La Jornada Semanal, 13 de octubre de 1996


Entrevista con Jorge Herralde

Cómo escapar del bestseller

Morelos Torres

Jorge Herralde es, a no dudarlo, el principal editor literario de nuestro idioma. Bajo el sello de Anagrama, ha diseñado el catálogo más consistente de la narrativa impresa en español. En unas cuantas décadas, Anagrama pasó de ser una audaz respuesta al franquismo (con temas como la contracultura, la antipsiquiatría y el marxismo heterodoxo) a dar a conocer a novelistas de las más diversas latitudes. Morelos Torres conversó con Herralde durante su reciente visita a México.



Cuéntenos un poco acerca del nacimiento de Anagrama.

Fundé la editorial a fines de los sesenta. En esa época la censura franquista había aflojado un poco y abría posibilidades, antes impensables, de publicar cierto tipo de textos políticos. Era un momento de gran ebullición política y cultural: el mayo francés, la contracultura norteamericana, la guerra de Vietnam, la Revolución cubana. La editorial, en sus primeros años, se dedicó al ensayo, particularmente al ensayo político.

Se refiere a la colección Argumentos...

Sí, una colección dedicada a las ciencias sociales que aún existe. Pero hablo también de Documentos, dedicada a la historia y a la reflexión política, de Serie Informal, básicamente literaria, y de Cuadernos de Anagrama, que publicaba textos teórico-políticos. Luego, a mediados de los setenta, se creó una colección de narrativa "forajida", con autores como Bukowski o Copi: Contraseñas.

Qué ocurría en ese tiempo con el mercado editorial en España, particularmente en Barcelona?

Había una serie de grandes editoriales, varias de las cuales han desaparecido Argos-Vergara, Bruguera. Ya existían Planeta y Seix-Barral. Varias editoriales empezabamos a buscar nuestro propio territorio: Anagrama, Tusquets, Lumen, y otras como Cuadernos para el Diálogo o Ediciones Península. Estas y otras casas editoras llevamos a cabo desde entonces una tarea de vanguardia cultural y progresismo político palabras que ahora parecen un poco anticuadas, pero de las que no me arrepiento.

Y cuál era el panorama de los escritores españoles en ese momento?

Había una serie de escritores notables, como los hermanos Goytisolo y Juan Marsé. Pero fue más tarde, a principios de los ochenta, cuando se produjo la explosión bautizada como "Nueva narrativa española", que ha dado excelentes resultados tanto en España como a nivel internacional. Fue a mediados de los ochenta cuando comenzó la exportación por así decirlo de algunos autores.

Marías y Vila-Matas, por ejemplo...

Exacto. Una parte importante se ha consagrado, y ahora estamos asistiendo al surgimiento de una segunda generación, con autores como Belén Gopegui, Eloy Tizón, González Sáinz y Justo Navarro. Cabe destacar el caso de Carmen Martín Gaite, autora de Nubosidad variable, que en Italia se ha convertido en un acontecimiento literario, o el de Javier Marías y su Corazón tan blanco que se acaba de publicar con un enorme éxito en Alemania.

Han seguido alguna estrategia para crecer hasta llegar a las veinticuatro series que hoy conforman Anagrama?

Las colecciones nacen, algunas mueren y otras continúan. En este momento, las series vivas importantes son, por una parte, Panorama de Narrativas, dedicada a la literatura traducida; esta serie surgió en 1981, y con La información de Martin Amis llegó a los 350 títulos. Otra colección básica es Narrativas Hispánicas, que arrancó en 1983 y que en estos momentos tiene algo más de 200 títulos. En ella se ha dado espacio a la llamada "Nueva narrativa", junto a autores ya consagrados.

Cuántos títulos nuevos sacan al año?

Entre ochenta y noventa, una cantidad un tanto excesiva para nuestra "calidad de vida". En realidad, la editorial ha crecido, pero no tanto: seguimos siendo un pequeño equipo de doce personas. Hay una manifiesta desproporción entre el reducido número de gentes que participan en la empresa y el considerable volumen de publicaciones que maneja. Más que crecer muchísimo, lo que hemos hecho es profundizar, explorar nuevos territorios, pero sin bajar la guardia en el aspecto de la calidad.

Esta exploración puede verse con la publicación de autores mexicanos como Sergio Pitol o Alejandro Rossi. Seguirán buscando autores en Latinoamérica?

Acabo de leer la última novela de Alfredo Bryce Echenique, Reo de nocturnidad, una excelente cosecha francesa sucede en Montpellier. Se ha publicado prácticamente toda la obra de Monterroso, una novela excelente de Eliseo Alberto, La eternidad por fin empieza un lunes, y ahora los libros de Gabriel Zaid, que resultó finalista del premio Anagrama de ensayo; hay también una antología de cuentos mexicanos.

Qué importancia tiene la exportación de libros hacia América Latina?

