La Jornada 14 de octubre de 1996

Paralizado, el rescate del Centro Histórico

Víctor Ballinas y Alonso Urrutia El rescate del Centro Histórico de la ciudad de México, el más ambicioso proyecto de restauración de una zona patrimonial en América Latina, se encuentra paralizado por la crisis económica, las dificultades jurídicas para invertir, la escasa rentabilidad de los edificios y lo costoso de las obras por el tiempo que requiere su remodelación.

Antes de la crisis económica de 1994, en el pasado gobierno se restauraron 558 inmuebles con una inversión cercana a 2 mil millones de pesos, 80 por ciento provino del sector privado. Los esquemas para captar inversión fueron incentivos económicos, entrega de inmuebles en comodato y facilidades fiscales.

Sin embargo, los retos que están por delante son mayores: 60 por ciento de los predios están subutilizados y sólo tienen uso durante horas hábiles; también es la zona con el mayor nivel de inseguridad de acuerdo con datos de incidencia delictiva de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) y posee una infraestructura obsoleta.

Las inversiones canalizadas para el Centro Histórico han tenido dificultades y no han despertado el interés de la iniciativa privada; sin embargo, es la única de las seis zonas históricas de la ciudad que mantiene un programa de restauración.

Coyoacán, San Angel, Tlalpan, Azcapotzalco y Xochimilco tienen en sus demarcaciones ese tipo de áreas, pero no un plan de recuperación.

Antecedentes de la reconstrucción

En abril de 1980, un decreto presidencial declaró al Centro Histórico zona de monumentos históricos, con el descubrimiento de la Coyolxauhqui en 1978, y de excavaciones en el Templo Mayor, con eso se crea el Consejo del Centro Histórico y se expide el primer decreto gubernamental que lo delimita como área protegida en su patrimonio.

El primer proyecto de recuperación se da en el marco de la Olimpiada Cultural, en 1968. Bajo la regencia de Ernesto P. Uruchurtu se inicia una remodelación de las plazas de Loreto, Santo Domingo, Regina, San Fernando, Santa Veracruz, Santa Catarina, entre otras.

Dos años después, un proyecto de renovación urbana involucró un nuevo intento por restaurar los inmuebles históricos del primer cuadro. Algunas de las principales calles como Venustiano Carranza, 16 de Septiembre, Madero, Cinco de Mayo, Tacuba y Palma, entre otras, son remozadas.

Posteriormente, en 1987, es declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El antecedente inmediato del rescate se origina después de los sismos de 1985, que dañaron gran parte de los edificios. Se intervino en 800 inmuebles, 109 estaban catalogados como monumentos históricos.

Los años de la restauración

Para algunos urbanistas, la inconsistencia de los anteriores programas no impidió el acelerado deterioro de la zona. El incremento del ambulantaje y de la contaminación, así como un ambiente económico desfavorable evitaron que se dispusieran de los recursos necesarios.

A eso se añaden otras dificultades administrativas y legales. El responsable de zonas patrimoniales del Departamento del Distrito Federal, Abel Ramos Reyes dice que ``en la administración pasada se deja atrás el viejo enfoque seguido desde el sexenio de José López Portillo, que concebía la restauración como responsabilidad exclusiva del Estado, que luego otorgaba en comodatos los inmuebles rescatados''.

Ramos añadió que un ejemplo lo constituye la Casa Tlaxcala, en San Ildefonso 44, donde casi se regaló al gobierno de ese estado; ahí pusieron un restaurante, oficinas, tienda de artesanías y servicios varios.

``Con esa visión o concepción no se iba a terminar nunca con el rescate de los casi mil 500 inmuebles catalogados y de los cuales el 50 por ciento de ellos se encontraban en un avanzado estado de deterioro'', subrayó.

Los urbanistas señalan que con eso se responsabilizaba al gobierno de la restauración y mantenimiento del Centro Histórico, pero ``no sólo tuvo la limitación de los recursos financieros, sino también restringía el uso público final de los edificios que casi siempre tendían a ser oficinas públicas o museos''.

Paralelamente, la restauración del Centro Histórico enfrentaba dificultades adicionales: la naturaleza propia del mercado inmobiliario que canalizaba sus inversiones a otras zonas por el elevado costo y la escasa rentabilidad de los edificios históricos, los problemas jurídicos de los inmuebles viejos y que involucran en muchos casos la apatía de sus propietarios.

