La Jornada 12 de octubre de 1996

El TLC no es la llave maestra para México

Patricia Muñoz Ríos Lejos de las metas bajo las cuales se amparó su instrumentación, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) evidenció que no es la llave maestra de acceso al mercado norteamericano, pues a dos años y nueve meses de su vigencia el 57 por ciento de las industrias manufactureras del país importa más de lo que exporta y el grueso de las ventas de productos mexicanos continúa concentrado en los mismos rubros y empresas que antes de la entrada en vigor de este acuerdo, revela información del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomex).

En tanto, la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana (ANIERM) y el Consejo Nacional de Comercio Exterior (Conacex) han expuesto que el país está en riesgo de volver a un severo déficit comercial, ya que mientras las importaciones se recuperan a un ritmo acelerado, las exportaciones no logran dinamizarse en el mismo tenor, por lo que incluso el gobierno lleva a cabo todo un programa de retorno a la ``sustitución de importaciones''.

Para estas organizaciones, el TLC pasó de ser el eje fundamental del comercio exterior mexicano a un instrumento más de la política para incentivar las exportaciones e incluso consideran que el incremento que se ha dado en las ventas externas se debe más a la competitividad del peso frente al dólar que al propio Tratado de Libre Comercio.

Sector agropecuario. Este rubro que según los promotores del TLC iba a ser de los principales beneficiados con la apertura, ya que podría incrementar sus exportaciones, lleva lo que tiene de vigencia el acuerdo sumido en un importante déficit comercial. Según la información estadística del Banco de México, durante 1994, 1995 y el primer semestre de 1996, se importó más de lo que se importó de productos agrícolas e incluso en lo que va del presente año se comprado más de lo que se ha vendido al exterior en ganado en pie y en canal. Además, el 70 por ciento de las exportaciones sigue concentrado en los cinco rubros tradicionales, que son el café crudo en grano, azúcar, jitomate, naranja y aguacate, lo que evidencia el pobre dinamismo de las exportaciones, indican la marginación del proceso de apertura comercial e incluso de representar los productos de la agroindustria el 16 por ciento de las exportaciones totales hace ocho años, actualmente sólo tiene el 5.04 por ciento, según las mismas cifras oficiales.

Tampoco se ha garantizado el acceso a estos productos mexicanos, pues en los rubros de exportaciones exitosas, como el caso del aguacate y del jitomate, enfrentan serios ataques de parte de los productores estadunidenses, quienes incluso llevan juicios comerciales contra éstos o imponen otras barreras no arancelarias, como es el caso de Texas y Nuevo México, donde se pretende aplicar medidas discrecionales para detener la venta de carne mexicana.

Sin embargo, la cuota de carne porcina procedente de Estados Unidos entra libre de arancel a México en un volumen tan elevado que ha deprimido el mercado nacional y daña gravemente a los productores nacionales.

Sector automotriz. A pesar de que ha sido promocionado este sector como uno de los principales beneficiados de la apertura, y aun cuando ha registrado un incremento considerable en sus exportaciones durante los tres últimos años, un informe de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz advierte que ``la liberalización pactada en el TLC, presagia peligrosas consecuencias para esta industria, ya que la crisis ha impedido la creación de infraestructura industrial que requerirá el sector para enfrentar la competencia que se avecina con la apertura total del sector al exterior''.

Incluso, se pactó con Estados Unidos y Canadá, que la industria automotriz concentrará su producción en determinadas líneas y modelos de vehículos, por lo que México tendrá que abandonar la fabricación masiva y ``concentrarse'' en unos cuantos, a fin de mantener su competitividad. De ahí que en el futuro cercano las empresas de este sector reducirán el número de modelos y complementarán sus ofertas con importaciones, apunta el análisis.

Refiere además que la creciente importación de vehículos por parte de las ensambladoras responde a un esquema de ``reorganización corporativa de las trasnacionales'', que dejará fuera a cientos de empresas mexicanas fabricadoras de autopartes y componentes.

Industria alimentaria. Para las productoras de alimentos procesados, la abrupta apertura dañó fuertemente la industria, ya que mientras sus exportaciones mantuvieron una tendencia moderadamente creciente, las importaciones de dispararon en forma inusitada, y sólo las paró la devaluación del peso frente al dólar.

Información obtenida en la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticias señala que las exportaciones del sector se ubican entre los mil 500 y 2 mil 500 millones de dólares, pero las compras de alimentos de importación llegaron hasta 4 mil millones.

A raíz de la astringencia de dólares, la balanza comercial del subsector se equilibró, pero si la economía vuelve a presentar dinamismo, se teme que podría volver a ocurrir el desequilibrio, pues prácticamente no se establecieron tiempos de apertura, por lo que entra indiscriminadamente al país lo que se quiere importar