaqueños del Istmo para plantear que cualquier proyecto de desarrollo que pase por su región, deberá contar con su participación y corresponsabilidad, no como empleados de maquiladoras, sino como promotores y partícipes del proceso de desarrollo. En el entendido de que desarrollo significa mejores condiciones de vida, producción de alimentos y la creación de la infraestructura que permita la inversión productiva, generadora de empleos e impuestos.
El Istmo es una región que atraviesa por severos problemas económicos y productivos, no sólo los derivados de la problemática agropecuaria. En Salina Cruz los pescadores tienen problemas, en Matías Romero ferrocarriles ha dejado muchos desempleados, los problemas fiscales de Tehuantepec siguen vigentes, etcétera.
En la visita se dijo que en anteriores gobiernos se tomaron decisiones equivocadas, diseñadas en oficinas gubernamentales, pero sin la participación ni la opinión de quienes ahí viven, lo cual llevó a la quiebra los grandes proyectos agrícolas, pecuarios y agroindustriales, cuyo resultado es claro y se puede medir en los indicadores de pobreza y marginalidad.
Lo importante de la visita del presidente Zedillo a esta región oaxaqueña estriba en la ratificación del compromiso del gobierno de la República con el desarrollo regional. No olvidemos que el propio presidente señaló durante el primer año de su gobierno, que su política social triunfaría o fracasaría en Oaxaca. Por ello considero importante el dato de que el 57 por ciento del gasto federal total para la entidad, esto es, 5 mil 120 millones de pesos, está siendo aplicado en programas de desarrollo social. El convenio de desarrollo social con Oaxaca asciende a 838 millones de pesos, de los cuales 526 están etiquetados al fondo de desarrollo social municipal, el cual debe ser ejercido íntegramente por los gobiernos municipales, para obras que demanda la comunidad y cuyo ejercicio debe estar supervisado y controlado por los propios ciudadanos.
Dadas las limitaciones del ramo 26 con decrecimiento real en 1996, es evidente que los recursos son insuficientes, incluso para Oaxaca, estado privilegiado en este ramo, dadas las condiciones de alta marginalidad de la mayor parte de las comunidades del estado. El Istmo de Tehuantepec por supuesto se encuentra en esas condiciones, de ahí la intensidad del movimiento social y los altos grados de participación de la gente en el desarrollo político de su región. El propio presidente Zedillo reconoció ``que aunque los recursos son significativos, sabemos muy bien que son más grandes las necesidades de Oaxaca y del Istmo, para superar los rezagos y para ampliar las oportunidades de Oaxaca y del Istmo... queremos fincar bases sólidas para un desarrollo fundado en el aprovechamiento de su potencial, que ustedes mejor que nadie saben que es enorme''.
Al reconocer que el desarrollo depende de la participación ciudadana, de las comunidades y de sus organizaciones, se comprometió a que ``toda propuesta será analizada con ustedes, exponiendo con objetividad y transparencia sus beneficios, las tareas que exige de todos, y recogiendo los puntos de vista de cada quien''.
En suma, la mejor vía para superar el rezago social y económico del Istmo de Tehuantepec está en un proyecto de desarrollo que además de preservar la soberanía nacional, los ecosistemas y las tradiciones culturales de la región, sea integral, esto es, que contemple no sólo la macro-economía, sino fundamentalmente el desarrollo regional y social, básicamente el empleo. Por supuesto que en un entorno de pluralidad política y de respeto a las decisiones democráticas de la gente, siendo el gobierno el promotor y orientador de los proyectos que se realizarán. De ser así no hay duda que el Istmo de Tehuantepec será el próximo siglo uno de los puntales del desarrollo económico de México.