En realidad, nuestro mercado más importante sigue siendo, con muchísima diferencia, España. Pero desde el inicio hemos estado exportando, aunque con resultados diparejos debido a las coyunturas políticas o financieras de algunos países. Me refiero, por ejemplo, a las grandes catástrofes económicas o a la censura de los militares en Argentina y Chile, o al caso de México y la dramática caída del peso el año pasado.

En qué consistió el cambio del mercado editorial español entre fines de los sesenta y los ochenta?

Muchas de las grandes editoriales que existían bajo el franquismo estaban orientadas hacia el bestseller y eran políticamente "neutras" por decirlo de una forma suave. Los editores que empezábamos, teníamos bastantes territorios para movernos. En los ochenta, muchos de los grandes grupos percibieron que la apuesta por la calidad planteada por "las otras" editoriales era rentable, y por tanto apetecible. Así que compraron empresas como Seix-Barral o Alfaguara, o crearon otras para competir en ese terreno. Ahora la situación para nosotros no es fácil, pero representa un reto estimulante. Ha habido un gran proceso de concentración en grupos como Santillana, Anaya, Planeta, Plaza & Janés, Grijalbo-Mondadori y Ediciones B. Algunas editoriales se mantienen independientes, o lo han sido hasta hace poco, como el caso de Tusquets y Lumen.

Por el hecho de estar conformadas por un pequeño equipo, editoriales como Anagrama pueden ponen mayor atención en el cuidado de las ediciones...

Ésa es una de las filosofías de mi trabajo como editor. Ponemos un cuidado prácticamente artesanal en la producción de los libros: selección de las ilustraciones, búsqueda de los mejores traductores y una labor de editing lo más rigurosa posible.

En esta época de grandes corporaciones editoriales, cómo han podido mantenerse independientes?

Tal vez por esa especie de complicidad que hemos establecido con lectores, autores y agentes editoriales. Por otra parte, la promoción en los medios de comunicación es constante: tenemos una persona que se pasa el día con el teléfono incrustado en el oído, y que consigue presentaciones constantes de los libros, invitaciones a muchísimos escritores extranjeros. Uno de los casos más destacados en los últimos diez años, en lo que toca a autores extranjeros, es el de la literatura británica. Un colega ingés me dijo que en Anagrama tenemos la "selección nacional británica", el Dream team inglés, con autores como Martin Amis, Julian Barnes, Ian McEwan, Ishiguro, Hanif Kureishi, Timothy Mo, Graham Swift...

Han publicado también a tres premios Nobel...

En realidad, a cinco. A Dereck Walcot y su poema Omeros, traducido inmejorablemente por José Luis Rivas. De Kenzaburo Oé publicamos, seis o siete años antes de que le dieran el Nobel, una novela espléndida que pasó sin pena ni gloria: Una cuestión personal. Este año hemos publicado una excelente colección de ensayos de Seamus Heaney: De la emoción a las palabras. Antes, habíamos publicado a Claude Simon y a Samuel Beckett.

Se han acercado también al cine, con la colección Cinemateca...

Esa serie nació porque yo era muy cinéfilo. En España, con la censura, había muchas películas que no llegaban, así que fue la nuestra una colección casi de "relevo" de las películas que no se podían ver. En cuanto pudieron exhibirse, el público lector disminuyó de manera considerable.

Los libros de Highsmith y Bukowski han tenido mucho éxito, no es así?

Sí. Son lo que se llama longsellers, es decir, autores que no solamente conquistaron en su momento a su público, sino que crean nuevas generaciones de lectores. En este caso está también Tom Sharpe, menos conocido en México, pero inmensamente popular en España. Es muy divertido, muy desmadrado. En México tiene fans de la categoría de Alejandro Rossi, quien nos acaba de decir que le gusta mucho la ferocidad de este autor; leyó Lo peor de cada casa y se tronchó de risa. Le gusta mucho también al gran pintor Vicente Rojo. Sin embargo, aún es un autor por descubrir para los lectores mexicanos.

Qué otros autores son ahora muy leídos en España?

Dos que en este momento sostienen una love story con el lector español son Antonio Tabucchi y Paul Auster. Antes de Sostiene Pereira Tabucchi tenía un escaso número de lectores, y a partir de este título se ha convertido en un bestseller. En cuanto a Paul Auster, Anagrama ha publicado prácticamente todos sus últimos libros y ha reeditado los anteriores.

Qué opina de los bestsellers?

Creo que lo importante es la coherencia de la línea editorial; que a uno le guste, y crea en las posibilidades literarias del libro. Si además se vende, mejor que mejor. Pero en la editorial nunca se ha perseguido el bestseller, aunque por fortuna han surgido varios. Más bien el criterio ha sido rechazar los bestsellers visibles. Para conservar la credibilidad de la editorial, nos hemos apartado de esas tentaciones, a la vez por convicción y por estrategia. Tenemos la idea de que, a fin de cuentas, la virtud siempre será recompensada.