Bertrand Russell tuvo finalmente la razón. Se cuenta que en una ocasión, cuando coincidía con Keynes en Cambridge le confesó por qué había optado por la Filosofía en lugar de la Economía. Y es que, mientras ésta planteaba su objeto de estudio mediante unas cuantas variables, aquélla, en cambio, le daba un marco más espacioso y flexible para pensar y enfrentar los fenómenos que le interesaban. Hoy la reacción de Russell sería, sin duda, más enfática que cuando tuvo lugar ese encuentro. La Economía se maneja verdaderamente con muy pocas variables y ha perdido mucha de la perspectiva, la fuerza analítica y la influencia intelectual que la caracterizó como una disciplina social hasta la década de 1940. Quizás a Adam Smith le hubiera sido insuficiente su idea de la ``mano invisible'', que por cierto utilizó una sola vez en los cuatro libros de La riqueza de las naciones, para ganar un Premio Nobel. Igualmente, a David Ricardo no le hubiesen perdonado que rectificara su posición inicial con respecto a las desventajas, para los trabajadores, de la incorporación de maquinaria en la producción.
A medida que se ha ubicado el tema de la eficiencia en el mercado como un asunto privilegiado del quehacer de la Economía, y a partir del cual se intenta diseñar la política económica, ha tendido a perderse del análisis un aspecto esencial de las relaciones de producción, que es el de las relaciones y las estructuras de poder. Este asunto estaba claramente expresado en los inicios de la formulación de la Economía Política. Por otra parte, mientras más se han abierto las transacciones comerciales y financieras más tiende a concentrarse la atención de la administración económica en las variables financieras. Estas, sin embargo, son insuficientes como instrumento de ajuste económico para crear las condiciones de estabilidad duradera que sostengan el crecimiento de la producción y de los ingresos de la población. Hoy se crea menos riqueza en el mundo, y ésta se distribuye de manera muy desigual.
La cuestión es claramente apreciable en un país como México, cuyo sistema económico ha sido incapaz de reaccionar a la medicina de ajuste financiero a la que se le ha sometido por 15 largos años. En ese periodo ha pasado de una crisis a otra, cada una más severa que la anterior. Básicamente, hoy el tipo de cambio es la variable financiera de la que depende la dinámica de la economía. Ello confiere a su funcionamiento un carácter volátil e inestable y restringe de manera efectiva la capacidad de crecimiento. No hace falta más que darse cuenta del enorme desperdicio de recursos productivos --incluída, por supuesto, la población-- en el que se está incurriendo con el actual manejo de la política económica. Este representa definitivamente un altísimo costo en términos sociales y políticos.
Trato de imaginar cómo sería la Economía si tuviera la genial capacidad de improvisación y de expresión de John Coltrane haciendo jazz. Qué giros podría tener el pensamiento económico si se liberara de la rigidez que se le ha impuesto. Rigidez, ésta, apreciable en una teoría hecha para agentes racionales que actúan en el marco de la realización de transacciones impersonales en el mercado. Rigidez que se impone mediante una práctica expresada en políticas económicas que persiguen un fin común --verdadera expresión de la globalización--, evitar la inflación. Con ello se tiene que aceptar que la estructura económica vigente a escala internacional, no puede hacer que coexista la estabilidad de los precios con el crecimiento productivo y la generación de empleos. Como sería una Economía hecha a la manera de My little brown book, o si se quiere algo menos sutil, a la manera de I hear a rhapsody. Para empezar, estaríamos menos sometidos a las constantes repeticiones de unas cuantas --bastante pocas-- ideas básicas. Y tal vez no sean siquiera necesarias muchas ideas, pero lo que es imprescindible es crear e imaginar, para lo que ayudan mucho los acompañamientos del piano y el bajo. Definitivamente a este asunto de la Economía le falta creatividad de pensamiento y audacia política.