Por su arquitectura también se dificultó el inicio del rescate, además las trabas burocráticas que involucran licencias de construcción en edificios de esa clase.

Ramos Reyes, indica que algunos de los factores que favorecieron la reactivación del rescate del Centro Histórico fue contar con una concepción integral, no con proyectos aislados; una redefinición en el concepto de restauración que dio prioridad a la inversión privada alentada por incentivos económicos y fiscales, la estabilidad económica que favoreció la inversión inmobiliaria, a la que se añadieron algunos aspectos de la política urbana tendientes a reorientar la inversión hacia el Centro.

En 1990, inició el programa denominado Echame una manita, que ``buscó superar la visión que consideraba el aspecto monumental como único y aislado para tomar en cuenta los procesos económicos y sociales que atraigan inversiones, con una rentabilidad atractiva'', destaca el propio gobierno capitalino.

El DDF aplicó el esquema de Transferencia de Potencialidades, que hizo más flexibles los requisitos urbanos para la construcción de inmuebles en otras zonas a cambio de pagar derechos extraordinarios destinados a la conformación de un fondo para financiar la restauración del Centro Histórico. Por medio de este programa se otorgaron subsidios para su ejecución.

Con eso, de los 558 edificios restaurados en el sexenio pasado, 85 por ciento fue inversión privada. En tan sólo dos años el sector empresarial y comercial duplicó su participación en la restauración de obras básicamente ubicadas en el perímetro ``A'' del Centro Histórico.

El gobierno federal destinó recursos sólo para la rehabilitación de la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, en tanto que el gobierno de la ciudad canalizó sus recursos para apoyar otros inmuebles, entre ellos el Museo José Luis Cuevas.

Restauración interrumpida

Con la crisis económica se detuvo el proceso de restauración de inmuebles en la zona, ya que el Fondo de Recursos proveniente del mecanismo de Transferencia de Potencialidades se quedó sin dinero por la paralización de la actividad inmobiliaria.

Ramos Reyes señaló que durante el pasado gobierno se destinaron 53 millones de pesos por dicho sistema.

El especialista dice que a la dificultades económicas, a la escasez del financiamiento y las elevadas tasas de interés se añade la interrupción de los recursos canalizados hacia el Centro Histórico. Con este panorama, las inversiones inmobiliarias están detenidas y existe menor interés de entrar al programa por el riesgo que representa para los capitales.

Por otra parte, el DDF disminuyó el presupuesto destinado para apoyar el rescate de edificios históricos, aunque se estudian nuevas formas para alentar la inversión en la zona. En la actualidad, solo algunas obras a cargo de dependencias federales en sus inmuebles sede y muy pocos edificios con inversión privada, forman parte del programa de restauración.

A principios de 1997 se espera reactivar la recuperación del Centro Histórico con la remodelación de la Torre Latinoamericana, los edificios El Rule y el Hotel Guardiola, como parte de las obras en la manzana comprendida entre Madero, Eje Central Lázaro Cárdenas, Bolívar y 16 de Septiembre.

Para el director de sitios Patrimoniales e Históricos del DDF, Abel Ramos Reyes el Centro Histórico, alberga inmuebles del siglo XVIII, y pocos de los siglos XVI y XVII, porque las inundaciones y los temblores que han ocurrido en la capital, han acabado con la mayoría de esos inmuebles

Los estilos predominantes, apunta, son el barroco y el neoclásico. Añade que en el perímetro ``A'', se ubica el clero, con sus iglesias de las que hay muchas muy representativas del periodo colonial, y desde luego resalta la catedral.

Ahí mismo, en el primer contorno del Centro tiene muchos edificios civiles usados por el sector público, y en tercer sitio están las viejas vecindades.

Los poderes Ejecutivo, Judicial y el gobierno local están presentes en este primer contorno del Centró Histórico, con edificios de gran importancia.

En total, apunta el investigador, en la zona que abarca el Centro Histórico se ubican más de 4 mil construcciones o fincas, pero sólo mil 500 están catalogadas como monumentos históricos, y a pesar de que han tenido intervenciones diversas se han conservado.

Ramos Reyes, señala también que hay otras zonas en la capital que son históricas, como las colonias Guerrero, Roma, Condesa, entre otras, que después de la llegada de los españoles empezaron a salir del primer cuadro de la ciudad. También en la clasificación histórica y patrimonial, se tienen los poblados ribereños, que se conservaron con la llegada de los españoles.